Quizá haya algunos que suponen que con su opinión limitada son completamente capaces de tomar la Palabra de Dios y decidir qué es inspirado y qué no lo es. Mis hermanos en el ministerio, quiero amonestarlos para que salgan de ese terreno. «Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». No hay ningún ser finito que esté vivo en este momento, independientemente de quién sea y qué puesto ocupe, al que Dios haya autorizado a entresacar y escoger en su Palabra. SE1 67.5
Es cierto que el apóstol ha dicho que en las Escrituras hay algunas cosas que son difíciles de entender; sí, las hay. Y si no fuera porque hay temas difíciles y complejos, bien podría el escéptico, que ahora argumenta que Dios ha dado una revelación que no puede ser entendida, digo yo, tener todavía mayores argumentos. La infinitud de Dios es tan grande que resulta imposible que el ser humano pueda comprender el misterio de la piedad. SE1 68.1
Los ángeles de Dios contemplaron atónitos a Cristo, que tomó la forma de hombre y humildemente unió su divinidad con la humanidad para poder ministrar a los hombres caídos. Esto llenó de asombro a los ángeles del cielo. Dios nos ha dicho que él lo hizo, y debemos aceptar la Palabra de Dios al pie de la letra. SE1 68.2
Aunque podamos tratar de razonar sobre nuestro Creador, desde cuándo ha existido, dónde entró primero el mal en nuestro mundo, y todas esas cosas, podríamos incluso caer desfallecidos y exhaustos por causa de nuestra investigación y todavía habrá un infinito más allá. No podemos llegar a comprender estos temas. Por lo tanto, ¿habrá quien se atreva a tomar la Biblia y decir que esta parte es inspirada y aquella otra no lo es? Preferiría que me arrancaran ambos brazos antes de hacer una declaración o emitir una opinión respecto a qué es inspirado y qué no lo es en la Palabra de Dios. SE1 68.3
¿Cómo podría el ser humano finito saber algo de eso? Debe tomar la Palabra de Dios al pie de la letra, luego aceptarla tal como es, incorporarla en su vida y entretejerla en su carácter. En la Palabra de Dios se encuentra claramente revelado todo lo que concierne a la salvación de los hombres. Y si tomamos esa Palabra y la asimilamos de la mejor manera posible, Dios nos ayudará a entenderla. SE1 68.4
Aquellos que no cuentan con la ayuda especial del Espíritu de Dios considerarán que muchos pasajes de la Biblia son muy difíciles de comprender, pues sus mentes carecen de la iluminación divina. No debemos acudir a la Palabra de Dios para exaltar nuestra propia conducta, o nuestra propia voluntad, o nuestras propias ideas, sino que hemos de venir a ella con un espíritu dócil, humilde y santo. SE1 68.5
Nunca traten de escudriñar las Escrituras a menos que estén listos a escuchar, a menos que estén dispuestos a aprender, a me- nos que quieran atender a la Palabra de Dios como si la voz divina les estuviera hablando directamente por medio de estos oráculos vivientes. Jamás permitan que un ser mortal juzgue la Palabra de Dios o dictamine cuánto de ella es inspirado y cuánto no es inspirado, o que tal porción es más inspirada que otras porciones. Dios les amonesta a abandonar ese terreno. Dios no les ha encomendado semejante tarea. SE1 68.6
Necesitamos mantenernos apegados a la verdad para nuestro tiempo, la verdad presente. Ahora tenemos que conocer cuál es la verdad. Afirmamos creer en el mensaje del tercer ángel; decimos que el ángel volaba en medio del cielo proclamando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Esta fue la proclamación. ¿Escucharon ustedes su voz? ¿Les habló de tal manera que pudieron escuchar ese mensaje? ¿Lo escuchó el mundo? ¿Le prestó atención? ¿Quiso escuchar? ¿Lo escuchará alguien? Sí, los que han estado caminando paso a paso mientras Jesús indica el camino. Y cuando Cristo pasó del lugar santo al lugar santísimo del santuario, por la fe entramos con él, entendiendo su obra, y luego presentando al mundo el último mensaje de misericordia que ha de predicarse. ¿Cuál es este mensaje? Es el mensaje que preparará al pueblo para la segunda venida del Hijo del hombre. Es la gran obra divina de preparación de Dios. Por tanto, cada ministro de Jesucristo debe hacer de esto su plan de acción en su trabajo, celo y vivo interés, y realizar arduos esfuerzos por enseñar la verdad que es para este tiempo, la cual será el último mensaje de misericordia para nuestro mundo. Por esta razón, no podemos dormir, no podemos ser indiferentes; tenemos que trabajar por las almas valiosas de hombres y mujeres que viven en nuestro alrededor; tenemos que trabajar con toda nuestra fuerza, porque el Señor viene. SE1 69.1
Los verdaderos obreros estarán agobiados, oprimidos en espíritu y se sentirán como se sintió Cristo cuando lloró por Jerusalén. Cuando contemplan la perversidad y la impiedad, cuando ven que la gente no quiere escuchar la Palabra del Señor, se sentirán como él se sintió cuando exclamó: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!” (Mat. 23: 37). Estas son preciosas invitaciones de misericordia, y aunque las proclamamos y tratamos de dejar que la luz se refleje sobre un mundo en tinieblas, quizá no podemos ver que los rayos de luz están penetrando en todos los lugares. Quizá no podemos percibirlo. Pero es así si llevamos la luz y estamos imbuidos del espíritu correcto. Deseamos tener el espíritu correcto y queremos trabajar en Cristo y tener a Cristo constantemente con nosotros. SE1 69.2