Les menciono todo esto porque hemos estado transgrediendo la ley de Jehová. Vivamos a la altura de cada rayo de luz que hemos recibido. El destino eterno de ustedes está en juego, y por ello les digo: «Valoren cada rayo de luz”. De rodillas pídanle a Cristo que impresione sus corazones mediante su Santo Espíritu, y no se aparten de su ley. SE1 208.1
Leemos que muchos de los sacerdotes creían en Jesús, pero no pasaron de allí. No lo confesaron porque tenían miedo de ser echados del Sanedrín. ¿Hay algunos aquí hoy que piensan: «Creen que si yo hubiera vivido entonces me habría unido con aquellos que gritaban “Crucifícalo”»? Bien, demuéstrenlo obedeciendo la luz de hoy. Ustedes no son responsables por aquellos que con voz ronca gritaron cuando Pilato dijo: «¿A quién les soltaré?». ¿Quién imaginan ustedes que fue el que los impresionó para que dijeran eso? Fue Satanás. Cuando los hombres rechazan la luz, cuando contristan al Espíritu de Dios, habrá alguien listo para atraparlos. El príncipe de las tinieblas está luchando por cada alma, y no queremos alistarnos bajo su estandarte. Necesitamos estar bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel. SE1 208.2
En el juicio, cuando estemos alrededor del gran trono blanco, ¿qué evidencia se presentará a favor de la ley de Dios? El sacrificio en la cruz del Calvario testifica que Dios no podía cambiar su ley, sino que él «de tal manera amó al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” a fin de dar a la humanidad otra oportunidad para ver si guardaría sus mandamientos. Esto decidirá nuestro destino eterno, porque si somos hijos obedientes aquí, seremos hijos obedientes allá. SE1 208.3
Èl no llevará al cielo a quienes irrespetan su ley. Él tiene una ley para gobernar en el cielo. Pero Dios no obligará a nadie a guardar los mandamientos, porque toda alma será salva si obedece la luz que brilla sobre su senda. SE1 208.4