El pecado de la codicia
Querido hermano P: Haré un esfuerzo más para amonestarlo a que se esfuerce para ganar el reino. Se le ha dado amonestación tras amonestación, a las que usted no ha prestado atención. Pero, oh, si usted aun ahora quisiera arrepentirse de su conducta pasada equivocada y volverse al Señor, podría no ser demasiado tarde para corregir los errores. Todas las facultades de su mente han sido dedicadas a conseguir dinero. Usted ha adorado el dinero. Ha sido su dios. La vara de corrección de Dios pende sobre usted. Sus juicios pueden sorprenderle en cualquier momento y usted ir a la tumba sin estar listo, con sus vestiduras sucias y manchadas con la corrupción del mundo. ¿Cuál es su registro en el cielo? Cada dólar que usted ha acumulado ha sido como un eslabón extra en la cadena que lo sujeta a este pobre mundo. Su pasión por hacer ganancias se ha ido fortaleciendo continuamente. Su gran preocupación ha sido cómo podría obtener más recursos. Usted ha tenido una experiencia terrible, que debería ser una advertencia para aquellos que permiten que el amor al mundo tome posesión de sus almas. Usted ha llegado a ser un esclavo de las riquezas. ¿Qué dirá cuando el Maestro le pida cuenta de su mayordomía? Usted ha permitido que el afán por conseguir dinero llegue a ser la pasión dominante de su vida. Está tan intoxicado con el amor al dinero como el ebrio lo está con su licor.3TPI 597.1
Jesús ha intercedido para que el árbol infructífero pueda ser preservado un poco más de tiempo y yo le ruego una vez más que realice no un esfuerzo débil, sino uno muy intenso, para alcanzar el reino. Líbrese de la trampa de Satanás antes que la palabra, “es dado a ídolos; déjalo” (Oseas 4:17), sea dicha con respecto a usted en el cielo. Todos los amantes del dinero, como usted, un día clamarán con amarga angustia: “¡Oh, el engaño de las riquezas! He vendido mi alma por dinero”. Su única esperanza ahora es no dar ningún paso equivocado, sino hacer un vuelco completo al respecto. Llame resueltamente en su ayuda a la fuerza de voluntad que usted por tanto tiempo ha ejercido en la dirección equivocada, y ahora trabaje en la dirección opuesta. Ésta es la única manera para que usted venza la codicia.3TPI 597.2
Dios ha abierto caminos por los cuales la codicia puede ser vencida: realizando actos de benevolencia. Por su vida usted está diciendo que estima los tesoros del mundo más altamente que las riquezas inmortales. Usted está diciendo: “Adiós, cielo; adiós, vida inmortal; he elegido este mundo”. Usted está canjeando la perla de gran precio por ganancias presentes. Mientras Dios así lo amonesta, mientras en su providencia él ya ha colocado sus pies en el río oscuro, por decirlo así, ¿se atreverá usted a cultivar su propensión a amar el dinero? ¿Se extralimitará, como el acto último de una vida malgastada, y retendrá aquello que con justicia es de otro? ¿Razonará creyendo que está haciendo justicia a su hermano? ¿Añadirá otro acto de intriga y engaño a los ya escritos contra usted en los registros de arriba? ¿Caerá sobre usted el golpe del juicio retributivo de Dios y será llamado, sin advertencia, a cruzar las aguas oscuras?3TPI 598.1
Nuestro Salvador reprendió el pecado de la codicia frecuente y seriamente. “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Lucas 12:15-21.3TPI 598.2
Dios ha hecho una ley para su pueblo indicando que una décima parte de todas las ganancias serán de él. Yo les he dado, dice Dios, nueve décimas partes; pido una décima parte de todas las ganancias. El hombre rico ha retenido esa décima parte que le pertenece a Dios. Si él no hubiera hecho esto, si hubiera amado a Dios supremamente en vez de amarse y servirse a sí mismo, no habría acumulado tan grandes tesoros hasta el punto de que no hubiera espacio para colocarlos. Si él hubiese otorgado sus bienes a sus hermanos pobres para suplir sus necesidades, no habría habido necesidad de derribar los graneros y construirlos más grandes. Pero él ha hecho caso omiso de los principios de la ley de Dios. No ha amado al Señor con todo su corazón y a su prójimo como a sí mismo. Si él hubiera usado su riqueza como un regalo que Dios le había prestado con el cual hacer bien a otros, habría depositado tesoros en el cielo y sido rico en buenas obras.3TPI 598.3
