Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents

Testimonios para la Iglesia, Tomo 1

 - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First
    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents

    El instituto de salud

    En Números anteriores de los Testimonios para la iglesia he hablado de cuán importante es que los adventistas del séptimo día establezcan una institución para beneficio de los enfermos, en especial de los sufrientes y enfermos entre nosotros. He hablado de la capacidad económica que tiene nuestro pueblo de hacer esto, y he urgido que, en vista de la importancia que tiene esta rama de la gran obra de preparación para encontrarse gozoso con el Señor, nuestro pueblo debe sentirse llamado a contribuir según su capacidad, con una porción de sus medios para establecer una institución así. También he señalado, a medida que se me mostraban, algunos de los peligros a los cuales se verían expuestos los médicos, los administradores y otras personas en el desarrollo de tal empresa. Yo esperaba que se iban a evitar los peligros que se me habían mostrado. En este punto, sin embargo, albergué por un tiempo la esperanza sólo para sufrir más tarde decepciones y pesar.1TPI 548.2

    Me había interesado mucho en la reforma pro salud, y tenía grandes esperanzas de ver prosperar al Instituto de Salud. Sentí, como nadie más podría sentir, la responsabilidad de hablar en el nombre del Señor a mis hermanos y hermanas acerca de esa institución y el deber de proveer los medios necesarios, y seguí con intenso interés y ansiedad el progreso de la obra. Cuando vi que los dirigentes y administradores caían en los peligros que se me habían mostrado, y contra los cuales los había advertido en público y también en conversaciones y cartas privadas, sentí que me sobrevenía una terrible carga.1TPI 548.3

    Lo que se me había mostrado como un lugar en el cual se podría ayudar a los enfermos y sufrientes que hay entre nosotros, era una institución guiada por los principios del sacrificio, la hospitalidad, la fe y la piedad. Pero al ver que se hacían llamados innecesarios a recoger grandes sumas de dinero, declarando que las acciones pagarían altos porcentajes de interés; al ver que los hermanos que ocupaban posiciones en la institución parecían más que dispuestos a recibir salarios más elevados que los que satisfacían a otros que ocupaban posiciones igualmente importantes en la gran causa de la verdad y la reforma; al comprobar, llena de dolor, que con el fin de hacer que nuestra institución fuera popular entre los que no eran de nuestra fe y obtuviera su patrocinio, un espíritu de acomodo ganaba terreno rápidamente en el Instituto, manifestándose en el uso de “Sr.”, “Srta.” y “Sra.” en vez de “hermano” y “hermana”, y en ciertas entretenciones populares en las cuales todos podrían participar en una especie de retozo comparativamente inocente... cuando vi estas cosas, dije: Esto no es lo que se me mostró como una institución para los enfermos que recibiría la señalada bendición de Dios. Esto es una cosa distinta.1TPI 549.1

    A pesar de esto, se hacían cálculos para edificios más grandes, y se recomendaba hacer llamados en procura de grandes sumas de dinero. En vista de la forma como se lo manejaba entonces, no pude menos que considerar que el Instituto era, en general, una maldición. Si bien algunos fueron beneficiados en lo que respecta a su salud, la influencia sobre la iglesia de Battle Creek y sobre los hermanos y hermanas que visitaban el Instituto era tan mala que ahogaba todo el bien que se hacía. Esta influencia estaba alcanzando las iglesias de este estado y de otros, y era terriblemente destructiva de la fe en Dios y en la verdad presente. Varias personas que llegaron a Battle Creek como cristianos humildes, devotos y confiados, salieron de allí casi como infieles. La influencia general de estas cosas estaba creando prejuicio contra la reforma pro salud en muchos de los más humildes, devotos y mejores entre nuestros hermanos, y estaba destruyendo la fe en mis Testimonios y en la verdad presente.1TPI 549.2

    Fue este estado de cosas relativo a la reforma pro salud y el Instituto de Salud lo que, junto con otras cosas que se le agregaron, hizo que fuera mi deber hablar como lo hice en el Testimonio número 13. Yo sabía muy bien que eso produciría una reacción y dificultades en muchas mentes. Sabía también que tarde o temprano debía venir una reacción, y que por el bien del Instituto y de la causa en general, mientras más luego se realizara, mejor sería. Si las cosas se habían estado moviendo en una dirección equivocada, causando daños a las preciosas almas y a la causa en general, cuanto antes se las pudiera corregir y dirigir correctamente, mejor sería. A mayor avance, mayor ruina, mayor reacción, y mayor desánimo general. La obra mal dirigida debía experimentar una corrección así. Debía haber tiempo para corregir errores y comenzar de nuevo en la dirección correcta.1TPI 550.1

