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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

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    La preparación de obreros

    Uno de los grandes propósitos de nuestras iglesias es la preparación de jóvenes para servir en nuestras instituciones y en otras diferentes fases de la obra evangélica. Por doquiera se le ha de explicar la Biblia a la gente. Ha llegado el momento en que, por medio de los mensajeros de Dios, el pergamino de la Escritura se está desenrollando ante el mundo. La verdad encerrada en los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero ha de ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo; iluminar la oscuridad de todo continente y extenderse a las islas del mar. No se ha de permitir que cosa alguna de invención humana retarde esta obra. Para que esto pueda llevarse a cabo hacen falta talentos cultivados y consagrados: hacen falta personas que puedan hacer un trabajo excelente con la mansedumbre de Cristo, que mantengan su yo escondido en él. Los novicios no pueden hacer aceptablemente la obra de revelar el tesoro oculto para enriquecer a las almas en las cosas espirituales. “Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.” “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:7, 15. Este encargo hecho a Timoteo debe constituir una fuerza educadora en toda familia y escuela.6TPI 138.1

    Se requieren varios esfuerzos de parte de todos los que estén vinculados con nuestras instituciones, no solamente las escuelas, sino también los sanatorios y las casas editoriales, para hacer idóneos a hombres, mujeres y jóvenes para ser colaboradores de Dios. Se ha de enseñar a los estudiantes a trabajar con inteligencia como trabajó Cristo; a revelar un carácter cristiano noble y elevado ante aquellos con quienes se asocien. Los encargados de preparar a los jóvenes vinculados con cualquier fase de nuestra obra, debieran ser hombres que tengan un claro concepto del valor de las almas. A menos que beban en abundancia del Espíritu Santo, el observador maligno creará circunstancias molestas. El educador debe ser sabio para discernir que mientras la felicidad y la bondad ganarán almas, la aspereza nunca lo logrará. Las palabras y las acciones arbitrarias incitan las peores pasiones del corazón humano. Si los hombres y las mujeres que profesan ser cristianos no han aprendido a dominar su temperamento malo e infantil, ¿cómo podrán esperar que se les honre y respete?6TPI 138.2

    ¡Cuánto cuidado debiera tenerse entonces para elegir a instructores apropiados a fin de que no solamente sean fieles en su trabajo sino que manifiesten también el debido temperamento! Si no son dignos de confianza, deberá exonerárselos. Dios tendrá a toda institución por responsable de cualquier descuido en ver que se estimule la bondad y el amor. Nunca debiera olvidarse que Cristo mismo tiene la dirección de nuestras instituciones.6TPI 139.1

    Debe designarse a los predicadores más talentosos para que enseñen las clases de Biblia en nuestras escuelas. Los escogidos para este trabajo tienen que ser estudiantes cabales de la Biblia, que posean una profunda experiencia cristiana, y su salario debe pagarse del diezmo. Es designio de Dios que todas nuestras instituciones lleguen a ser medios para educar y desarrollar obreros de quienes él no se avergüence. Obreros que puedan ser enviados como misioneros idóneos que trabajen para el Maestro; pero este fin no se ha tomado en cuenta. En muchos respectos nos hallamos muy rezagados en esta obra, y el Señor exige que se manifieste en ella un celo infinitamente mayor que el que hasta aquí se ha manifestado. Nos ha llamado a salir del mundo para que seamos testigos de su verdad; y en todas nuestras filas hombres y mujeres jóvenes debieran prepararse para ocupar puestos de utilidad e influencia.6TPI 139.2

    Hay una urgente demanda de obreros en el campo misionero. Hacen falta hombres jóvenes para esta obra; Dios los solicita. Su educación es de primordial importancia en nuestros colegios y en ningún caso debiera ello ignorarse o considerarse como cosa secundaria. Es una acción totalmente equivocada que los maestros, al aconsejar otras ocupaciones, desanimen a los jóvenes que pudieran prepararse para realizar una obra aceptable en el ministerio. Los que presentan obstáculos para impedir a los jóvenes que se preparen para este trabajo están contrarrestando los planes de Dios y tendrán que dar cuenta de su proceder. Hay entre nosotros un gran porcentaje de hombres capaces. Si sus aptitudes se pusieran en uso, tendríamos veinte ministros donde ahora tenemos uno.6TPI 139.3

    Los jóvenes que ahora se proponen entrar en el ministerio no debieran dedicar un número de años solamente a instruirse. Los maestros debieran ser capaces de comprender la situación y adaptar la enseñanza a los anhelos de esta clase, a la cual se le debería conceder ventajas especiales para que haga un estudio breve y compendioso de las fases más necesarias para su obra. Pero no se ha seguido este plan. No se ha prestado suficiente atención a la educación de los jóvenes para el ministerio. No tenemos muchos años para trabajar, y los maestros debieran estar henchidos del Espíritu de Dios y trabajar en armonía con su voluntad revelada, en lugar de ejecutar sus propios planes. Estamos perdiendo mucho cada año, debido a que no damos oídos al consejo del Señor en este respecto.6TPI 140.1

    En nuestras escuelas, los enfermeros misioneros debieran recibir lecciones de parte de médicos bien preparados y aprender como parte de su educación, la manera de luchar con la enfermedad y mostrar el valor de los remedios naturales. Este trabajo es muy necesario. Las ciudades y los pueblos están sumidos en el pecado y la corrupción moral; sin embargo, hay hombres como Lot en cada Sodoma. El veneno del pecado está obrando en el corazón de la sociedad, y Dios pide a los reformadores que se levanten en defensa de las leyes que él ha establecido para gobernar el organismo físico. Al mismo tiempo deben mantener una alta norma en la disciplina de la mente y la cultura del corazón, para que el gran Médico coopere con la auxiliadora mano humana en llevar a cabo una obra de misericordia necesaria en el alivio del sufrimiento.6TPI 140.2

    Es también el designio del Señor que nuestras escuelas impartan a los jóvenes una preparación que los capacite para enseñar en cualquier división de la Escuela Sabática, o para asumir cualquier cargo en ella. Veríamos un estado de cosas diferente si un número de personas jóvenes consagradas se dedicara a la obra de la Escuela Sabática, tomándose la molestia de educarse y luego instruir a otros en cuanto a los mejores métodos que pudieran emplearse para guiar almas a Cristo. Esta línea de trabajo produce resultados positivos.6TPI 141.1

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