Deberes domésticos
La educación que los jóvenes de uno y otro sexo que asisten a nuestros colegios debieran recibir sobre la vida doméstica, merece especial atención. En la tarea de edificar el carácter, es de gran importancia que se enseñe a los alumnos que asisten a nuestros colegios a hacer el trabajo que se les asigna, y librarse de toda tendencia a la pereza. Han de familiarizarse con los deberes de la vida diaria. Se les debiera enseñar a cumplir bien y esmeradamente sus deberes domésticos, con el menor ruido y confusión posibles. Todo debiera hacerse decentemente y con orden. La cocina y cualquier otra parte de la casa debe mantenerse barrida y limpia. Los libros deben poder guardarse hasta el momento debido y los estudios no debieran ser más que los que sea posible atender sin descuidar los deberes domésticos. El estudio de los libros no debiera absorber la mente con perjuicio de las obligaciones del hogar, de las cuales depende la comodidad de la familia.6TPI 173.1
En el cumplimiento de estos deberes debieran vencerse los hábitos de indiferencia, dejadez y desorden; porque, a menos que se corrijan, esos hábitos serán introducidos en toda fase de la vida y esta verá arruinada su utilidad para la verdadera obra misionera. Si no se corrigen con perseverancia y resolución, vencerán al estudiante para el presente y para la eternidad. Se ha de estimular a los jóvenes a formar hábitos correctos de vestir, de modo que su apariencia sea aseada y atractiva; se les ha de enseñar a conservar su ropa limpia y cuidadosamente arreglada. Todas sus costumbres debieran ser de tal carácter que hagan de ellos una ayuda y un alivio para otros.6TPI 173.2
Se dieron a los ejércitos de los hijos de Israel instrucciones especiales para que, en sus tiendas y alrededor de ellas, todo estuviese limpio y en orden; no fuese que el ángel de Dios pasase por medio de su campamento y viese sus inmundicias. ¿Era el Señor tan meticuloso que se fijaría en estas cosas? Sí, pues se nos dice que si veía sus inmundicias no podría salir con sus ejércitos a la batalla contra sus enemigos. Asimismo él ve todas nuestras acciones. Aquel Dios que tuvo tanto cuidado de que los hijos de Israel adquiriesen hábitos de limpieza, no sancionará hoy impureza alguna en el hogar.6TPI 174.1
Dios confió a los padres y maestros la tarea de educar a niños y jóvenes en este sentido, y de cada acto de la vida se les puede enseñar lecciones espirituales. Al inculcarles hábitos de limpieza física, debemos enseñarles que Dios quiere que sean limpios tanto en su mente como en su cuerpo. Al barrer una habitación pueden aprender cómo el Señor purifica la mente. No les bastaría cerrar puertas y ventanas después de poner en la pieza alguna sustancia purificadora, sino que abrirían las puertas y las ventanas de par en par y con esfuerzo diligente eliminarían todo el polvo. Del mismo modo las ventanas de los impulsos y sentimientos han de abrirse hacia el cielo para expulsar el polvo del egoísmo y de la vanidad mundana. La gracia de Dios debe barrer las cámaras de la mente y todo elemento de la naturaleza ha de ser purificado y vitalizado por el Espíritu de Dios. El desorden y el desaliño en los deberes diarios llevará al olvido de Dios y a manifestar una piedad formal en la profesión de la fe, pero sin que sea genuina. Tenemos que velar y orar; de otro modo estaremos asiéndonos de la sombra y perderemos la sustancia.6TPI 174.2
Como hebras de oro, una fe viva debe entretejerse con la experiencia cotidiana en el cumplimiento de las pequeñas obligaciones. Entonces los alumnos serán inducidos a comprender los principios puros que según lo ha dispuesto Dios, debieran motivar cada acto de sus vidas. Entonces todo el trabajo diario será de tal índole que promoverá el crecimiento cristiano. Entonces los principios vitales de la fe, la confianza y el amor hacia Jesús penetrarán hasta en los detalles más ínfimos de la vida diaria. Se contemplará a Jesús y el amor hacia él constituirá el móvil constante que proporcione una fuerza vital a cada obligación asumida. Habrá porfía por la justicia y una esperanza que “no avergüenza”. Romanos 5:5. Todo lo que se haga se hará para gloria de Dios.6TPI 174.3
A cada estudiante del internado digo: Sea fiel en las obligaciones domésticas. Sea fiel en el cumplimiento de las pequeñas responsabilidades. Sea en realidad un cristiano lleno de vida en el hogar. Gobiernen los principios cristianos su corazón y fiscalicen su conducta Preste atención a toda sugerencia dada por el maestro; pero obre de modo que no sea necesario decirle siempre lo que tiene que hacer. Discierna las cosas por sí mismo. Vea usted mismo si en su habitación todas las cosas están limpias y en orden; procure que nada de lo que haya en ella ofenda a Dios, sino que cuando los ángeles santos pasen por su pieza se sientan movidos a detenerse, atraídos por el orden y la limpieza que hay en ella. Al realizar sus deberes con buena voluntad, con esmero y fidelidad, actuará como un misionero. Testifique por Cristo. Demuestre que la religión de Cristo no lo convierte en un individuo—ni en principios ni en práctica—desaliñado, ordinario, irrespetuoso hacia sus maestros al punto de prestar poca atención a su consejo e instrucción. Si práctica la religión de la Biblia, ella le hará bondadoso, reflexivo, fiel. Le inducirá a no descuidar las cosas pequeñas que deben hacerse. Adopte por lema las palabras de Cristo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”. Lucas 16:10.6TPI 175.1