    La buena obra que se hizo en favor de la iglesia de Battle Creek el otoño pasado, la reforma completa y retorno al Señor por parte de los médicos, los ayudantes y los administradores del Instituto de Salud, y el asentimiento general de parte de nuestros hermanos y hermanas en todas partes del campo relativo al objetivo básico del Instituto de Salud y la forma como debiera ser conducido, a lo cual hay que agregar la variada experiencia de más de un año no sólo en la dirección equivocada sino en la correcta, me dan mayor confianza que nunca antes en que la reforma pro salud y el Instituto de Salud serán todo un éxito. Todavía espero de todo corazón ver cómo el Instituto de Salud de Battle Creek prospera y en todo respecto llega a ser el instituto que se me mostró. Pero se necesitará tiempo para corregir plenamente los errores del pasado y superarlos. Con la bendición de Dios esto se puede hacer, y se hará.1TPI 550.2

    Los hermanos que han estado a la cabeza de esta obra han apelado a nuestro pueblo en procura de medios, basados en que la reforma pro salud es una parte de la gran obra conectada con el mensaje del tercer ángel. En esto han tenido razón. Es una rama de la gran obra de Dios, caritativa, liberal, sacrificada y benévola. Entonces, ¿por qué dicen esos hermanos: “Las acciones del Instituto pagarán un buen porcentaje”, “son una buena inversión”, o “pagan bien”? ¿Por qué no decir, del mismo modo, que las acciones de la Asociación Publicadora van a pagar un buen porcentaje? Si ambas son ramas de la misma y grande obra de preparación para la venida del Hijo del hombre, ¿por qué no? ¿O por qué entonces no hacer de ambas un asunto de liberalidad? La pluma y la voz que apeló a los amigos de la causa en procura del fondo para publicaciones no ofreció ninguno de esos incentivos. ¿Por qué, entonces, hacerles creer a los guardadores del sábado ricos y codiciosos que pueden hacer gran bien al invertir sus medios en el Instituto de Salud, reteniendo lo invertido y más encima recibiendo altos intereses por el simple uso de su capital? A los hermanos se les pidió que hicieran donaciones a la Asociación Publicadora, y ellos dieron noblemente y con sacrificio para el Señor siguiendo el ejemplo de quien hiciera el llamado; y la bendición del Señor ha estado sobre esa rama de nuestra gran obra. Pero hay que temer que su desagrado recaiga sobre la manera en que se han recogido fondos para el Instituto de Salud, y que dicha institución no cuente con su bendición plena hasta que se corrija este mal. En mi llamado a los hermanos en favor de esa institución, en el Testimonio número 11, pág. 432, dije:1TPI 550.3

    “Se me mostró que entre los adventistas guardadores del sábado no escasean los medios. En la actualidad su mayor peligro consiste en la acumulación de propiedades. Algunos están continuamente aumentando sus cuidados y labores; están sobrecargados. El resultado es que casi se han olvidado de Dios y las necesidades de su causa. Están espiritualmente muertos. Se requiere de ellos que hagan un sacrificio a Dios, una ofrenda. Un sacrificio no aumenta; por el contrario, disminuye y se consume”.1TPI 551.1

    Mi visión de este asunto de los medios es que debiera haber “un sacrificio a Dios, una ofrenda”. Nunca recibí una idea distinta. Pero si el principal se va a quedar en manos de los accionistas, los cuales han de recibir un cierto porcentaje, ¿dónde está la disminución, el sacrificio consumido? Y el plan actual de obtener acciones del Instituto, ¿cómo disminuye el peligro en que se ven los guardadores del sábado que están acumulando propiedades? No hace otra cosa que aumentarlo. Y aquí hay una excusa adicional para su codicia. Al invertir en acciones del Instituto, las cuales se compran y se venden como cualquier otra propiedad, no hacen ningún sacrificio. Al ver el alto porcentaje de ganancia que se les ofrece como estímulo, el espíritu de ganancia material, no el de sacrificio, es lo que los mueve a invertir tanto de sus medios en las acciones del Instituto, que les queda poco y nada para contribuir al sostén de otras ramas aún más importantes de la obra. Dios requiere de esas personas estrechas, codiciosas y mundanas, un sacrificio en favor de la humanidad sufriente. Las llama a dejar que sus posesiones mundanales disminuyan en favor de los afligidos que creen en Jesús y en la verdad presente. Debieran tener la oportunidad de actuar con plena comprensión de las decisiones del juicio final, como se las describe en estas candentes palabras del Rey de reyes:1TPI 551.2

