23 de octubre de 1895, discurso en la reunión campestre de Armadale, The Bible Echo, 16 y 23 de diciembre de 1895
Un poeta habló de ver sermones en piedras, y este será nuestro estudio de esta mañana: ver “sermones en piedras”. EPE 41.1
“Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, sus vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le lanzaron flechas, lo aborrecieron los arqueros, mas su arco se mantuvo poderoso y los brazos de sus manos se fortalecieron, por las manos del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel”. “Acercándonos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios, escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (Génesis 49:22-24; 1 Ped. 2:4, 5). Veremos diferentes casos, en los que, en una u otra experiencia, un registro y otro, surge este pensamiento de “piedras vivas”. EPE 41.2
“Después vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escoge a algunos hombres y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano. Josué hizo como le dijo Moisés y salió a pelear contra Amalec. Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel vencía; pero cuando él bajaba su mano, vencía Amalec. Como las manos de Moisés se cansaban, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él. Moisés se sentó sobre ella”. (Éxo. 17:8-12). El hecho de que Moisés se sentó sobre una piedra significa algo más que sencillamente que tenía algo sobre qué sentarse. Indica que era el Dios de Israel, “la roca de Israel”, quien le daba la victoria. EPE 41.3
Tenemos también el caso de David y Goliat. No necesitamos tomarnos el tiempo para leer cómo los filisteos habían derrotado al ejército de Israel, y cómo Goliat salía mañana tras mañana para desafiarlos. David, que era apenas un joven pastor, descendió para visitar a sus hermanos. Ellos más bien lo despreciaron. “Eliab, su hermano mayor, se encendió en ira contra David y le dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿A quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto?” (1 Samuel 17:28). David vino de cuidar las ovejas. Un pastor es el que cuida las ovejas, no las pierde. Cristo es el Buen Pastor. EPE 42.1
Después de hablar con Saúl, David obtuvo su consentimiento de salir y pelear contra Goliat, y “Saúl vistió a David con sus ropas, puso sobre su cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza”. Pensó que, si David había de pelear contra Goliat, necesitaría una armadura. “Y dijo David a Saúl: No puedo andar con esto, pues nunca lo practiqué. Entonces David se quitó aquellas cosas. Luego tomó en la mano su cayado y escogió cinco piedras lisas del arroyo, las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y con su honda en la mano se acercó al filisteo. El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Cuando el filisteo miró y vio a David, no lo tomó en serio, porque era apenas un muchacho, rubio y de hermoso parecer. El filisteo dijo a David: ¿Soy yo un perro, para que vengas contra mí con palos? Y maldijo el filisteo a David, invocando a sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado… Aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Metió David su mano en la bolsa, tomo de allí una piedra, la tiró con la honda e hirió al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente y cayó a tierra sobre su rostro. Así venció David al filisteo con honda y piedra” (1 Samuel 17:38-50). EPE 42.2
David salió en el nombre del Señor, y Jesús fue con él para darle la victoria sencillamente con una piedra. No fueron solamente el poder de David y su puntería los que causaron que la piedra se clavara en la frente del filisteo. Era el poder del Señor, quien estaba peleando la batalla por él. Ese registro es para nosotros. Tenemos batallas que pelear contra el enemigo de Jehová de los ejércitos, y nosotros prevalecemos sobre él con una piedra. David sin armadura, sin implementos bélicos, David saliendo en la fe de Jehová de los ejércitos, es el ejemplo para nosotros. Él venció con una piedra. Jesucristo, la piedra viva, es nuestra fortaleza y poder para nuestras batallas contra el enemigo. EPE 43.1
