Lo que se debe tomar en cuenta al edificar
Como pueblo elegido de Dios no podemos copiar las costumbres y prácticas del mundo, ni imitar la moda que en él impera. No se nos ha dejado en tal ignorancia que hayamos de conformarnos a los modelos que nos ofrece el mundo y contar con la apariencia para que nuestras empresas tengan éxito. El Señor nos ha dicho de dónde proviene nuestra fuerza: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6. Cuando lo juzga bueno, el Señor da a quienes guardan su Palabra poder para ejercer fuerte influencia en favor del bien. De hecho, ellos dependen de Dios, y a él tendrán que dar cuenta de la manera en que empleen los talentos que les confió. Deben comprender que son administradores de los bienes del Señor y que deben glorificar su nombre.7TPI 90.1
Los que hayan puesto todos sus afectos en Dios tendrán éxito. En Cristo, se perderán a sí mismos de vista y los atractivos del mundo no tendrán ningún poder para apartarlos de la obediencia. Comprenderán que los adornos exteriores no dan fuerza. No es una apariencia importante la que representa de una manera correcta la obra que debemos realizar como pueblo elegido de Dios. Los que trabajan en relación con nuestra obra pro salud deben estar adornados de la gracia de Cristo. Ello les permitirá ejercer la mayor influencia que sea dable ejercer para el bien.7TPI 90.2
El Señor obra de buena fe con nosotros. Nos hace promesas a condición de que cumplamos fielmente su voluntad. Por esto, cuando se trata de construir sanatorios, debemos darle el primer lugar, el último y el mejor.7TPI 90.3
Los que sirven a Dios deben velar para que su gusto por la ostentación no arrastre a otros a los placeres fáciles y a la vanidad. Dios no desea que siervo alguno suyo se meta en empresas costosas e inútiles que endeuden a la gente y la priven de los recursos que podría traer para ayudar a la obra del Señor. Mientras los que profesan creer la verdad presente anden en las sendas del Señor para obrar según la justicia, podrán contar con que el Señor los hará prosperar. Mas si prefieren errar lejos de la senda estrecha, atraerán la ruina sobre sí mismos y sobre los que se dejen guiar por ellos.7TPI 90.4
Los que funden establecimientos médicos deben dar el buen ejemplo. Aun cuando haya dinero, no deben gastar más de lo absolutamente necesario. La obra del Señor debe dirigirse teniendo en cuenta las necesidades de cada parte de la viña. Somos todos miembros de una misma familia, hijos de un mismo Padre, y los ingresos del Señor deben emplearse del modo que mejor favorezca los intereses de su causa en el mundo entero. El Señor considera todas las partes del campo, y su viña debe ser cultivada en conjunto.7TPI 91.1
No debemos gastar en algunos lugares todo el dinero de la tesorería, sino trabajar para edificar la obra en muchos lugares: Deben añadirse constantemente nuevos territorios al reino de Dios. Otras partes de su viña deben recibir la ayuda que dará carácter a la obra. El Señor nos prohíbe valernos de planes egoístas en su servicio, que priven a nuestro prójimo de las facilidades que le permitirían desempeñar su papel en la difusión de la verdad. Debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.7TPI 91.2
Debemos recordar también que nuestra obra ha de corresponder a nuestra fe. Creemos que el Señor vendrá pronto; ¿no debe manifestarse esta convicción por los edificios que construimos? ¿Invertiremos sumas considerables en edificios que pronto quedarán consumidos por la conflagración final? Nuestro dinero representa almas, y debemos emplearlo de manera que dé a conocer la verdad a aquellos que, a causa del pecado, están bajo la condenación divina. Renunciemos, pues, a nuestros planes ambiciosos, y seamos precavidos contra los extremos y la imprevisión, por temor a que, estando vacía la tesorería del Señor, sus obreros no dispongan ya de los recursos necesarios para cumplir la tarea que se les ha confiado.7TPI 91.3
Nuestras instituciones más antiguas han gastado sumas de dinero que superaban lo necesario. Los que estimaron propio obrar así pensaban que ese gasto daría carácter a la obra, mas el argumento no justifica esos gastos exagerados.7TPI 91.4