La extensión y la utilidad de la vida no consisten en la cantidad de nuestras posesiones terrenales. Aquellos que usan su riqueza en hacer bien no verán la necesidad de acumular muchos bienes en este mundo; porque el tesoro que se usa para hacer avanzar la causa de Dios y que es dado a los necesitados en el nombre de Cristo, es dado a Cristo, y él lo deposita por nosotros en el banco del cielo en alforjas que no envejecen. El que hace esto es rico para con Dios, y su corazón estará donde sus tesoros estén seguros. El que usa humildemente lo que Dios le ha dado para el honor del Dador, ofrendando generosamente como él ha recibido, en todos sus negocios puede sentir paz y la certeza de que la mano de Dios está sobre él para bien, y él mismo llevará el sello de Dios, teniendo la sonrisa del Padre.3TPI 599.1
Muchos han sentido compasión por la suerte del Israel de Dios, que se sentía constreñido a dar sistemáticamente, además de dar ofrendas anuales liberales. Un Dios omnisapiente sabía mejor qué sistema de benevolencia estaría en armonía con su providencia, y le dio a su pueblo instrucciones al respecto. Siempre se ha demostrado que para ellos nueve décimas partes valen más que diez décimas. Aquellos que han pensado aumentar sus ganancias reteniendo lo que es de Dios, o trayéndole una ofrenda inferior—el animal cojo, ciego o enfermo—, con toda seguridad sufren pérdidas.3TPI 599.2
La Providencia, aunque invisible, siempre interviene en los asuntos de los hombres. La mano de Dios puede prosperar o retener, y él frecuentemente le retiene a uno mientras parece prosperar a otro. Todo esto es para probar a los hombres y revelar lo que hay en el corazón. Permite que la desgracia sorprenda a un hermano mientras que prospera a otros para ver si aquellos a quienes él favorece tienen delante de sus ojos el temor de Dios y cumplen el deber que se les ha ordenado en su Palabra de amar a su prójimo como a ellos mismos y de ayudar a sus hermanos más pobres en base al amor de hacer el bien. Los actos de generosidad y benevolencia fueron concebidos por Dios para mantener tiernos y llenos de compasión los corazones de los hijos de los hombres, y para estimular en ellos un interés y afecto mutuo en imitación del Maestro, quien por nuestra causa se hizo pobre, para que a través de su pobreza nosotros fuéramos enriquecidos. La ley del diezmo fue fundada sobre un principio permanente y fue ideada para ser una bendición para el hombre.3TPI 599.3
El sistema de benevolencia fue dispuesto para prevenir el grave mal de la codicia. Cristo vio que en la práctica de los negocios el amor a las riquezas sería la mayor causa de la extirpación de la verdadera piedad del corazón. Vio que el amor al dinero congelaría en forma profunda y dura las almas de los hombres, deteniendo la corriente de impulsos generosos y cerrando sus sentidos a las necesidades del sufriente y el afligido. “Prestad atención—fue su advertencia repetida a menudo—, y guardaos de la codicia”. “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24. Las advertencias reiteradas e impresionantes de nuestro Redentor están en contraste marcado con las acciones de sus profesos seguidores que evidencian en sus vidas tan grande avidez de ser ricos y que muestran que no saben apreciar las palabras de Cristo. La codicia es uno de los pecados más comunes y populares de los últimos días, y tiene una influencia paralizadora sobre el alma.3TPI 600.1