En 1 Reyes 6, tenemos un registro de la construcción del templo de Salomón. En el versículo 7 hay una descripción de la casa: “Cuando se edificó la Casa, la construyeron con piedras que traían ya talladas, de tal manera que no se oyeron en la Casa ni martillos ni hachas, ni ningún otro instrumento de hierro, cuando la edificaban”. Las piedras de este templo eran extraídas de la cantera y labradas, cada piedra para ocupar su lugar específico en el templo, antes de que las pusieran juntas; y entonces, cuando las traían de la cantera, cada piedra encajaba en su lugar. El edificio se construyó, piedra sobre piedra, y nunca se oyó el sonido de un hacha o un martillo. “Cortaron y prepararon la madera y la cantería para labrar la casa”. Pero todos los preparativos se hicieron antes de que se pusieran en su lugar. EPE 43.2
“Vosotros también, como piedras vivas sed edificados como EPE 43.3
un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también dice la Escritura: ‘He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; el que crea en él, no será avergonzado’. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso. En cambio, para los que no creen: ‘La piedra que los edificadores desecharon ha venido a ser la cabeza del ángulo’ y: ‘Piedra de tropiezo y roca que hace caer’. Ellos por su desobediencia, tropiezan en la palabra” (1 Ped. 2:4-8). Cristo es la piedra viva; y tan pronto como llegamos a estar en contacto con él, llegamos a ser piedras vivas. Separados de él, estamos muertos; pero al entrar en contacto con él, somos edificados en una casa espiritual para él, “y esa casa somos nosotros, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3:6); “siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efe. 2:20). “Y vosotros sois el templo del Dios viviente” (2 Corintios 6:16). Y la casa entera, juntamente edificada, crece para ser un templo santo en el Señor. Somos edificados para morada de Dios. Cada creyente es un templo de Dios, y entonces los creyentes, edificados juntos, eso constituye la iglesia, que es el templo del Dios viviente, él, por su Espíritu Santo, toma su morada allí. EPE 43.4
Llegamos a ser piedras vivas porque él es una piedra viva, y somos edificados sobre él. Ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto. “Volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar” [Hechos 15:16]. Él reunirá otra vez un pueblo con el que edificará su iglesia. Él está actuando ahora, preparando las piedras para su templo. Están siendo extraídas de la cantera y labradas, cada una para llenar su lugar en el templo de Dios. Cuando ese templo esté completo, la obra estará terminada. EPE 44.1
En Oseas tenemos nuevamente ante la vista el cuadro de la preparación: “¿Qué haré contigo, Efraín? ¿Qué haré contigo, Judá? Vuestra piedad es como nube matinal, como el rocío de la madrugada, que se desvanece. Por eso los he quebrantado mediante los profetas”. [Ose. 6:4, 5]. El Señor nos extrae de la cantera, como piedras ásperas, no labradas. Ese es el comienzo de nuestra experiencia. Cada persona debe ser preparada para su lugar específico en el templo de Dios. Y cuando el templo está completado, será sin el sonido de martillo ni de hacha. Esto se hace antes. Entonces él dice: “Venid, benditos de mi Padre”. Pero no hemos de esperar hasta ese momento para prepararnos. La obra de preparar esas piedras ásperas, sin labrar, debe hacerse antes. Una vez visité un cementerio en el que había una hermosa estatua de un hombre de pie junto a una silla. Era de tamaño heroico; y el empleado llamó mi atención al hecho de que estaba esculpido de una sola piedra. El escultor, cuando comenzó, vio una piedra inmensa, pero también vio al hombre de pie junto a una silla. Mientras mira, pierde de vista las superficies ásperas, y ve en cambio a un hombre de tamaño heroico de pie, allí, perfecto. Todo lo demás tiene que ser eliminado, y se pone a trabajar con sus herramientas. Quiere que el mundo vea lo que él ve, y así va eliminando todo menos el hombre de pie junto a la silla. EPE 44.2
