Tradiciones históricas y teológicas
Muchos de los que procuran prepararse para la obra del Señor piensan que es de rigor acumular grandes tomos de escritos históricos y teológicos. Suponen que el estudio de estas obras les será de gran beneficio para aprender cómo allegarse a la gente. Se equivocan. Cuando yo veo estantes repletos de estos libros, algunos de los cuales raras veces se consultan, pienso: ¿Por qué gastar dinero en aquello que no es comida? El capítulo 6 de Juan nos dice más de lo que se puede hallar en tales obras. Cristo dice: “Yo soy el pan de vida”. “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. Juan 6:35, 63.8TPI 321.1
Hay un estudio de la historia que no se ha de condenar. La historia sagrada era una de las asignaturas en las escuelas de los profetas. En el registro de sus relaciones con las naciones se trazaban las pisadas de Jehová. Asimismo hoy hemos de considerar las relaciones de Dios con las naciones de la tierra. Hemos de ver en la historia el cumplimiento de la profecía, estudiar las intervenciones de la Providencia en los grandes movimientos de reforma, y entender la progresión de los eventos que culminan en la reunión de las naciones para la última batalla del gran conflicto.8TPI 321.2
Pero demasiado a menudo la intención de los que estudian esta multitud de libros no es tanto la de obtener alimento para la mente y el alma. Es más bien el afán de estar al corriente de filósofos y teólogos, un deseo de presentar el cristianismo a la gente en términos y proposiciones intelectuales.8TPI 321.3
“Aprended de mí -dijo el Maestro más distinguido que el mundo jamás haya conocido-. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Vuestro orgullo intelectual no os será de ayuda en la obra de comunicación con las almas que perecen por falta del pan de vida. Al estudiar estos libros, estáis permitiendo que ellos tomen el lugar, en vuestras mentes y corazones, de las lecciones prácticas que debéis estar aprendiendo del Gran Maestro. Los resultados de este tipo de estudio no alimentan al pueblo. Muy poco del estudio e investigación que tanto cansa la mente suple nada que haga de alguien un obrero de éxito en la ganancia de almas.8TPI 321.4
Los hombres y mujeres que pasan sus vidas dedicados al trabajo común y corriente necesitan oír palabras tan sencillas como las que Cristo impartía al enseñar, palabras que eran fáciles de entender. El Salvador vino para “predicar el evangelio a los pobres”. Y escrito está que “gran multitud del pueblo le oía de buena gana”. Marcos 12:37. Los que enseñan la verdad para este tiempo necesitan una percepción más profunda de las lecciones que él impartió.8TPI 322.1
Las palabras del Dios viviente son las más nobles de toda educación. Las frases rebuscadas que tienen el propósito de complacer el gusto de las personas supuestamente refinadas no dan en el blanco. Los que ministran ante el pueblo necesitan comer el pan de vida. Esto les impartirá vigor espiritual; entonces estarán preparados para servir a toda clase de personas. La piedad, la energía espiritual de la iglesia, se sostiene alimentándose del pan que bajó del cielo. A los pies de Jesús hemos de aprender la sencillez de la verdadera piedad.8TPI 322.2