Principios básicos del éxito
Maestros y alumnos deberían colaborar en la obra de reforma, cada uno trabajando en la forma más provechosa, para hacer de nuestras escuelas aquello que el Señor puede aprobar. Se necesita unidad de acción para el éxito. Un ejército en combate se confundiría y sería derrotado, si los soldados actuaran conforme a sus impulsos individuales, en vez de moverse al unísono bajo la dirección de un general competente. Los soldados de Cristo también deben actuar en armonía. Un puñado de almas convertidas, unidas en un gran propósito, bajo una sola dirección, obtendrá victorias en cada combate.6TPI 143.2
Si hay desunión entre los que pretenden creer en la verdad, el mundo llegará a la conclusión de que esta gente no es de Dios, porque trabajan unos contra otros. Cuando somos uno con Cristo, estaremos unidos entre nosotros mismos. Aquellos que no están enyugados con Cristo, siempre halan hacia el lado equivocado. Poseen un temperamento que corresponde a la naturaleza humana carnal, y a la más mínima excusa, la pasión está ampliamente dispuesta para enfrentarse con la pasión. Esto causa choques; y se oyen voces estridentes en reuniones de juntas, comisiones y asambleas públicas, oponiéndose a los métodos de reforma.6TPI 144.1
Otra condición para el éxito es la obediencia a cada palabra de Dios. No se ganan victorias a través de ceremonias o exhibiciones, sino por medio de la obediencia sencilla al Generalísimo, Señor Dios del cielo. Aquel que pone su confianza en este Líder, jamás sabrá lo que es la derrota. La derrota viene del error de confiar en métodos humanos y en invenciones humanas, y por colocar lo divino en segundo lugar. La obediencia fue la lección que el Capitán de las huestes del Señor procuró enseñar a los grandes ejércitos de Israel: obediencia en las cosas en que no podían vislumbrar ningún éxito. Cuando hay obediencia a la voz de nuestro Líder, Cristo dirigirá sus batallas en maneras que sorprenderán a los grandes poderes de la tierra.6TPI 144.2
Somos soldados de Cristo; y se espera de aquellos que se registran en su ejército que realicen faenas difíciles, faenas que agotarán sus energías en grado sumo. Debemos entender que la vida de un soldado conlleva lucha agresiva, perseverancia y fortaleza. Debemos soportar pruebas por el amor de Cristo. No estamos involucrados en batallas de gestos. Debemos enfrentar adversarios muy poderosos; “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6:12. Debemos encontrar nuestra fortaleza en el mismo lugar donde la encontraron los primeros discípulos. “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Dios. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”. Hechos 1:14; 4:31, 32.6TPI 144.3