ATRAVÉS del apóstol Juan, Dios ha enviado un mensaje a su pueblo en estos últimos días (se cita Apocalipsis 3: 15-18). SE1 259.1
Como pueblo corremos el peligro de separarnos del Sol de Justicia. Debemos consagrarnos a Dios mediante la obediencia a la verdad. Nuestra conciencia tiene que ser purificada de obras muertas, a fin de que podamos servir al Dios vivo. La santificación implica amor perfecto, obediencia perfecta, conformidad plena con la voluntad de Dios. Si nuestras vidas están en armonía con la vida de Cristo, a través de la santificación de la mente, el alma y el cuerpo, nuestro ejemplo tendrá una influencia poderosa sobre el mundo. No somos perfectos, pero es nuestro privilegio separarnos de los enredos del yo y del pecado, y avanzar hacia la perfección. «Nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor” (2 Cor. 3: 18). SE1 259.2
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Manuscrito,38, 1899.