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SE UNGE A ELENA DE WHITE MV 293

Aunque Elena de White, al igual que su esposo, había respondido una cantidad de veces a pedidos para que se uniese a otros en el servicio de ungir a los enfermos y orar por su curación, postergó el hacer un pedido tal para ella misma. Pero después de largos meses de sufrimiento y sin evidencia de mejoría, y aunque ella y sus ayudantes habían hecho todo lo que pudieron con tratamientos hidroterápicos adecuados, todavía se encontraba casi incapacitada. Ahora su mente se dirigió a lo que era su privilegio hacer, pedir a los hermanos que viniesen y la ungiesen y orasen pidiendo su curación. Mientras consideraba esto, y todo el asunto de orar por la curación de los enfermos en general, escribió una declaración: MV 293.7

Orar por los enfermos es un asunto sumamente solemne, y no debiéramos emprender este trabajo en una forma descuidada, precipitada. Debiera efectuarse un examen para ver si aquellos que serían bendecidos con salud han cedido a la maledicencia, las desavenencias y la disensión. ¿Han sembrado discordia entre los hermanos y hermanas en la iglesia? Si se han cometido estas cosas debieran confesarse ante Dios y ante la iglesia. Cuando se han confesado las faltas, pueden presentarse ante Dios a las personas por quienes se ora, con sinceridad y fe, según el Espíritu de Dios se mueva sobre ustedes (MS 26a, 1892). MV 293.8

En esta declaración, aparentemente dirigida a ella misma, como también a otros, la Sra. White escribió mucho en el mismo tono que se encuentra en el capítulo “La Oración por los Enfermos”, en El ministerio de curación. En realidad, este manuscrito probablemente formó la base para el capítulo. MV 294.1

Después de la preparación del corazón que acompañó a su tarea de escribir sobre la oración por los enfermos, ella llamó a los hermanos para que viniesen a su casa y la ungiesen y orasen pidiendo su curación. Acerca de esta experiencia, que ocurrió el viernes 20 de mayo, ella escribió en su diario: MV 294.2

Ayer por la tarde, el pastor [A. G.] Daniells y su esposa, el pastor [G. C.] Tenney y su esposa, y los Hnos. Stockton y Smith vinieron a nuestra casa a pedido mío para pedir al Señor que me sanara. Tuvimos una reunión de oración muy fervorosa, y fuimos muy bendecidos. Quede aliviada, pero mi salud no fue restablecida. MV 294.3

Ahora he hecho todo lo posible por seguir las instrucciones de la Biblia, y esperaré que el Señor obre, en la creencia que él me sanará cuando él lo considere oportuno. Mi fe se afirma en esa promesa: “Pedid, y recibiréis” (Juan 16:24). MV 294.4

Creo que el Señor escucha nuestras oraciones. Yo esperaba ser libertada inmediatamente de mi cautividad, y en mi juicio finito estimaba que de este modo Dios sería glorificado. Fui muy bendecida durante nuestra reunión de oración, y me aferraré a la seguridad que entonces se me dio: “Yo soy tu Redentor; yo te sanaré” (MS 19, 1892 [2MS, p. 269]). MV 294.5