Dios nos toma, piedras ásperas, que no parecen prometedoras; pero él ve en nosotros una expresión de su carácter, y él nos contempla, no como piedras en bruto, sino como lo que podemos ser. Aun entonces, él ve en nosotros a Jesucristo. Y así se pone a trabajar cortando y puliendo. ¿Qué está haciendo? Algunos pensarían que está destruyendo todo. Pero él tiene un lugar para esa piedra, y quiere cortarla de cierta manera. Esas son las experiencias duras de la vida, cuando parece como si Cristo nos rompiera en pedazos. Pero él no arruinará su piedra. Él sabe exactamente el lugar que ha de llenar en su templo, y la está cortando para que pueda ocupar su lugar. El Señor realiza su tarea de preparación, para que la gente esté preparada, cada uno para ocupar su lugar en el templo celestial, y cada uno llega a ser una piedra viva, por causa de su contacto con Cristo, la piedra viviente. Dios desarrollará en cada uno exactamente esa fase del carácter que sea mejor en el lugar que quiere que ocupemos. Cuando él venga, dirá: Cese la tarea de preparación. “El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía” (Apocalipsis 22:11). EPE 45.1
Cuando recibimos a Jesús, Dios ve en nosotros esa perfección de carácter que podemos alcanzar. Él sabe lo que se propone hacer con nosotros. Nos da el carácter de Cristo, y luego mira ese carácter y así “somos aceptos en el Amado”. Él nos acepta, no por lo que somos, sino por lo que se propone hacer de nosotros y por lo que Cristo es. Nos hará a cada uno de nosotros una piedra para su templo. El Maestro constructor mira la piedra áspera, y ve en ella su modelo de perfección. Nos acepta, no por lo que somos, sino por lo que él es. EPE 45.2
Pasemos a otra línea de pensamiento. “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios”. (Éxo. 31:18). En Éxodo 34:28 se nos dice lo que estaba escrito allí. Recordarán que cuando Moisés descendió del monte la primera vez, encontró que los hijos de Israel ya habían quebrantado los mandamientos de Dios, y estaban adorando ídolos; y cuando vio eso, arrojó las dos tablas de piedra al suelo y las rompió. Entonces Dios le dijo que preparara otras dos tablas. En esto ven la reescritura de la ley. El hombre en primer lugar quebrantó la ley. Dios entonces las escribió sobre las tablas de piedra. Después que las escribió allí para decirles en palabras cómo era su carácter, Jesucristo vino para interpretarlas en su vida. Jesucristo fue quien pronunció la ley en el Sinaí; y cuando vino, en carne humana, se sentó sobre otro monte, y pronunció la ley otra vez. Tenemos esto en el sermón del monte. Era la misma ley, el mismo Cristo, los mismos principios, pero él la estaba desarrollando. No sólo la desarrolló en palabras, sino que él mismo era la ley, la expresión del carácter de Dios. Nos dice qué es Dios, no solo en su palabra, sino al ser tal cosa entre nosotros. Él era Dios manifestado en la carne. “La Verbo [palabra] se hizo carne, y habitó entre nosotros”. EPE 46.1
Entonces Cristo es la piedra, la piedra de Israel. Dios escribió la ley perfecta y completamente en primer lugar sobre las tablas de piedra, y las dio al pueblo. Luego escribió la misma ley sobre la Piedra Viva y la dio al pueblo. De este modo, verán, Cristo es la ley viviente. Eso era poner la ley sobre piedra la segunda vez. Aquí, entonces tenemos la ley en piedra dos veces; en las tablas de piedra, escritas con el dedo de Dios, y sobre la Piedra viva, Cristo, y presentada a la gente. EPE 46.2
Consideremos por un momento EPE 46.3
“La ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara”. Vino para darnos el conocimiento del pecado, y para condenar el pecado. “Porque el aguijón de la muerte es el pecado” (Romanos 5:20; 1 Corintios 15:56). El pecado no es tomado en cuenta donde no hay ley. El pecado resulta en muerte. “Y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15). La ley sobre las tablas de piedra, consideradas llanamente como las diez palabras de Dios, condena a muerte. “La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” [Romanos 5:12]. Por lo tanto, cuando enfrentamos la ley meramente como el código de Dios, nos representa muerte. Pero Dios ha puesto la misma ley sobre piedra viviente, y cuando la encontramos escrita sobre la Piedra Viva representa vida para nosotros; aunque sigue siendo la misma ley. O encontramos la ley sobre las tablas de piedra, y somos condenados y puestos a muerte por ella, o hemos de encontrarla sobre la Piedra Viva, y ser vivificados por ella. Pero debemos encontrarnos con ella. Dios no nos pregunta si lo queremos o no. Lo que digamos no hace diferencia. Pero si somos condenados o vivificados por ella, es la ley de Dios lo mismo. Es nuestra actitud hacia ella lo que hace la diferencia. La ley en Jesucristo es EPE 46.4
Él es la Piedra Viva, la Roca de la Eternidad.
