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22—Se necesita la obra y el bautismo del Espíritu Santo SE1 159

LES INVITO a leer Hechos 1: 3, 12: «A ellos también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios [...]. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un sábado». Ahora leamos Lucas 24: 52: «Volvieron a Jerusalén con gran gozo». ¿Qué causó aquel gozo? ¿Acaso fue porque su Señor los dejaba? No, no fue eso. Fue por la promesa de que él regresaría nuevamente y que el Espíritu Santo descendería sobre ellos. SE1 159.1

Como ustedes ven, él les ordena quedarse en Jerusalén por un tiempo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el Espíritu Santo viniera sobre ellos. En nuestras iglesias, en nuestras reuniones campestres, en nuestras asambleas y en nuestros hogares, se habla poco del descenso del Espíritu SE1 159.2

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Sermón presentado durante una reunión campestre en Healdsburg, California, el sábado 26 de septiembre de 1891. Manuscrito 35, 1891. Santo sobre el pueblo de Dios. En el capítulo 14 de Juan se habla del Espíritu Santo. «Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14: 26).

¿Por qué no podían recibirlo y aceptarlo mientras Jesús estaba con ellos en la tierra? Pues por causa de las falsas ideas que eran propuestas constantemente por quienes estaban en el error, por aquellos que se hallaban en tinieblas con relación a la verdad. Los fariseos, los judíos, los escribas y gobernantes enseñaban mandamientos de hombres como si fueran doctrinas. Notemos que no eran «los mandamientos de Dios”, sino «los mandamientos de los hombres». SE1 160.1