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BUSCANDO AYUDA EN DANSVILLE MV 125

Durante cinco semanas Jaime fue cuidado tiernamente por Elena, a quien se le unieron Uriah Smith y señora, el matrimonio de George Amadon, y el de M. J. Comell (Id., 7 de noviembre, 1865). Habiendo pasado unas pocas semanas en “Nuestro Hogar” en Dansville, Nueva York, durante el año anterior, filena de White estaba convencida del valor del agua como uno de los remedios aprobados por Dios, y al no tener confianza en el uso de drogas venenosas, recurrió a la hidroterapia. Pero esto, al encontrarse agotada, parecía más de lo que podía intentar. No había nadie en Battle Creek que se atreviese a tratar a Jaime con los remedios hidropáticos poco conocidos. Esto la indujo a considerar la idea de llevarlo a Dansville. Se llamó al Dr. H. S. Lay, ahora en Battle Creek, quien les ayudó a decidir que Jaime debía volver con él a “Nuestro Hogar en la Ladera de la Colina”. Y como se verá por el anuncio colocado en la Review por el director interino, Jaime White no fue el único que viajó con el doctor a Dansville: MV 125.9

Partió de viaje desde esta ciudad, el jueves 14 del corriente, en busca de descanso y salud, un grupo adventista afectado por la enfermedad, consistente de las siguientes personas: el pastor Jaime White y su esposa, el pastor J. N. Loughborough, padre, M. F. Maxson, y el director de la Adventist Review [Uriah Smith]. MV 126.1

Estaban acompañados por el Dr. H. S. Lay, recientemente llegado por pedido expreso desde Dansville, Nueva York, hacia donde ahora se dirigen... Esperamos también que estos agotados y sobrecargados siervos del Señor compartirán mayormente en las oraciones de los fieles, mientras obedecen esa muy importante, pero muy descuidada orden de Cristo, “descansad un poco” [Marcos 6:31] (Id., 19 de septiembre, 1865). MV 126.2

El Dr. Jackson les dio una cordial bienvenida a los White, y al día siguiente se les dio un examen físico a todos los miembros del grupo. Se encontró una cabaña cercana a la institución en la que los White tenían las habitaciones en el piso de arriba. Se comenzaron los tratamientos, y cada día caminaban al aire libre. Smith y Loughborough se quedaron en busca de descanso y tratamiento. MV 126.3

El dictamen del Dr. Jackson con respecto a Jaime decía que “resultó muy afortunado para él que fuese interrumpido en su curso de trabajo en ese momento; porque si la naturaleza hubiese aguantado aún por un corto tiempo más bajo la misma presión, eventualmente hubiera cedido, y en una manera tal como para producir una ruina completa, para la cual no habría habido ningún remedio. Como se encuentra ahora, bajo influencias higiénicas apropiadas, se recuperará plena-mente, recobrando más que su salud y fuerza anteriores, pero deben evitarse perma-nentemente las causas que han conducido a este ataque, y debe dedicarse un tiempo muy extenso al trabajo de recuperación, quizás seis u ocho meses” (Id., 3 de octubre, 1865; la cursiva ha sido añadida). MV 126.4

Jaime y Elena permanecieron en Dansville por unos tres meses. Allí tuvieron la oportunidad de observar métodos de tratamiento y una dieta saludable. MV 126.5

Con el tiempo los White pudieron conseguir un apartamento en la planta baja. Jaime tenía días buenos y también días malos. Cuando se veía afectado por la nerviosidad extrema que acompañaba a su enfermedad, parecía perder el valor. Pero los días buenos eran más numerosos que los malos. El 23 de octubre el Dr. Lay envió a la Review un informe del progreso que él estaba haciendo: MV 126.6

Aunque él ha hecho un progreso marcado hacia su recuperación desde que vino a este lugar, sin embargo falta mucho para que esté bien; y a fin de que se recupere plenamente, parece indispensablemente necesario que dedique por lo menos varios meses a ese objeto especial; y a fin de hacer esto exitosamente, necesita descanso, una dieta sencilla, un plan de baños juicioso, y cierta cantidad de ejercicio al aire libre, con el ambiente social más placentero; consecuentemente su familia debiera estar aquí con él. También debiera tener una yunta de caballos a su disposición, para que pueda cabalgar cada día mientras el tiempo lo permita (Id., 31 de octubre, 1865). MV 127.1

Escribió sobre el arduo trabajo de Elena de White al cuidar a su esposo, y sentía que ella debía recibir un poco de ayuda y un tratamiento de varios meses. Pidió que Adelia Patten, ahora la Sra. Van Horn —quien había llenado un lugar extremadamente importante en la familia White—, fuese enviada a Dansville. MV 127.2

Se tomaron seriamente las sugerencias del Dr. Lay, porque todos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa que se considerase mejor para apresurar la recuperación de Jaime. El 7 de noviembre Adelia Van Horn y los niños White, Edson y Willie, partieron de Battle Creek, y al día siguiente la familia White estaba unida en Dansville. También se hicieron arreglos para el uso de un carruaje y una yunta de caballos a fin de incrementar las actividades físicas de Jaime. MV 127.3

