Y ahora les presento la cruz del Calvario. Si acuden a esa cruz con arrepentimiento y fe, y en obediencia a los mandamientos de Dios, lo harán de la única manera apropiada. Si pierden el cielo, lo perderán todo. Todo lo que deseo es contemplar al Rey en su hermosura. Permítanme escuchar la dulce melodía de su voz, diciendo: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mat. 25: 34). ¿A quiénes en esta congregación encontraremos allí? Anhelamos verlos coronados en la santa ciudad de Dios. Deseamos que cuando comience el juicio y los libros sean abiertos, ustedes puedan estar firmes, con la gloria de Dios brillando en sus rostros. Si pudiéramos disfrutar de esa vida en la ciudad de Dios, seríamos eternamente benditos. SE1 43.3
Les advierto: No se opongan a los mandamientos de Dios. Dicha ley es indudablemente la misma que Jehová escribió en el templo celestial; El ser humano puede pisotearla, pero la original está guardada en el arca de Dios en el cielo. En la cubierta del arca, precisamente encima de la ley, está el propiciatorio. Jesús está allí mismo delante del arca intercediendo a favor de la humanidad. Anhelamos que ustedes guarden los mandamientos de Dios y vivan. SE1 44.1
Procuren la inmortalidad y la corona de vida, y al final obtendrán el cielo. SE1 44.2