La pequeña ciudad de Napier era un lugar hermoso, habiéndose edificado la porción residencial de la ciudad en una serie de cerros elevados que tenían vista al mar. Elena de White, W. C. White y Emily fueron llevados a la casa cómoda de los doctores Caro, no lejos de donde ya estaban en marcha los preparativos para el campestre. Allí fueron hospedados todo el tiempo. Se puso a disposición de Elena de White un carruaje de dos ruedas tirado por caballos para que llegase a las reuniones. MV 307.4
Se habían hecho arreglos para que ella hablase el domingo de noche en el Teatro Royal, y allí presentó su tema favorito, “El Amor de Dios”, a un público atento. Los tres días siguientes fueron dedicados a alistarse para la reunión. Se armaron dos carpas grandes. Semanas antes se había notificado a las iglesias en cuanto a la reunión, pero la respuesta fue pobre, de modo que se abandonaron los planes de tener una carpa para el comedor y otra para la recepción. Sólo se armaron unas pocas carpas para familias. Se esperaba que el restaurante del pueblo pudiera servir la comida que se necesitase. MV 307.5
Sin embargo, a mitad de la semana los barcos y los trenes trajeron delegaciones de las iglesias, duplicando plenamente el número de asistentes que se esperaba. Los que trazaron los planes para el campestre enfrentaban una pequeña crisis. MV 307.6
Desde el momento en que se pusieron en marcha los planes, Elena de White había insistido en que este primer campestre tendría que ser una muestra de lo que deberían ser campestres futuros. Vez tras vez declaró: “‘Asegúrate, dijo él, que hagas todas las cosas de acuerdo con el modelo que te ha sido mostrado en el monte’. Como pueblo —dijo ella— hemos perdido mucho al descuidar el orden y el método”. Ella comentó: “Aunque requiera tiempo, reflexión cuidadosa y trabajo, y a menudo parezca que hace más costoso nuestro trabajo, final-mente podemos ver que compensa financieramente hacer todo en la manera más perfecta” (RH, 6 de junio, 1893). El que la gente vaya a la parte residencial de la ciudad para comer, señaló ella, “interrumpiría nuestro programa, desperdiciaría tiempo precioso, e introduciría un estado de cosas fortuito que debiera evitarse” (Ibíd.). MV 307.7
Se agrandó el campamento; se consiguieron más carpas; se preparó una carpa de recepción, y también otra para que sirviese como comedor. MV 308.1
La comida que se proveyó era sencilla y nutritiva, pero abundante. En vez de una docena de personas como se esperaba al principio, alrededor de 30 tomaron sus comidas en la carpa que hacía de comedor. MV 308.2
La primera reunión en la carpa grande fue el martes de noche, como anticipo de la apertura, y habló Stephen McCullagh. El primer sábado de tarde Elena de White fue la oradora. Al término de su mensaje ella extendió invitaciones en busca de una respuesta, primero de aquellos que nunca habían aceptado a Cristo y luego de “quienes profesaban ser seguidores de Cristo, pero que no tenían la evidencia de su aceptación”. Las respuestas fueron animadoras. Había caído una fuerte lluvia, y la carpa grande goteaba en muchos lugares, pero esto no molestó a la audiencia, porque el interés en “los asuntos eternos” era demasiado profundo como para dejarse afectar por las circunstancias. Mientras continuaba la lluvia, George Starr dio instrucciones preciosas y exhortó a la gente. La reunión continuó hasta la puesta del sol (Ibíd.). MV 308.3
El domingo de noche seis personas fueron bautizadas. El lunes se dedicó a reuniones administrativas. MV 308.4
Los mensajes presentados en el campamento fueron muy prácticos, y Elena de White se unió a los ministros en su trabajo. MV 308.5
Se había planeado que el campestre terminase el miércoles 5 de abril, pero se demoró la transportación por barco, y por eso las reuniones continuaron un día más. Tras ello hubo una reunión para los colportores durante el fin de semana. La Sra. White todavía quedó en Napier durante otra semana; ella y obreros asociados visitaron familias e iglesias cercanas. Pero mucho de su tiempo ella lo dedicó a escribir. MV 308.6
Dos o tro semanas después que terminó el campestre, ella escribió sobre su éxito a Harmon Lindsay en Battle Creek: MV 308.7
Nuestro campestre en Napier fue excelente desde el comienzo al fin. Varios decidieron observar el sábado por primera vez, y algunos que habían abandonado la iglesia regresaron (Carta 79, 1893). MV 308.8