Sólo porque Dios se lo había revelado pudo Elena de White haber sabido que en la sesión de la Asociación General de 1899 se presentarían enseñanzas panteístas. Ella fue inducida a escribir y enviar anticipadamente un artículo para que fuese leído, titulado “La Verdadera Relación entre Dios y la Naturaleza”. En la reunión del martes de mañana, 21 de febrero, cuando se estaba discutiendo el mensaje de salud en la sesión, el Dr. Kellogg declaró que le agradaría oír al Dr. E. J. Waggoner y a W. W. Prescott refiriéndose “a esta cuestión de la vida sana”, porque los dos habían estado dando pláticas interesantes y útiles en el sanatorio. Cuando Waggoner habló, lo hizo en el marco de la filosofía panteísta, que tenía un apoyo evidente de por lo menos una parte de la audiencia. Algunos días más tarde el correo trajo el mensaje de Elena de White, que fue leído en la sesión del sábado 4 de marzo por la tarde. MV 368.5
Comenzaba con estas palabras: MV 369.1
Desde la caída del hombre, la naturaleza no puede revelar un conocimiento perfecto de Dios, porque el pecado la ha arruinado y se ha interpuesto entre la naturaleza y el Dios de la naturaleza (GCB 1899, p. 157). MV 369.2
Extractos de su mensaje revelan la manera directa en que ella afrontó los problemas que se habían levantado tan sutilmente en la sede central de la iglesia: MV 369.3
Cristo vino al mundo como un Salvador personal. Representaba a un Dios personal. Ascendió al cielo como un Salvador personal, y volverá como ascendió al cielo: un Salvador personal. Necesitamos considerar cuidadosamente esto, porque en su sabiduría humana, los sabios del mundo, al no conocer a Dios, deifican insensatamente a la naturaleza y las leyes de la naturaleza... MV 369.4
El Padre en el cielo tiene una voz y una persona que Cristo expresó. Aquellos que tienen un conocimiento verdadero de Dios no llegarán a infatuarse tanto con las leyes de la materia y las operaciones de la naturaleza como para pasar por alto o negarse a reconocer la obra continua de Dios en la naturaleza. La Deidad es el autor de la naturaleza. El mundo natural no tiene en sí mismo un poder inherente sino el que Dios suple. ¡Cuán extraño, entonces, que tantos hagan una deidad de la naturaleza! Dios provee la materia y las propiedades con las cuales ejecutar sus planes; la naturaleza no es sino su agencia (Ibíd.). MV 369.5
Pero en ese momento Kellogg no estaba dispuesto a recibir mensajes de advertencia y reproche. Se sintió ofendido ante las advertencias que Elena de White expresó y declaró que ella se había vuelto en contra de él. Amenazó con renunciar a su trabajo y a toda conexión con los adventistas. Esto casi la aturdió. El 15 de agosto escribió en su diario: MV 369.6
Perdí mi valor y mi fuerza, y no puedo traer a la mente las cosas que debo escribir. Tengo una carta —dos, sí, tres— escritas para el Dr. Kellogg, pero temo tanto ser mal interpretada que no me atrevo a enviarlas. Siento intensamente, y quiero ayudarle en su modo de pensar en muchas cosas, ¿pero cómo puedo hacerlo? Mis palabras son aplicadas mal y mal entendidas, y a veces parece que son tan mal entendidas por los seres humanos que hacen más daño que bien. Éste ha sido el caso con el Dr. Kellogg (MS 189, 1899). MV 369.7