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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7

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    El autor

    Dios desea colocar al hombre en una relación directa con él. El conoce el principio de la responsabilidad personal en todos sus tratos con los seres humanos. Trata de promover un sentido de dependencia personal y mostrar la necesidad de una dirección personal. Sus dones son confiados a los hombres en forma individual. Cada persona ha sido hecha un mayordomo de responsabilidades sagradas; cada una debe cumplir su tarea de acuerdo con las indicaciones del Dador; y cada una debe rendir cuentas a Dios del desempeño de su mayordomía.7TPI 168.1

    Por este medio, Dios trata de asociar lo humano con lo divino, para que mediante esta relación el hombre pueda ser transformado a la semejanza divina. Entonces el principio del amor y la bondad formará parte de su propia naturaleza. Satanás, con el fin de frustrar este propósito, obra constantemente para fomentar la dependencia del hombre en la fuerza humana y transformar a los hombres en esclavos de los hombres. Cuando al hacerlo logra que éstos desvíen su mente de Dios, les insinúa sus propios principios de egoísmo, odio y disensión.7TPI 168.2

    Dios desea que en todas nuestras transacciones salvaguardemos cuidadosamente el principio de responsabilidad personal y de dependencia de él. Nuestras casas editoras debieran tener presente este principio en sus negociaciones con los autores.7TPI 168.3

    Algunos han insistido en que los autores no tienen ningún derecho de retener la mayordomía de sus propias obras; que deben entregar sus obras para que las controle la casa publicadora o la asociación; y que no deben recibir ninguna participación en las ganancias, fuera de los gastos relacionados con la producción de los manuscritos; que se debe dejar a la asociación o la casa editora la responsabilidad de asignar dichos fondos a las diversas necesidades de la obra, según se lo dicte su criterio. De este modo la mayordomía de la obra del autor sería transferida totalmente a los demás.7TPI 168.4

    Pero Dios no ve así el asunto. La habilidad de escribir un libro, así como sucede con los demás talentos, es un don de él, por cuyo desarrollo el poseedor es responsable ante Dios; y debe invertir las ganancias bajo su dirección. Mantengamos en mente el hecho de que la propiedad que se nos ha confiado para ser invertida no es nuestra. Si fuera, podríamos reclamar el derecho de disponer de ella a nuestro antojo; podríamos delegar nuestra responsabilidad sobre los otros, y dejar con ellos nuestra mayordomía. Pero esto no se puede hacer, porque el Señor nos ha hecho individualmente sus mayordomos. Somos responsables de invertir esos medios nosotros mismos. Nuestros propios corazones deben santificarse; nuestras manos necesitan tener algo de los fondos que Dios nos confía, para compartirlos según la ocasión lo demande.7TPI 169.1

    No sería más razonable que la asociación o la casa editora pretendiera asumir el control de las entradas que un hermano recibe de sus casas o terrenos, que apropiarse de lo que alguien recibe como producto de su cerebro.7TPI 169.2

    Tampoco hay más justicia en la pretensión de que las facultades físicas, mentales y anímicas de una persona pertenecen totalmente a la institución, porque se trata de un obrero a sueldo de la casa editora, y que por lo tanto ésta tiene derecho sobre todas las producciones de su pluma. Fuera de las horas de trabajo en la institución, el tiempo del obrero queda bajo su propio control, para usarlo como a él le plazca, siempre que dicho uso no esté en conflicto con sus deberes hacia la institución. Por lo que pueda producir durante esas horas, él es responsable sólo ante Dios y su propia conciencia.7TPI 169.3

    A Dios no se le podría mostrar una deshonra mayor que el hecho de que un hombre pretenda colocar los talentos de otro ser humano bajo su control absoluto. El mal no se evita por el hecho de que las ganancias de la transacción sean dedicadas a la causa de Dios. El hombre que con tales arreglos permite que su mente sea dominada por la mente de otro, es separado de Dios y queda expuesto a la tentación. Al delegar la responsabilidad de su mayordomía sobre otras personas, y depender de la sabiduría de ellos, coloca al hombre donde Dios debiera estar. Los que tratan de establecer este cambio de responsabilidad no disciernen el resultado de su acción, pero Dios nos lo ha mostrado claramente. El ha declarado: “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo”. Jeremías 17:5.7TPI 169.4

    No permita ningún autor que se lo convenza de regalar o vender los derechos que posee sobre los libros que ha escrito. Reciban una participación justa sobre las ganancias de su obra; entonces consideren sus medios como un encargo de Dios, para ser utilizados de acuerdo con la sabiduría que él impartiere.7TPI 170.1

    Los que poseen la habilidad de escribir libros deberían comprender que también tienen la facultad de invertir las ganancias que reciben. Si bien es correcto que entreguen una parte de ellas en la tesorería, para proveer a las necesidades generales de la causa, deberían sentir que tienen el deber de ponerse al corriente con las necesidades de la obra y después de orar a Dios en demanda de sabiduría deberían invertir personalmente sus medios donde la necesidad sea mayor. Que tomen en sus manos alguna línea de benevolencia. Si sus mentes se hallan bajo la dirección del Espíritu Santo, recibirán sabiduría para discernir dónde se necesitan los medios y serán grandemente bendecidos al aliviar esa necesidad.7TPI 170.2