Hermano P, el deseo de riquezas ha sido la idea central de su mente. Esta pasión por conseguir dinero ha embotado todo motivo elevado y noble, y lo ha vuelto indiferente a las necesidades e intereses de otros. Usted se ha hecho casi tan insensible como un pedazo de hierro. Su oro y su plata se han corrompido, y han llegado a ser una úlcera devoradora para el alma. Si su benevolencia creciera con sus riquezas, usted habría considerado el dinero como un medio por el cual podría hacer el bien. Nuestro Redentor, que conocía el peligro del hombre respecto a la codicia, ha provisto una salvaguardia contra este terrible mal. Ha dispuesto el plan de salvación de tal modo que comience y termine con benevolencia. Cristo se ofreció a sí mismo, un sacrificio infinito. Esto, en sí y por sí, va directamente en contra de la codicia y exalta la benevolencia.3TPI 600.2
La benevolencia constante y abnegada es el remedio de Dios para los pecados ulcerosos del egoísmo y la codicia. Dios ha dispuesto que la benevolencia sistemática sostenga su causa y alivie las necesidades de los sufrientes y menesterosos. Ha ordenado que la dadivosidad se convierta en un hábito que puede contrarrestar el pecado peligroso y engañoso de la codicia. Dar continuamente da muerte a la codicia. La benevolencia sistemática está concebida en el plan de Dios para arrancarle los tesoros al codicioso tan pronto como son ganados y consagrarlos al Señor, a quien le pertenecen.3TPI 601.1
Este sistema está dispuesto de tal manera que los hombres pueden dar algo de su salario cada día y poner aparte para su Señor una porción de las ganancias de cada inversión. La práctica constante del plan de Dios de la benevolencia sistemática debilita la codicia y fortalece la benevolencia. Si las riquezas aumentan, los hombres, aun los que profesan piedad, colocan sus corazones en ellas; y cuanto más tienen, menos dan a la tesorería del Señor. Así las riquezas hacen egoístas a los hombres y su acumulación alimenta la codicia; y estos males se fortalecen mediante el ejercicio activo. Dios conoce nuestro peligro y nos ha protegido contra él con medios que previenen nuestra propia ruina. Se requiere el ejercicio constante de la benevolencia, para que la fuerza del hábito en las buenas obras pueda quebrar la fuerza del hábito en una dirección opuesta.3TPI 601.2
Dios requiere una asignación de medios a objetivos benevolentes cada semana, para que en el ejercicio frecuente de esta buena cualidad el corazón pueda mantenerse abierto como una corriente que fluye sin permitir que se cierre. Mediante el ejercicio, la benevolencia constantemente se agranda y fortalece, hasta que llega a ser un principio y reina en el alma. Es altamente peligroso para la espiritualidad concederle al egoísmo y la codicia el más pequeño lugar en el corazón.3TPI 601.3
La Palabra de Dios tiene mucho que decir en cuanto a sacrificio. Las riquezas proceden del Señor y a él pertenecen. “Las riquezas y la gloria proceden de ti”. 1 Crónicas 29:12. “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2:8. “Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados”. Salmos 50:10. “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmos 24:1) Es el Señor tu Dios quien te da el poder para obtener riquezas.3TPI 602.1
Las riquezas, por ellas mismas, son transitorias y poco satisfactorias. Se nos amonesta a no confiar en riquezas inciertas. “Las riquezas se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo” Proverbios 23:5. “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan”. Mateo 6:19.3TPI 602.2
Las riquezas no proporcionan alivio en las más grandes angustias del hombre. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira”. Proverbios 11:4. “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová”. Sofonías 1:18. “Por lo cual teme, no sea que en su ira te quite con golpe, el cual no puedas apartar de ti con gran rescate”. Job 36:18. Esta advertencia, mi hermano, es apropiada en su caso.3TPI 602.3
