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A TRAVÉS DE LA PUERTA DE ORO (GOLDEN GATE) MV 388

Ahora llegaron al jueves, el último día completo del viaje. Esa noche entrarían a la Bahía de San Francisco. El día estaba soleado y brillante, pero el mar se hallaba tan agitado que los marineros a duras penas podían mantener su equilibrio sobre la cubierta. La mayoría de los pasajeros permanecieron en sus camarotes. No hubo una fiesta por la terminación del viaje. Elena de White se mantuvo en cama todo el día, temerosa incluso de darse vuelta. Y entonces, justo antes de que el Moana traspusiese la Puerta de Oro (Golden Gate), el mar se aquietó repentinamente. Eran las 10:00 de la noche. El barco no podía atracar hasta el amanecer, de modo que se echó el ancla. MV 388.1

Durante las largas horas de la noche el barco se bamboleó perezosamente anclado en la Bahía de San Francisco. El grupo de los White sin duda esperaba que con la llegada del día el Moana se trasladase a uno de los muelles de la Compañía de Vapores, y que pronto amigos y compañeros de trabajo que estaban en el desembarcadero les diesen la bienvenida en su regreso a los Estados Unidos. Pero no fue así. Funcionarios de inmigración, altamente conscientes de los gérmenes, les requirieron a los pasajeros de Sydney, aunque habían estado en el barco por casi un mes, que mediante un remolcador fuesen a una estación de cuarentena en la isla Ángel, donde sus pertenencias y baúles podían ser fumigados. Todo ese viernes agotador se dedicó a pasar por estas formalidades. MV 388.2

Finalmente, al atardecer, habiéndose fumigado y vuelto a empaquetar en forma debida el contenido de los baúles y valijas, el grupo fue llevado a San Francisco mediante un remolcador. Llegaron a las 8:00 y fueron recibidos por G. A. Irwin, presidente de la Asociación General; C. H. Jones, gerente de la Pacific Press; y J. O. Corliss, pastor de la iglesia de San Francisco. El grupo viajero pronto se dispersó. El pastor Jones, un conocido y amigo por largo tiempo, llevó a Elena de White y a algunas de sus ayudantas a su casa en Oakland. Otros permanecieron con amigos en San Francisco. W. C. y May White, con los mellizos y la bebé Grace, fueron hospedados por los Corliss en su casa en Fruitvale, un suburbio de Oakland. Esa noche el pastor Irwin envió un telegrama a Battle Creek que transmitía las buenas noticias de la llegada del grupo. Fue publicado en la contratapa del siguiente número de la Review. Decía así: “San Francisco, Cal., 21 de septiembre, 1900. La Hna. White y su grupo llegaron esta mañana en buenas condiciones”. El director comentó que éstas serían “buenas noticias para miles”. Y así lo eran. MV 388.3