    Mateo 25:34-46: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.1TPI 552.1

    “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.1TPI 552.2

    También dije, en la pág. 494 del Testimonio número 11: “Entre nuestro pueblo hay una amplia provisión de medios, y si todos sintieran la importancia de la obra, se podría llevar a cabo esta gran empresa sin bochornos. Todos debieran tener gran interés en sostenerla. En especial debieran invertir en esta empresa los que tienen medios. Debiera establecerse un hogar apropiado para recibir inválidos, para que, por el uso de los medios adecuados y con la bendición de Dios, sean aliviados de sus dolencias y aprendan a cuidar de sí mismos y evitar así las enfermedades.1TPI 552.3

    “Muchos que profesan la verdad se están volviendo avaros y codiciosos. Necesitan sentir preocupación por sí mismos. Tienen una porción tan grande de sus tesoros en este mundo, que sus corazones están puestos en esos tesoros. La mayor parte de sus bienes está en este mundo, y una porción muy pequeña en el cielo; por lo tanto, sus afectos se hallan fijos en las posesiones materiales en lugar de estarlo en la herencia celestial. En la actualidad hay una buena oportunidad para que usen sus medios en beneficio de la humanidad sufriente, y también para el avance de la verdad. Nunca debiera dejarse que esta empresa luche con la pobreza. Los mayordomos a quienes Dios les ha concedido medios debieran acercarse ahora a la obra y usar sus medios para la gloria de Dios. A los que por su codicia retengan sus medios, les resultará una maldición en vez de una bendición”.1TPI 552.4

    En lo que se me ha mostrado y en lo que he dicho, no he recibido ninguna idea, y me he propuesto no dar ninguna otra, fuera de que la recolección de fondos para esta rama de la obra debía fundarse en la liberalidad, lo mismo que para el apoyo de otras ramas de la gran obra. Y si bien el cambio del plan presente a uno que tenga la aprobación plena de Dios puede generar dificultades y requerir tiempo y esfuerzo, de todos modos pienso que puede hacerse con pérdida mínima de las acciones ya vendidas; y el resultado será un aumento decidido en las donaciones de capital para ser usado en la forma correcta, que alivie a la humanidad sufriente.1TPI 553.1

    Muchos que han comprado acciones no están en condiciones de donarlas. Algunas de esas personas sufren por falta del mismo dinero que han invertido en acciones. En mis viajes de un estado a otro me encuentro con gente afligida que se halla al borde mismo de la tumba, que debiera pasar una temporada en el Instituto, pero que no puede hacerlo porque los medios necesarios para ello los ha invertido en acciones del Instituto. Estas personas no debieran haber invertido en eso ni un solo dólar. Mencionaré un caso de Vermont. Este hermano se había convertido en 1850, y desde entonces ha contribuido con liberalidad a las diversas empresas que se han establecido para ayudar a la causa, hasta que su propiedad se vio reducida. A pesar de ello, cuando llegó el llamado urgente en términos absolutos de parte del Instituto, compró acciones por valor de cien dólares. En la reunión de _____ explicó el caso de su esposa, que se encuentra muy débil, y que debe recibir ayuda, pero pronto, o si no, nunca la volverá a necesitar. Explicó también sus circunstancias, y declaró que si pudiera tener los cien dólares que había invertido en el Instituto, podría mandar a su esposa allá para que la trataran; pero debido a las circunstancias no podía hacerlo. Le constestamos que nunca debía haber invertido ni un dólar en el Instituto, que había algo malo en el asunto que no habíamos podido evitar, y dejamos las cosas así. No tengo escrúpulos en afirmar que esta hermana debería ser tratada por lo menos algunas semanas en el Instituto, libre de costo. Su esposo no puede hacer casi nada fuera de pagar su pasaje a Battle Creek y de regreso.1TPI 553.2

