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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3

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    Pecado y castigo de Acán

    Dios había protegido especialmente a su pueblo para que no se mezclara con las naciones idólatras que lo rodeaban, y así sus corazones fueran seducidos por los atractivos bosquecillos y lugares sagrados, los templos y altares que eran arreglados en la manera más costosa y seductora a fin de pervertir los sentidos, de tal manera que Dios fuera suplantado en la mente de la gente.3TPI 292.1

    La ciudad de Jericó estaba entregada a la idolatría más extravagante. Los habitantes eran muy ricos, pero todas las riquezas que Dios les había dado las consideraban como el don de sus dioses. Tenían oro y plata en abundancia; pero, como el pueblo antediluviano, eran corruptos y blasfemos, e insultaban y provocaban al Dios del cielo mediante sus obras malvadas. Los juicios de Dios se despertaron contra Jericó, que era una fortaleza. Pero el mismo Capitán de la hueste del Señor vino del Cielo para dirigir a los ejércitos celestiales en un ataque a la ciudad. Ángeles de Dios asieron las masivas murallas y las derribaron. Dios había dicho que la ciudad de Jericó debía ser maldita y que todos deberían perecer excepto Rahab y su familia. Se debía salvar a éstos por el favor que Rahab había hecho a los mensajeros del Señor. La palabra del Señor al pueblo fue: “Vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis”. Josué 6:18. “En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas”. vers. 26.3TPI 292.2

    Dios fue muy exigente en cuanto a Jericó, no fuera que el pueblo se encantara con las cosas que los habitantes habían adorado y sus corazones se apartaran de Dios. Previno a su pueblo con órdenes muy absolutas; sin embargo, a pesar de la orden solemne de Dios mediante la boca de Josué, Acán se atrevió a transgredirla. Su codicia lo condujo a tomar de los tesoros que Dios le había prohibido que tocara porque la maldición de Dios estaba sobre ellos. Y debido al pecado de este hombre, el Israel de Dios fue tan débil como agua ante sus enemigos.3TPI 292.3

    Josué y los ancianos de Israel estaban en gran aflicción. Se postraron ante el arca de Dios en la humillación más abyecta porque el Señor estaba airado con su pueblo. Oraron y lloraron ante Dios. El Señor habló a Josué: “Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros”. Josué 7:10-12.3TPI 293.1

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