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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9

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    La falta de compasión

    Entre los profesos cristianos de hoy existe una alarmante ausencia de la compasión que debieran sentir por la gente que aún no ha sido salvada. Si nuestros corazones no laten al unísono con el de Cristo, ¿cómo podríamos comprender el carácter sagrado y la importancia de la obra a la cual nos llama y que consiste en velar por las “almas como aquellos que han de dar cuenta”? Hablamos de las misiones cristianas; y se oye nuestra voz, pero ¿poseemos nosotros el tierno amor de Cristo por la gente?9TPI 36.3

    El Salvador fue un obrero incansable. No midió su trabajo por horas; dedicó su tiempo, su corazón y su fortaleza a trabajar en beneficio de la humanidad. Pasó días enteros trabajando y noches completas en oración para poder hacer frente con firmeza al astuto enemigo en todas sus obras engañosas, y para ser fortificado a fin de realizar su obra de elevación y restauración de la humanidad.9TPI 36.4

    La persona que ama a Dios no mide su trabajo por el sistema de las ocho horas. Trabaja a toda hora y nunca está fuera de servicio. Hace el bien a medida que se le presenta la oportunidad de hacerlo. En todas partes, en todo tiempo y en todos lugares encuentra oportunidades para trabajar para Dios. Lleva fragancia con él por dondequiera que vaya. Una atmósfera sana rodea su alma. La hermosura de su vida bien ordenada y santa conversación inspira en otros fe, esperanza y valor.9TPI 37.1

    Se necesitan misioneros de corazón. Los esfuerzos espasmódicos harán muy poco bien. Debemos cautivar la atención. Debemos manifestar profundo empeño.9TPI 37.2

    La obra de ganar almas debe llevarse adelante en forma agresiva, en medio de oposición, peligro, pérdida y sufrimiento humano. En cierta batalla, cuando uno de los regimientos de la fuerza atacante estaba siendo rechazado por las hordas enemigas, el portaestandarte mantuvo su lugar aunque las tropas habían emprendido la retirada. El capitán le gritó que se retirara con las bandera, pero el portaestandarte le contestó: “¡Traiga a sus hombres donde se encuentra la bandera!” Esta es la obra de los portaestandartes: conducir a la gente hacia el estandarte de Cristo. El Señor pide que haya sinceridad y entusiasmo. Todos sabemos que el pecado de muchos cristianos profesos es que carecen de valor y energía para colocarse ellos mismos, y a los que con ellos se relacionan, a la altura del estandarte de Cristo.9TPI 37.3

    De todas partes repercute el llamado macedónico: “Pasa y ayúdanos”. Dios ha abierto campos delante de nosotros, y si los hombres quisieran colaborar con los agentes divinos, muchísimas almas serían ganadas para la verdad. Pero quienes dicen formar parte del pueblo de Dios, se adormecieron sobre el trabajo que les fue asignado; de manera que en muchos lugares este trabajo ni siquiera se ha comenzado. Dios ha enviado un mensaje tras otro para despertar a su pueblo y animarlo a que entre en acción inmediatamente. Pero al llamamiento: “¿A quién enviaré?” pocos han contestado: “Heme aquí, envíame a mí”. Isaías 6:8.9TPI 37.4

    Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. El poder divino se revelará y la iglesia verá las obras providenciales del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se derramará en rayos claros y poderosos, como en los días apostólicos, y mucha gente se apartará del error e irá hacia la verdad. La tierra será alumbrada con la gloria del Señor.9TPI 37.5

    Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colaboración de los agentes humanos, de los miembros de la iglesia, en la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando. Tan vasto es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.9TPI 38.1

    Al mismo tiempo obrará un poder infernal. Mientras los agentes de la misericordia divina obren secundados por seres humanos santificados, Satanás pondrá en actividad a sus propios agentes, haciendo tributarios suyos a todos los que acepten su dominación. Habrá muchos señores y muchos dioses. Se oirá el grito: “Aquí está el Cristo, o allí”. En todas partes se verán las astutas maquinaciones de Satanás, para apartar la atención de los hombres y las mujeres del cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá señales y prodigios. Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas manifestaciones las señales precursoras de un pavoroso porvenir, y el preludio del triunfo prometido al pueblo de Dios.9TPI 38.2

    ¡Trabajad, oh, trabajad teniendo en vista la eternidad! Recordad que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por hacer. De toda boca sincera debe subir esta oración: “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las gentes tu salud”. Salmos 67:1-2.9TPI 38.3

    Quienes entiendan, aunque sea en un grado limitado, lo que la redención significa para ellos y para sus semejantes, los tales andarán por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las necesidades de la humanidad. Sus corazones se conmoverán ante la extensa miseria del mundo, la indigencia de las multitudes que sufren por falta de alimentos y de ropa y la indigencia moral de los millares a quienes amenaza un juicio terrible, ante el cual los sufrimientos físicos se desvanecen en la insignificancia.9TPI 38.4

    Recuerden los miembros de la iglesia que el solo hecho de tener sus nombres escritos en un registro no bastará para salvarlos; deben ser aprobados por Dios como obreros que no tengan de qué avergonzarse. Día tras día, deben edificar su carácter conforme a las instrucciones divinas. Deben morar en él y ejercer constantemente fe en él. Así crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y mujeres en Jesucristo; serán cristianos sanos, animosos, agradecidos, conducidos por Dios en una luz siempre más pura. Si su vida no es tal, se encontrarán un día entre quienes exhalarán esta amarga lamentación: “¡Pasó la siega y terminó el verano, y mi alma no se salvó! ¿Por qué no busqué un refugio en la Fortaleza? ¿Por qué jugué con la salvación de mi alma y desprecié al Espíritu de gracia?”9TPI 38.5

    “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso”. Sofonías 1:14. Calcémonos las sandalias del Evangelio y estemos listos a cada momento para emprender el viaje. Cada hora, cada minuto es precioso. No tenemos tiempo para buscar nuestra propia satisfacción. En todo nuestro derredor hay gente que perece en el pecado. Cada día hay algo que hacer para nuestro Señor y Maestro. Cada día debemos conducir a la gente hacia el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.9TPI 39.1

    “Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis”. Mateo 24:44. Por la noche, no os acostéis sin antes haber confesado vuestros pecados. Así hacíamos en 1844, cuando esperábamos ir al encuentro del Señor. Ahora ese acontecimiento está más cercano que cuando por primera vez creímos. Estad siempre apercibidos, por la tarde, por la mañana y al mediodía, para que cuando repercuta el clamor: “¡He aquí, el esposo viene, salid a recibirle!” podáis, aun si este grito os despertase del sueño, ir a su encuentro con las lámparas aderezadas y encendidas.9TPI 39.2

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