Hermano P, ¿qué provisión ha hecho para la vida eterna? ¿Tiene usted un buen fundamento para hacer frente al tiempo venidero, que le asegurará los goces de la vida eterna? ¡Oh, quiera Dios despertarlo! Ojalá, mi querido hermano, que usted comience ahora, precisamente ahora, a trabajar fervientemente para colocar algunas de sus ganancias y riquezas en la tesorería de Dios. Ni un dólar de ellas es suyo. Todo es de Dios, y usted ha reclamado como suyo lo que Dios le ha prestado para que lo dedique a las buenas obras. Su tiempo es muy breve. Trabaje con todas sus fuerzas. Mediante el arrepentimiento usted puede ahora encontrar perdón. Usted debe renunciar a su interés en las posesiones terrenales y cifrar sus afectos en Dios. Debe ser un hombre convertido. Luche desesperadamente con Dios. No se conforme con perecer para siempre, sino haga un esfuerzo para conseguir la salvación antes que sea eternamente demasiado tarde.3TPI 602.4
No es ahora demasiado tarde para corregir los errores. Muestre su arrepentimiento por los errores pasados redimiendo el tiempo. Donde usted ha perjudicado a alguien, haga una restitución cuando el asunto acude a su mente. Ésta es su única esperanza de recibir el amor perdonador de Dios. Será como sacarse el ojo derecho o cortarse el brazo derecho, pero no hay otro camino para usted. Usted ha hecho esfuerzos repetidamente, pero ha fracasado porque ha amado el dinero, parte del cual no ha sido ganado muy honestamente. No trató de redimir el pasado mediante la restitución. Cuando comience a hacer esto, habrá esperanza para usted. Si durante los pocos días que le restan de su vida usted decide continuar como hasta ahora, su caso será sin esperanza; perderá ambos mundos; verá a los santos de Dios glorificados en la ciudad celestial y usted echado fuera; no tendrá parte en esa vida preciosa que fue comprada para usted a un costo infinito, pero que usted valoró tan poco hasta el punto de venderla por riquezas terrenales.3TPI 603.1
Ahora le queda poco tiempo. ¿Trabajará? ¿Se arrepentirá? ¿O morirá completamente sin preparación, adorando el dinero, glorificando sus riquezas, y olvidando a Dios y el cielo? Ninguna lucha débil o esfuerzos vacilantes cortarán sus afectos por el mundo. Jesús le ayudará. En cada esfuerzo ferviente que usted haga, él estará cerca suyo y bendecirá sus intentos. Debe hacer esfuerzos fervientes o se perderá. Le amonesto que no demore un momento, sino que comience precisamente ahora. Usted ha deshonrado por mucho tiempo el nombre de cristiano con su codicia y sus tratos mezquinos. Ahora puede honrarlo trabajando en una dirección opuesta y permitiendo que todos vean que hay poder en la verdad de Dios para transformar la naturaleza humana. Usted, en la fuerza de Dios, puede salvar su alma si lo quiere.3TPI 603.2
Usted tiene una obra que hacer, que debería comenzar inmediatamente. Satanás estará a su lado, como estuvo al lado de Cristo en el desierto de la tentación, para vencerlo con sus razonamientos, para pervertir su juicio y paralizar su sentido de lo correcto y de lo justo. Si usted hace justicia en un solo caso, no debe esperar que Satanás venza sus buenos impulsos mediante su razonamiento. Usted ha estado dominado por el egoísmo y la codicia por tanto tiempo que no puede confiar en usted mismo. No quiero que pierda el cielo. Se me han mostrado los actos egoístas de su vida, sus maquinaciones y cálculos ocultos, sus trueques, y la manera como se ha aprovechado de sus hermanos y de sus semejantes. Dios tiene cada caso escrito en el libro. ¿Acudirá usted en oración a Dios para que ilumine su mente a fin de que vea dónde ha engañado, para que entonces se arrepienta y redima el pasado?3TPI 604.1
Hermano P, quiera Dios ayudarlo antes que sea demasiado tarde.3TPI 604.2