Otro asunto de importancia vital que estaba preocupando fuertemente a Elena de White en el año 1899 era el curso inquietante que estaba siguiendo la obra médico-misionera en Norteamérica. El Dr. John Harvey Kellogg estaba dando pasos para despojar a esta obra de sus lazos denominacionales en el Sanatorio de Battle Creek, la Escuela de Medicina, y la obra para los parias y las clases socialmente carenciadas en Chicago. Esta última actividad era un trabajo que estaba creciendo rápidamente y que dividía los intereses de Kellogg y abrumaba su cuerpo y su mente. MV 367.5
Los avances de la filosofía panteísta que se estaba introduciendo insidiosamente en las enseñanzas adventistas, amenazando la teología básica de la iglesia, reclamaban una seria atención. El 15 de febrero comenzaría una sesión de tres semanas de la Asociación General en South Lancaster, Massachusetts, y Elena de White se dedicó a preparar mensajes que formulasen advertencias solemnes y protegiesen la causa. MV 367.6
En pasos progresivos el Dr. Kellogg trabajó con miras a colocar la obra médica de los adventistas sobre una base no denominacional. Cuando Kellogg dirigió el establecimiento del Colegio Médico-Misionero Americano en 1895 (como se explicó en los capítulos 23 y 24 del libro The Story of Our Health Message), más bien impuso furtivamente una identidad no denominacional en esta importante fase de la obra educacional. Kellogg les dijo a los estudiantes que se inscribieron en este colegio médico: MV 367.7
Ésta no es una escuela sectaria. Las doctrinas sectarias no han de enseñarse en esta escuela médica. Es una escuela que tiene el propósito de enseñar la ciencia médica, teórica y prácticamente, y la obra misionera evangélica. No ha de ser una escuela Adventista del Séptimo Día, o Metodista o Bautista o de ninguna otra secta (Medical Missionary, octubre, 1895 [citado en SHM, pp. 294-295]). MV 368.1
Durante el año 1898, Elena de White le escribió 17 cartas al Dr. Kellogg, sumando unas 113 páginas; muchos eran mensajes de advertencia. En 1899 le escribió otras 26 cartas, con un promedio de nueve páginas por carta. Primero se presentaron los mensajes que tenían que ver con diversas fases de la obra médicomisionera. En lo esencial, estos mensajes no eran sino una ampliación de lo que ella había estado escribiendo en cartas dirigidas a Kellogg durante un período de un año o dos. Algunas de las cartas contenían palabras de encomio por ciertas fases de su trabajo; otras eran meramente informes noticiosos de progresos en Australia, particularmente en las ramas médico-misioneras; otras expresaban alarma; otras contenían advertencias solemnes. Todas fueron escritas bondadosa, cuidadosamente, y en forma comprensiva. El 13 de febrero de 1898, ella comenzó su mensaje al doctor, a quien había conocido desde muchacho y a quien amaba como a su propio hijo, con estas palabras: MV 368.2
Me daría una gran satisfacción hacerle una larga visita. Tengo mucho para decirle, y usted tiene mucho para decirme a mí. A veces tengo la fuerte impresión de que nuevamente daré mi testimonio en el viejo campo de Battle Creek (Carta 21, 1898). MV 368.3
Ver al hombre que había sido usado tan poderosamente por Dios y a cuyo lado ella había permanecido a lo largo de los años, desviarse del mensaje y perder de vista los verdaderos objetivos de la obra médico-misionera era algo que desgarraba el alma de Elena de White. No obstante, ella continuó trabajando y orando y comunicándose mediante cartas. MV 368.4