    Los amigos de la humanidad, de la verdad y la santidad, debieran actuar con referencia al Instituto en base al plan de sacrificio y liberalidad. Tengo quinientos dólares en acciones del Instituto, lo cual deseo donar, y si mi esposo tiene con su libro el éxito que anticipamos, dará quinientos dólares más. Los que aprueban este plan, les rogamos que nos escriban a Greenville, condado de Montcalm, Míchigan, y especifiquen las sumas que están dispuestos a donar o invertir en acciones como las que se han usado en el caso de la Asociación Publicadora. Cuando se haga esto, que vengan las donaciones según se las necesite. Que vengan las sumas, grandes y pequeñas. Usense los medios juiciosamente. Que los cargos a los pacientes sean tan razonables como sea posible. Que los hermanos hagan donaciones para pagar parcialmente los gastos que incurran en el Instituto los enfermos pobres dignos de recibir ayuda que haya entre ellos. Lleven a los débiles, según sus fuerzas, a que cultiven los terrenos tan hermosos y bien ubicados que posee el Instituto. Que no lo hagan con la idea estrecha de recibir pago, sino con la liberal idea de que los gastos en que se incurrió para adquirirlos fueron un acto de benevolencia para bien de ellos. Que su trabajo sea una parte tan integral de su receta como la toma de baños. Que la benevolencia, el amor, la humanidad, el sacrificio por el bien de los demás, sea la idea central de los médicos, los administradores, los ayudantes, los pacientes, y con todos los amigos de Jesús, de cerca y de lejos, en lugar de los sueldos, las buenas inversiones, lo que “paga bien”, lo que “paga un buen porcentaje”. Que el amor de Cristo, el amor por las almas, la simpatía por la humanidad sufriente, gobierne todo lo que decimos y hacemos en relación con el Instituto de Salud.1TPI 554.1

    ¿Por qué razón el médico cristiano -que cree en la venida del Señor y de su reino, y espera anhelante el día en que la enfermedad y la muerte dejen de tener poder sobre los santos- habría de esperar que se le pagase más por sus servicios que al redactor o el ministro cristiano? Podrá decir que su trabajo le causa mayor desgaste; pero eso no se ha comprobado. Que trabaje en la medida que pueda soportar, y que no viole las leyes de la vida que les enseña a sus pacientes. No hay buenas razones para que trabaje demasiado y reciba dinero extra por hacerlo, más que el ministro o el redactor. Que todos los que desempeñan una parte en la obra del Instituto y reciben pago por sus servicios, actúen de acuerdo con el mismo principio de liberalidad. A nadie se le debiera permitir continuar como ayudante en el Instituto si lo hace simplemente por el sueldo. Hay gente capacitada que, por amor a Cristo, a su causa y a los sufrientes seguidores del Maestro, ocuparán sus puestos en el Instituto con fidelidad y gozo, y con espíritu de sacrificio. Los que no tienen ese espíritu debieran hacerse a un lado y dejarles el lugar a los que lo poseen.1TPI 554.2

    Hasta donde me es posible juzgar, la mitad de los enfermos de nuestro pueblo que debieran pasar semanas o meses en el Instituto, no pueden pagar todo el gasto de un viaje y estadía allí. ¿Permitiremos que la pobreza impida que esos amigos de nuestro Señor reciban las bendiciones que él ha provisto tan generosamente? ¿Los dejaremos seguir luchando con la doble carga de la debilidad y la pobreza? Los enfermos ricos, que disfrutan de todas las comodidades y conveniencias de la vida, y que pueden pagar para que otros les hagan el trabajo más pesado, pueden -con cuidados y reposo, adquiriendo información y tomando tratamientos caseros- gozar de un estado de salud muy confortable sin ir al Instituto. Pero ¿qué pueden hacer nuestros pobres y débiles hermanos o hermanas para recuperar su salud? Pueden hacer algo, pero la pobreza los impulsa a trabajar más de lo que pueden soportar. Ni siquiera disfrutan de las comodidades de la vida; y en cuanto a las conveniencias de espacio, muebles, medios de bañarse y arreglos para disfrutar de buena ventilación, simplemente no las poseen. Quizás su único cuarto está ocupado invierno y verano por una cocina; y puede ser que todos los libros que hay en casa -excepto por la Biblia- quepan entre el índice y el pulgar. No tienen dinero con el cual comprar libros para leer y aprender a vivir. Estos queridos hermanos son precisamente los que necesitan ayuda. Muchos son cristianos humildes. Pueden tener faltas, algunas de las cuales pueden ser antiguas y ser la causa de su pobreza y miseria actuales. Sin embargo, pueden estar viviendo conforme a su deber mejor que nosotros, que tenemos los medios de mejorar nuestra propia condición y la de otros. A los tales debemos enseñar con paciencia y ayudar con alegría.1TPI 555.1