Los gastos totales para la familia White ascendían ahora a $40 por semana, y los de Loughborough a unos $20, La denominación no tenía un plan para ayudar a obreros que estuviesen enfermos, de modo que miembros de iglesia enviaron donaciones generosas a Battle Creek para ayudar a sobrellevar la carga financiera. En un lapso de seis semanas Smith y Loughborough estaban plenamente recuperados, pero Loughborough se quedó para ayudar a los White. MV 127.4

A la mañana, al mediodía y a la noche se reunían los hermanos de la misma fe para orar por Jaime White, pero él progresó muy lentamente. Elena de White escribió lo siguiente a modo de explicación: MV 127.5

Mi esposo sólo conseguía un poco de descanso o sueño en las noches. Sufría de la nerviosidad más extrema. Yo no podía coser o tejer en su habitación, o tenía que conversar sólo muy poco, ya que él se agitaba fácilmente, y su cerebro se confundía casi más allá de lo soportable. Requería cuidado casi constante, y el Señor me dio fuerzas de acuerdo con mi necesidad... MV 127.6

Muchas noches cuando mi esposo estaba sufriendo de dolor, incapaz de descansar o dormir, yo dejaba mi cama a medianoche y me postraba ante Dios y oraba fervientemente para que él nos concediese esta señal de su amor y cuidado: que mi esposo pudiera darse cuenta de la influencia tranquilizadora de su Santo Espíritu, y encontrar descanso en el sueño... Teníamos la evidencia de que Dios nos oía orar, y mi esposo caía en un sueño sereno (Id., 27 de febrero, 1866). MV 128.1

No dudábamos de que Dios podía realizar un milagro, y en un momento restaurar la salud y el vigor. Pero si hiciera eso, ¿no correríamos el peligro de violar o abusar nuevamente de nuestras fuerzas mediante el trabajo prolongado e intemperante, y de hacer que nos toque una condición aún peor? (Id., 20 de febrero, 1866). MV 128.2

El hecho de que su enfermedad era el resultado del exceso de trabajo, junto con las instrucciones de los médicos de Dansville respecto a la importancia del descanso completo, lo condujeron, en su estado debilitado, a rehuir todo esfuerzo. Ese fue uno de los obstáculos más serios para su recuperación (2LS, pp. 353-354). MV 128.3

Con la llegada de diciembre, la familia sabía que tendría que sobrellevar un invierno en dependencias un poco estrechas, y con la recuperación muy lenta de Jaime, había días cuando él estaba tan desanimado que pensaba que quizás no iba a vivir. Elena trabajaba devota e incansablemente cuidando a su esposo hasta que ella misma corría peligro de sufrir un quebranto nervioso. Sabía que no podría continuar el programa como se lo estaba llevando a cabo en Dansville durante todo el invierno. Sus pensamientos se dirigieron a Battle Creek. MV 128.4

Pensé en nuestra casa amplia y cómoda en Battle Creek, con sus habitaciones altas y bien ventiladas, y me hice la pregunta: ¿No progresaríamos más rápidamente hacia la recuperación de la salud si estuviéramos en nuestro propio hogar? Pensé en la gran reserva de agua caliente que hay sobre nuestra estufa, lista para usarse en cualquier momento, y en nuestro inmenso tanque de agua blanda, y en nuestro filtro en el sótano, nuestras diversas bateas para los baños, y en el baño equipado con una estufa. MV 128.5

Según mi manera de pensar todas estas cosas convenientes tenían poca importancia en comparación con mi ansia de conseguir que mi esposo, mientras yo pudiese, estuviera entre sus hermanos fieles que lo conocían, y que se habían beneficiado con sus labores (RH, 27 de febrero, 1866). MV 128.6

Elena de White estaba convencida de que debían volver a Battle Creek. Pero ella no confiaría sólo en su propio juicio. Oraba para que Dios la guiase y no le permitiese dar un paso equivocado. Mientras oraba, aumentó su convicción de que debía llevar a Jaime donde pudiera estar entre sus hermanos. Habló con el Dr. Lay. Él le dijo que no podía llevarlo a la casa, porque no podía soportar el viaje. Entonces ella habló con el Dr. Jackson. Él pensó que sería bueno hacer la prueba, realizando el viaje en etapas que fueran fáciles de recorrer. Ella buscó el consejo de Loughborough, quien al principio se sorprendió con tal cambio rapentino, pero le pareció que era la solución. Jaime, que alcanzó a oír sus conversaciones, pronto se sintió entusiasmado con la idea de ir. Empacaron esa noche, termi-nando antes de las 9:00. MV 128.7

El 6 de diciembre tomaron el tren en Rochester. Jaime había propuesto que invitasen a algunos de sus amigos de confianza en esa área para venir a Rochester a fin de participar en reuniones dedicadas a la oración: J. N. Andrews, que vivía en Rochester pero que estaba trabajando en Maine; los Lindsay desde Olcott; y amigos en Roosevelt “que tenían fe en Dios y lo consideraban su deber”. “Estos amigos —escribió Elena de White— vinieron en respuesta a su pedido. Durante diez días tuvimos sesiones de oración especiales y fervientes. Todos los que parti-cipamos en ellas fuimos grandemente bendecidos” (Ibíd.). MV 129.1