La salvación del ser humano era todo para Jesús. Èl toma al mundo de la mano y lo coloca en su lugar; él trae la eternidad, algo que ha desaparecido de nuestras mentes. Nos lleva a contemplar los portales del cielo, inundados con la gloria divina, reluciendo con la gloria del trono de Dios, y nos dice que eso es para nosotros. Nos motiva a luchar por esa herencia, que ni siquiera la pobreza puede hacer que la perdamos. Nos dice que busquemos ese reino que tiene sólidos fundamentos, la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Ese es el tesoro eterno; esa es la herencia inmortal. Yo también la deseo. SE1 225.2
La anhelo, sí, y estoy dispuesta a gastar hasta lo último que tenga a fin de salvar a las almas que están pereciendo. Creo que el dinero es para invertirlo en lo tesoros de Dios para que no falte alimento en su casa; para que cuando se envíen misioneros a levantar el estandarte en los lugares que no conocen a Dios, no haya una tesorería vacía. Los hombres gastan el dinero que pertenece a Dios en licor y tabaco, diez, veinte y mil veces más en comer y en beber lo que destruye el fundamento de sus hogares, lo que borra la imagen de Dios en el hombre, aquello que fomenta enfermedades y dolencias, imbecilidad y que acorta la vida. Todo para que no puedan emplear la vida que Dios les ha dado para la gloria de él. Todo el dinero es de Dios. Él ha tenido a bien en su providencia, abrir el camino delante de mí para que yo pueda obtener un poco de su dinero con el fin de depositarlos en su tesorería, para llevar la verdad a la gente que está pereciendo. SE1 225.3
¿Qué quiere Dios que hagamos? «Nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes sois labranza de Dios, edificio de Dios» (1 Cor. 3: 9). Por esta razón estamos en el mundo, no para comer y beber y asistir a las carreras de caballos y emplear los días de fiestas en ociosidad y en la complacencia del yo; y si tenemos algunos centavos, subimos a los coches para ir a algún lado con la idea de pasar un buen rato. Hay almas que deben ser salvadas. Hay jóvenes que han de ser educados por nuestro precepto y ejemplo. El Señor viene. El fin de todas las cosas se acerca. Y ahora es el tiempo, mientras el fin se acerca, de que comencemos la obra a favor de la juventud. Es hora de que empecemos a hacer algo para cosechar almas para Jesucristo. Hay pobreza en nuestro alrededor, hay angustia, hay desnudos que vestir, hambrientos que alimentar. Además, están los que tienen sed del agua de vida, y hambre del pan de salvación; necesitamos proveérselos. SE1 226.1
Leeré algo más: «La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno [si el discernimiento de ustedes si es bueno] todo tu cuerpo estará lleno de luz” (Mat. 6: 22). Quienes fuman introducen venenos en sus cuerpos, y la naturaleza hace un esfuerzo tan grande para expulsar al intruso que casi siempre muere en el intento; si tuviéramos que hacer lo mismo para obtener la vida eterna, entonces diríamos que sería algo muy difícil de cumplir. Pero gracias a Dios que no es así. SE1 226.2
¿Pero quién ha hecho esto? Es el diablo que desea ocupar la mente del ser humano. Desea vencer las facultades y el poder del pensamiento de ustedes, quiere provocarles enfermedades para que no disfruten de salud y para que sean esclavos de un apetito pervertido; un apetito que no tiene base en la naturaleza. Es un hábito muy difícil de vencer porque el enemigo ha tejido sus cuerdas alrededor de ustedes para atarlos a los hábitos que arruinarán tanto al cuerpo como al alma. SE1 226.3
Nada inmundo entrará en el reino de Dios. Deseo que mediten en esto. Deseo que quienes embotan sus sentidos y su buen juicio mediante el uso de bebidas embriagantes, consideren que han vendido su voluntad al diablo y que él ha tomado posesión de ellos en cuerpo y alma. Ustedes saben lo que él hace con ellos; los rasgos de Satanás se reproducirán en las vidas de esos hombres. ¿Intentaremos salvarlos? ¿Educaremos a nuestros hijos desde su más tierna edad para que tengan dominio propio? ¿Les enseñaremos el bienaventurado y precioso nombre de Jesús? ¿Les cantaremos los cánticos celestiales? ¿Les enseñaremos a imitar las bondades de Jesucristo? SE1 226.4