    Por su parte, estos hermanos deben mostrarse dispuestos y ansiosos de recibir instrucción. Deben acariciar un espíritu de gratitud a Dios y a sus hermanos por la ayuda que se les brinde. En general, estas personas no tienen una idea justa de lo que realmente cuesta el tratamiento, el cuarto, la comida, el combustible, etc., en el Instituto de Salud. No se dan cuenta de la magnitud de la gran obra de la verdad presente y la reforma, y los muchos llamados a la liberalidad de nuestro pueblo. Quizás no se den cuenta de que el número de los pobres entre nosotros es muchas veces mayor que la cantidad de nuestros hermanos ricos. Y también puede ser que no sientan el impacto del hecho terrible de que la mayoría de estos ricos se aferran a sus riquezas y van en el camino seguro de la perdición.1TPI 555.2

    A estos pobres afligidos se les debiera enseñar que cuando murmuran contra su suerte y contra los ricos debido a la codicia de éstos, cometen un gran pecado a la vista del cielo. Debieran comprender en primer lugar que su enfermedad y su pobreza son desgracias causadas en su mayor parte por sus propios pecados, necedades y actos equivocados; y si el Señor pone en el corazón y la mente de su pueblo el deseo de ayudarles, eso debiera inspirar en ellos sentimientos de humilde gratitud a Dios y a su pueblo. Debieran hacer todo lo que esté de su parte para ayudarse a sí mismos. Si tienen parientes que pueden y quieren afrontar sus gastos en el Instituto, dichas personas debieran tener el privilegio de hacerlo.1TPI 556.1

    Y en vista de que hay tantos pobres y afligidos que de una forma u otra deben ser objeto de la caridad del Instituto, y por la falta de fondos y acomodaciones que se experimenta en la actualidad, la estadía de estas personas en el Instituto debe ser breve. Debieran ir allá con la idea de obtener, con tanta rapidez y en la forma más completa que darse pueda, un conocimiento práctico de lo que deben o no hacer para recobrar la salud y vivir sanos. Los elementos principales que deben aprovechar estas personas son las conferencias que escuchen mientras están en el Instituto, y los buenos libros de los cuales aprendan cómo deben vivir en sus hogares. Si pasan algunas semanas en el Instituto podrán hallar algún alivio, pero lograrán más si aplican esos mismos principios en sus hogares. No deben confiar en que los médicos los curarán en unas pocas semanas; en cambio, deben aprender a vivir de modo que le dén una oportunidad a la naturaleza para que efectúe la curación. Esto puede comenzar durante unas pocas semanas de estar en el Instituto, y sin embargo se pueden necesitar años para completar la obra estableciendo hábitos correctos en el hogar.1TPI 556.2

    Un individuo puede gastar todo lo que tiene en este mundo para internarse en el Instituto de Salud y hallar mucho alivio, y luego volver a su familia y a sus antiguos hábitos de vida, para hallarse en pocas semanas o meses en una condición de salud peor que nunca antes. No ha ganado nada; ha gastado sus escasos medios en vano. El objeto de la reforma pro salud y el Instituto de Salud no es como una dosis de “matadolores” u otro analgésico que alivie los dolores del momento. ¡No, de ninguna manera! Su gran objeto es enseñar al pueblo a vivir de modo que se le dé a la naturaleza una oportunidad de quitar la enfermedad y resistirla.1TPI 556.3

    A los afligidos de entre nuestro pueblo quiero decirles: No se desanimen. Dios no ha abandonado a su pueblo y su causa. Hagan saber a los médicos su estado de salud y su capacidad de pagar por una visita al Instituto. Escriban al Instituto de Salud, Battle Creek, Míchigan. Si usted está enfermo, sin energías, debilitado, no espere a que su caso sea desesperado. Escriba inmediatamente. Pero a los pobres debo decirles una vez más: En el momento presente poco se puede hacer para ayudarles debido a que el capital que ya se ha reunido está siendo invertido en material y edificios. Hagan por sí mismos todo lo que les sea posible, y otros les ayudarán en algo. 1TPI 557.1

    *****

    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents