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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2

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    Consuelo en la aflicción

    Querida Hna. T,

    Me enteré de su aflicción, y me apresuro a escribirle unas pocas líneas. Mi querida hermana, tengo la mejor de las evidencias de que Dios la ama. En la última visión que se me dio, se me presentó su caso entre otros. Vi que usted había sido afectada en lo pasado por la conducta errónea seguida por otros; pero por ser estrictamente concienzuda, y demasiado ansiosa de saber qué es lo correcto, era sumamente sensible, y consideraba su caso peor de lo que en realidad era.2TPI 285.3

    Ha sido afligida por la enfermedad por bastante tiempo. Usted es una dispéptica nerviosa. El cerebro está íntimamente relacionado con el estómago, y su energía mental ha sido tan a menudo desviada a acudir en ayuda de los debilitados órganos de la digestión, que a su vez se ha debilitado, deprimido y congestionado. Mientras se encuentra en ese estado, su mente está sombría, y naturalmente se espacia en el lado oscuro de las cosas, e imagina que el desagrado de Dios está sobre usted. Ha creído que su vida ha sido inútil, que ha estado llena de errores y decisiones equivocadas. Querida hermana: su falta de salud la conduce al desmayo y al desánimo. Dios no la ha abandonado; todavía la ama. Vi que tenía que confiar en él como el niño se abandona en los brazos de su madre. Dios es misericordioso y amable, lleno de tierna piedad y compasión. No ha apartado su rostro de usted.2TPI 285.4

    Usted es sumamente sensible. Siente en forma profunda, y no ha dispuesto del poder necesario para eliminar de la mente los cuidados, las perplejidades y los desánimos. Vi que Dios sería para usted un pronto auxilio en las tribulaciones, si se confiara a su cuidado; pero sus preocupaciones la alejan de los brazos de su amado Salvador. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32. ¡Qué preciosa promesa es ésta! Podemos pedirle mucho a nuestro bondadoso Padre celestial. Grandes bendiciones hay en reserva para nosotros. Podemos creer en Dios, podemos confiar en él, y al hacerlo glorificar su nombre. Aun cuando seamos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1.2TPI 286.1

    Quiero decirle, hermana mía, que no necesita descartar su confianza. Pobre alma temblorosa, descanse en las promesas de Dios. Si lo hace, las cadenas del enemigo serán quebrantadas, sus insinuaciones carecerán de poder. No haga caso de los susurros del enemigo. Váyase libre, alma oprimida. Tenga buen ánimo. Dígale a su pobre corazón desalentado: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 43:5. Sé que Dios la ama. Ponga su confianza en él. No piense en las cosas que producen tristeza y tribulación; apártese de todo pensamiento desagradable, y piense en el precioso Jesús. Medite en su poder para salvar, en su infinito e incomparable amor por usted, sí, por usted. Sé que Dios la ama. Si no puede reposar en su propia fe, hágalo en la de otros. Creemos y esperamos en lugar de usted. Dios acepta nuestra fe en lugar de la suya.2TPI 286.2

    Usted ha tratado de obrar bien, y Dios es piadoso y compasivo con usted. Póngase contenta y dígale adiós a las tinieblas y a las dudas. Al permitir que esas dudas tengan cabida en su corazón, usted deshonra a Dios. El creer produce paz y gozo en el Espíritu Santo. El creer produce paz, y la confianza en Dios produce gozo. “¡Crea, crea -dice mi alma- crea!” Descanse en Dios. El es poderoso para guardar lo que usted le ha confiado. La hará más que vencedora por medio de aquel que la amó. Quiera el Señor bendecirla y fortalecer su fe vacilante, es nuestra oración. Le enviamos estas pocas líneas en la confianza de que le harán bien. 2TPI 286.3

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