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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1

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    Número 14—Testimonio para la iglesia

    La publicación de testimonios personales

    En el Testimonio número 13 ofrecí un breve bosquejo de las labores y pruebas que tuvimos que afrontar desde el 19 de diciembre de 1866 al 21 de octubre de 1867. En estas páginas consignaré las experiencias menos penosas de los últimos cinco meses.1TPI 546.1

    Durante este período he escrito muchos testimonios personales. Y todavía me quedan muchos que redactar a medida que tenga tiempo y energía, los cuales se dirigen a diversas personas que he conocido en nuestro campo de labor. Debo confesar, sin embargo, que me ha producido mucha ansiedad el determinar precisamente cuál es mi deber con respecto a estos testimonios personales. Con pocas excepciones, los he enviado a sus destinatarios, y he dejado que dichas personas dispusieran de ellos como mejor les pareciera. Los resultados han sido variados:1TPI 546.2

    1. Algunos han recibido los testimonios con gratitud, y han respondido a ellos con buen espíritu, recibiendo de este modo el beneficio correspondiente. Estas personas se han mostrado dispuestas a permitir que sus hermanos vean los testimonios, y han confesado libre y ampliamente sus faltas.1TPI 546.3

    2. Otros han reconocido que los testimonios a ellos dirigidos eran verdaderos, pero después de leerlos, los han guardado y han permanecido silenciosos, sin hacer casi ningún cambio en sus vidas. Esos testimonios se relacionaban en mayor o menor grado con las iglesias a las cuales estas personas pertenecían, y dichas instituciones podrían también haberse beneficiado con ellos. Pero todo esto se perdió por haberse mantenido los testimonios en privado.1TPI 546.4

    3. Otros aún, se han rebelado contra los testimonios. Algunos de éstos han respondido con un espíritu de crítica. Algunos más han expresado amargura, hostilidad e ira, y como pago por haberme esforzado y esmerado en escribir los testimonios, se han vuelto contra nosotros para causarnos el mayor daño posible; mientras que otros me han detenido durante horas en entrevistas personales, derramando en mis oídos y mi dolorido corazón sus quejas, murmuraciones e intentos de justificarse a sí mismos, a veces apelando con lágrimas a sus propias simpatías, y perdiendo al mismo tiempo de vista sus propias faltas y pecados. La influencia que estas cosas han tenido sobre mí ha sido terrible, y a veces me ha llevado al punto de creer que me iba a volver loca. Los resultados de la conducta de estas personas ingratas y carentes de consagración me han costado más sufrimientos y han desgastado mi valor y mi salud diez veces más que todo el esfuerzo de escribir los testimonios.1TPI 546.5

    Todo esto lo he sufrido, y mis hermanos y hermanas generalmente no se han dado cuenta de nada. No han adquirido una idea exacta de la cantidad de trabajo y desgaste que he tenido que soportar, ni de las cargas y sufrimientos que injustamente se me han echado encima. En varios de mis testimonios publicados he colocado algunas comunicaciones personales, y en algunos casos algunos se han ofendido porque no publiqué todas las comunicaciones de esta índole. Debido a su gran número, esto es imposible, y sería también incorrecto, porque algunas se refieren a pecados que no necesitan -y no debieran- hacerse públicos.1TPI 547.1

    He decidido, sin embargo, que muchos de estos testimonios personales deben ser publicados, por cuanto contienen en mayor o menor grado, amonestaciones y enseñanzas que se aplican a millares de otras personas que están en condiciones semejantes. A ellas también debe llegarles la luz que Dios ha visto conveniente hacer brillar sobre casos como los suyos. Es un error impedir que alumbre su camino enviándola a una sola persona o un solo lugar, en donde se la guarda como una luz que se pone debajo de un cajón. Mis convicciones relativas a mi deber en este punto se han visto marcadamente reforzadas por el siguiente sueño:1TPI 547.2

    Ante mí se me presentó un bosque de coníferas. Varias personas, y yo misma, trabajábamos entre ellos. Se me indicó que revisara con mucho cuidado los árboles y viera si se hallaban en condiciones de prosperar. Observé que algunos se estaban torciendo y deformando con el viento, y necesitaban una estaca en que apoyarse. Me hallaba quitando cuidadosamente la tierra de los árboles débiles y moribundos, para determinar la causa de su condición. En las raíces de algunos descubrí gusanos. Otros no habían sido regados debidamente, y se estaban muriendo por la sequía. Las raíces de otros se habían amontonado y enredado, lo cual los estaba dañando. Mi tarea era explicarles a los obreros las diferentes razones de por qué esos árboles no prosperaban. Esto se hacía necesario porque los árboles de otros terrenos corrían el riesgo de ser afectados tal como éstos, y había que exponer la causa de que no prosperaran, y cómo debían ser cultivados y tratados.1TPI 547.3

    En este testimonio hablo libremente del caso de la Hna. Ana More, no porque tenga el deseo de causarle sufrimientos a la iglesia de Battle Creek, sino por un sentido del deber. Amo a esa iglesia a pesar de sus defectos. No conozco otra iglesia que haga tan bien cuando se trata de obras benévolas y otros deberes generales. Presento los hechos temibles de este caso para despertar a nuestro pueblo en todo lugar a que se den cuenta de su deber. No hay uno entre veinte de los que tienen buena fama entre los adventistas del séptimo día, que esté viviendo de acuerdo con los abnegados principios de la Palabra de Dios. Pero que sus enemigos —que carecen aun de los primeros principios de la doctrina de Cristo— no se atrevan a aprovecharse del hecho de que se los amonesta. Esta es evidencia de que son los hijos de Dios. Dice el apóstol que los que no reciben castigo son bastardos y no hijos. Entonces, que esos hijos ilegítimos no se ensoberbezcan contra los verdaderos hijos e hijas del Todopoderoso. 1TPI 548.1

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