Una lección derivada de la obra de Cristo
En cierta ocasión, cuando Cristo estaba ocupado en su obra de enseñar y sanar, alguien que se encontraba entre la multitud dijo: “Di a mi hermano que parta conmigo la herencia”. Lucas 12:13.9TPI 173.5
Este hombre había presenciado la obra maravillosa de Cristo. La claridad de su comprensión, la excelencia de su juicio y la justicia con que consideraba los casos que la gente le llevaba, le habían causado asombro. Oyó sus conmovedoras exhortaciones y sus solemnes denuncias contra los escribas y los fariseos. Pensó que si fuera posible que Jesús hablara a su hermano palabras tan cargadas de autoridad, éste no rehusaría darle la parte que le correspondía. “Di a mi hermano -le dijo- que parta conmigo la herencia”.9TPI 174.1
El Espíritu Santo instaba a este hombre a que se convirtiera en heredero de la herencia que es incorruptible, incontaminada, e imperecedera. Había visto evidencias del poder de Cristo. Ahora tenía la oportunidad de hablar al Gran Maestro, de expresarle los anhelos más profundos de su corazón. Pero lo mismo que el hombre con el rastrillo en la alegoría de Bunyan, tenía los ojos fijos en la tierra. No veía la corona sobre su cabeza. Como Simón el Mago, valoraba el don de Dios como medio de obtener ganancias mundanas.9TPI 174.2
La misión del Salvador en el mundo se aproximaba rápidamente a su final. Sólo faltaban pocos meses para que completara lo que había venido a hacer para establecer el reino de su gracia. Sin embargo, la codicia humana quería apartarlo de su obra para que se ocupara de la disputa por un pedazo de terreno. Pero Jesús no se dejó apartar de su misión. Su respuesta fue: “Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” Lucas 12:14.9TPI 174.3
Cristo le dijo claramente que ése no era su trabajo. Estaba empeñado en salvar almas. No debía ser distraído de su tarea sagrada para ocuparse de los deberes de un magistrado civil.9TPI 174.4
¡Con cuánta frecuencia en la actualidad se imponen sobre la iglesia tareas que nunca debieran formar parte de la obra del ministerio evangélico!9TPI 174.5
En numerosas ocasiones se había pedido a Cristo que interviniera en cuestiones legales y políticas. Pero él siempre rehusó inmiscuirse en los asuntos temporales. Sabía que en el mundo político existían procedimientos inicuos y gran tiranía. Pero lo único que hacía para exponerlos era la proclamación de la verdad bíblica. A las grandes multitudes que se agolpaban a su alrededor, les presentaba los principios puros y santos de la ley de Dios, y les hablaba de las bendiciones que se encuentran al obedecer estos principios. Con autoridad de lo alto insistía en la importancia de la justicia y la misericordia. Pero él rehusó inmiscuirse en disputas personales.9TPI 174.6
Cristo permaneció en nuestro mundo como Cabeza del gran reino espiritual que había venido a establecer, el reino de la justicia. Su enseñanza destacaba los principios ennoblecedores y santificadores que gobiernan este reino. Mostraba que la justicia, la misericordia y el amor son las potencias controladoras en el reino de Jehová.9TPI 175.1