Dios desea que en nuestras instituciones se manifieste siempre el espíritu humilde y manso del Maestro, quien es la Majestad del cielo y el Rey de gloria. No se ha estudiado debidamente la primera venida de Cristo. El vino para ser nuestro Ejemplo en todo. Su vida fue una vida de estricta abnegación. Si seguimos su ejemplo, no gastaremos jamás dinero sin necesidad. No hemos de buscar lo que sólo sería ostentación. Procuraremos más bien que la luz resplandezca por medio de nuestras buenas obras y que Dios sea glorificado por el empleo de los mejores métodos de sanar a los enfermos y aliviar a los que sufren. Lo que da carácter a nuestra obra, no es el dinero que enterramos en la construcción de nuestros edificios, sino nuestra perseverancia en los principios religiosos y la semejanza de nuestro carácter al de Cristo.7TPI 92.1
Los errores cometidos en el pasado en la construcción de ciertos edificios, deben ser advertencias saludables para lo por venir. Debemos ver en qué se equivocaron otros, y en vez de imitar sus errores, tratar de hacer mejor que ellos. En todo paso adelante, debemos tener en cuenta la necesidad de ahorrar. No debe hacerse ningún gasto inútil. El Señor vendrá pronto, y nuestros gastos en edificios deben armonizar con nuestra fe. Nuestros fondos deben dedicarse a amueblar habitaciones alegres, y asegurar a los enfermos buenos alimentos, así como un ambiente favorable para la salud.7TPI 92.2
Nuestras ideas referentes a construir y amueblar las instituciones deben ser regidas por la práctica de una comunión constante y humilde con Dios. No debe considerarse necesario dar a esos establecimientos una apariencia de riqueza. No debe confiarse en la apariencia como medio de obtener éxito. No es más que un engaño. El deseo de mantener una apariencia inconveniente a la obra que Dios nos ha asignado, que sólo podría mantenerse gastando fuertes sumas de dinero, es un tirano sin misericordia; es como un cáncer que destruye las entrañas.7TPI 92.3
Los hombres de buen criterio prefieren la comodidad a la elegancia y el lujo. Es un error pensar que las apariencias atraerán más pacientes, y habrá por consiguiente más ganancias. Aun suponiendo que este proceder aumentase la clientela, no podemos consentir que nuestros sanatorios sean amueblados según las costumbres de lujo de nuestro siglo, La influencia cristiana es demasiado valiosa para quedar así sacrificada. Todo lo que rodea nuestras instituciones, y cuanto esté en ellas, debe armonizar con las enseñanzas de Cristo y la expresión de nuestra fe. En todos sus ramos, nuestra obra debe ser una lección de juicio santificado y no de ostentación y despilfarro.7TPI 92.4
No son los edificios imponentes y costosos, ni los muebles de lujo, ni las mesas cargadas de manjares delicados, lo que dará a nuestra obra influencia y éxito. Es la fe que obra por el amor y purifica el alma; es la atmósfera de gracia que rodea al creyente; es el Espíritu Santo, obrando en el pensamiento y el corazón, lo que da a nuestra obra el sabor de vida para vida y que permite a Dios bendecirla.7TPI 93.1
Dios puede comunicarse hoy con su pueblo y darle la sabiduría necesaria para hacer su voluntad, así como se comunicaba antaño con su pueblo y le dio la sabiduría necesaria para construir su santuario. En la construcción de ese edificio, dio una representación de su potencia y majestad; y su nombre debe igualmente quedar honrado hoy por los edificios que se construyen para él. Cada parte debe denotar fidelidad, solidez e idoneidad.7TPI 93.2
Los encargados de la construcción de un sanatorio deben representar la verdad trabajando con el espíritu y el amor de Dios. Así como Noé amonestó al mundo al construir el arca, por el trabajo que se haga en la construcción de las instituciones del Señor, se predicarán sermones, y el corazón de algunos se convencerá y convertírá. Sientan, pues, nuestros obreros la necesidad constante de la ayuda de Cristo, para que nuestras instituciones no sean establecidas en vano.7TPI 93.3
Mientras la obra de construcción progrese, acuérdense que, como en los días de Noé y Moisés Dios determinó todos los detalles del arca y del santuario, así también en la construcción de las instituciones modernas, él vigila personalmente el trabajo que se realiza. Acuérdense que el gran Arquitecto desea dirigir su obra por su Palabra, por su Espíritu y por su providencia. Por esto, deben tomarse el tiempo de solicitar sus consejos. La voz de la oración y la melodía de los himnos santos deben elevarse hasta él como el humo del incienso. Todos deben comprender que dependen enteramente de Dios. Deben recordar que están levantando una institución por medio de la cual debe cumplirse con éxito una obra que tendrá consecuencias infinitas, y que al hacerla deben ser colaboradores de Dios. “Mirar a Jesús”, debe ser nuestro lema. Y ésta es la promesa que se nos hace: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar: sobre ti fijaré mis ojos”. Salmos 32:8.7TPI 93.4