    Un muy diferente estado de cosas existiría ahora si el plan del Señor se hubiera seguido. Nunca se habrían gastado tantos fondos en unas pocas localidades, dejando tan poco para invertir en la mayoría, en muchas de las cuales aún no se ha levantado el estandarte de la verdad.7TPI 170.3

    Tengan cuidado nuestras casas editoras de no dejarse controlar por principios equivocados en sus transacciones con los obreros de Dios. Si en la institución hay empleados cuyos corazones no se hallan bajo la dirección del Espíritu Santo, con toda seguridad desviarán la obra hacia un curso equivocado. Algunos que profesan ser cristianos consideran los negocios relacionados con la obra del Señor como algo totalmente separado del servicio religioso. Dicen: “La religión es religión, y el negocio es negocio. Estamos decididos a hacer un éxito de lo que se nos ha confiado, y aprovechamos cualquier ventaja posible para promover esta línea especial de trabajo”. De este modo se introducen planes contrarios a la verdad y la justicia bajo la pretensión de que esto o aquello debe realizarse porque se trata de una buena obra que se lleva a cabo para el progreso de la causa de Dios.7TPI 170.4

    Hay hombres cuyo egoísmo los ha vuelto cortos de vista y de criterio estrecho, que consideran su privilegio oprimir exactamente a quienes Dios está usando para difundir la luz que les ha otorgado. Algunos obreros que debieran gozar de libertad en Dios se han visto impedidos por las restricciones de los planes opresivos de quienes no eran más que sus colaboradores. Todo esto no lleva sino la estampa de lo humano, no de lo divino. Se trata de una invención humana que conduce a la injusticia y a la opresión. La causa de Dios es ajena a cualquier mancha de injusticia. No trata de obtener la menor ventaja privando a los miembros de su familia de su individualidad o de sus derechos. El Señor no sanciona la autoridad arbitraria ni tendrá nada que ver con el menor egoísmo ni engaño. Dios aborrece todas esas prácticas.7TPI 171.1

    El Señor declara: “Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto”. “No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeña. Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justa tendrás... porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y cualquiera que hace injusticia” Isaías 61:8; Deuteronomio 25:13-16.7TPI 171.2

    “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Miqueas 6:8.7TPI 171.3

    Una de las aplicaciones más elevadas de estos principios se halla en el reconocimiento del derecho que el hombre tiene de sí mismo, del control de su propia mente, de la mayordomía de sus talentos, el derecho de recibir y compartir el fruto de sus propias labores. Nuestras instituciones gozarán de fortaleza y poder solamente en la medida en que reconozcan estos principios en todas sus relaciones con sus semejantes: sólo en la medida en que obedezcan las instrucciones de la Palabra de Dios en todas sus transacciones. 7TPI 171.4

    *****

    Cada facultad que Dios nos ha prestado, sea física, mental o espiritual debe ser cultivada religiosamente para realizar la obra que se nos ha asignado en favor de nuestros semejantes que perecen en la ignorancia. Cada uno debe ocupar sin impedimentos su puesto del deber, sirviendo humildemente al Señor, y siendo responsable personalmente por su propio trabajo. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”, “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras” Colosenses 3:23-24; Romanos 2:6.7TPI 171.5

    *****

    Satanás utiliza toda su pericia para diseñar incontables planes y métodos con el fin de cumplir sus propósitos. Se empeña en restringir la libertad religiosa y restaurar una especie de esclavitud en el mundo religioso. A menos que sean sostenidas por el poder de Dios, las organizaciones e instituciones obrarán bajo los dictados de Satanás para mantener a los hombres bajo el control de los hombres; el fraude y el engaño tomarán el aspecto de un celo por la verdad y por el adelantamiento del reino de Dios. Cualquier cosa que en nuestra práctica no aparezca con la claridad del día pertenece a los métodos del príncipe del mal. 7TPI 172.1

    *****

    Los hombres caen en el error al partir de premisas falsas y al esforzarse luego para que todas las cosas hagan aparecer el error como verdad. En algunos casos las primeras premisas contienen algo de verdad mezclada con el error; pero esto no conduce a ninguna acción justa; y por ello los hombres son engañados. Tienen el afán de mandar y de transformarse en algo poderoso, y en su afán de justificar sus principios adoptan los métodos de Satanás. 7TPI 172.2

    *****

    Si resisten las amonestaciones que el Señor les envía, estas personas se transforman en guías de prácticas inicuas y usurpan el ejercicio de las prerrogativas de Dios: al tratar de controlar las mentes de los hombres se atreven a hacer lo que Dios mismo no haría. De esta manera siguen las huellas del romanismo. Introducen sus propios planes y métodos, y debilitan la fe de los demás en la verdad mediante sus conceptos equivocados de Dios, y con ello introducen principios falsos que obran como levadura para manchar y corromper las instituciones e iglesias.7TPI 172.3

    Todo lo que rebaja el concepto que el hombre tiene de la justicia y la equidad y el juicio parcial, y cualquier plan o precepto que arrastra a los agentes humanos de Dios bajo el control de las mentes humanas, menoscaba su fe en Dios y aparta al alma de él.7TPI 173.1

    Dios no justificará ningún plan por medio del cual el hombre trate de gobernar u oprimir en el menor grado a sus semejantes. Tan pronto como el hombre trata de establecer una regla de hierro para los otros hombres, deshonra a Dios y pone en peligro su propia alma y las almas de los hermanos.7TPI 173.2

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