“El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y sobre quien ella caiga será desmenuzado” (Mateo 21:44). Debe ocurrir una de dos cosas: Debemos caer sobre la piedra, o la piedra debe caer sobre nosotros. Si caemos sobre la piedra, quedamos encima; seremos quebrantados, y él nos sanará. Si caemos del otro modo, la piedra queda encima, y nos muele hasta reducirnos a polvo. Una de esas experiencias viene a cada persona. ¿Caeremos sobre la roca viva, o ella caerá sobre nosotros, haciéndonos polvo? Tenemos que afrontar la ley de Dios fuera de Cristo o en Cristo. Si nos encontramos con Dios fuera de Cristo, él es un fuego consumidor; cuando lo enfrentamos en Cristo, él es nuestra gloria. Debemos estar escondidos en la Roca a fin de ver la gloria de Dios sin perecer. Les ruego que piensen muy fervientemente en esta lección. Debemos ser llevados frente a frente con la ley de Dios. Cuando el Espíritu de Dios trae la ley ante nuestra mente, y produce convicción, es que podemos ser perdonados y limpiados. EPE 47.1
Permítanme llamar la atención de ustedes a otro punto. El propósito de Dios en la historia, en tipos, sombras, en ceremonias, es predicar el evangelio; y aun en algunas de estas cosas que nos parecen las más prohibitivas, Dios todavía está predicando el evangelio. No dudo que en las mentes de muchos ha habido un sentimiento de que la muerte por lapidación fue un castigo terrible, y ¿cuántos lo consideran una manera de predicar el evangelio? Recuerden que, en los días de la teocracia de Dios, cuando su ley era la ley de la nación, cualquier ofensa contra ella era castigada con el apedreamiento. Pero en este método de castigo por quebrantar la ley de la nación, Dios estaba predicando el evangelio. Si quieren hacer de esto un estudio, y buscar cada uno de los diez mandamientos, encontrarán que el castigo por quebrantar la ley nacional era el apedreamiento. ¿Y cómo se predicaba el evangelio en esto? Dios estaba enseñando al pueblo, en esta forma de castigo, que la ley fuera de Cristo los apedrearía hasta la muerte. Así como esas piedras literales los mataban, la ley en la piedra muerta los haría morir. Aun de este modo les estaba enseñando sobre la Piedra Viviente, la Roca de Israel, la ley en la vida, y eso es el evangelio. EPE 47.2
“Se le acercó el tentador y le dijo: Si eres Hijo de Dios, EPE 48.1
(Mateo 4:3). Pareciera que Dios nos da lecciones incluso en las palabras del diablo. Algunos predican a Cristo por envidia, pero de todos modos se predica a Cristo. “Si tú eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. La obra de Cristo sobre la tierra era cambiar las piedras en pan, para que la ley, que cuando se encuentra en tablas de piedra condena y mata, fuera cambiada en él, la Piedra Viviente, en el verdadero pan de vida. Su obra durante toda su carrera fue cambiar las piedras en pan, poner la ley en el evangelio, cambiar la muerte a vida, y llegar a ser la vida viviente. Él dijo: “Yo soy el pan de vida”, y al mismo tiempo él es la Piedra de Israel. La ley de Dios, vivida por Cristo, llega a ser vida, y él dice que los mandamientos son vida eterna. De modo que, aunque Cristo rehusó cambiar las piedras literales en pan para su propio beneficio, dedicó toda su vida a cambiar las piedras en pan para satisfacer el anhelo de las almas hambrientas. Cuando recibimos la ley de Dios en Cristo, tiene el poder de cambiarnos a su semejanza.
Esta lección sobre las piedras se halla en todas las Escrituras. Supónganse que tomamos la lección que se encuentra en 1 Reyes 6:14: “Así, pues, Salomón construyó la casa y la terminó”. Recuerden que esta casa fue construida de piedra. Desde afuera, todo lo que se podía ver era piedra; y ustedes saben que a veces un edificio de piedra parece frío y poco atractivo. “Así, pues, Salomón construyó la casa y la terminó. Recubrió las paredes de la casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la techumbre. Recubrió también el pavimento con madera de ciprés. Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, y lo recubrió de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la casa un aposento para que fuera el lugar santísimo. La casa, esto es, el templo de enfrente, tenía cuarenta codos. La casa estaba recubierta de cedro por dentro y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era de cedro; ninguna piedra se veía”. EPE 49.1
“Salomón recubrió de oro puro la casa por dentro”. Desde afuera era un edificio de piedra, nada más que piedra. Pero adentro no se veía una sola piedra. Colóquese fuera de Cristo, mire desde afuera la vida cristiana, y todo lo que se ve son dos tablas de piedra. Parece temible; pero vengan adentro. No necesitan quitar la piedra para hacer esto. Vengan adentro, y el edificio refulge de oro. Solo los que están afuera se quejan de que es una ley dura la que tienen que guardar. Vengan adentro; no se ven piedras adentro, aunque no se las ha sacado. El edificio se mantiene por causa de ellas. Supónganse que las sacamos, ¿qué ocurre con el resto del edificio? Se cae. Quiten la ley, y el evangelio se va con ella. No se puede mantener el oro puro del evangelio separado de la ley. Vengan adentro. Allí no verán sino oro puro. EPE 49.2
Otro pensamiento. Tan pronto como uno entra a un edificio de oro, su imagen se verá reflejada por todas partes. Cristo quiere que reflejemos su imagen en el templo del Dios viviente. EPE 49.3
En todas las Escrituras se mencionan ciudades amuralladas, y estos muros eran de piedra. Jerusalén era EPE 49.4
Los muros están como protección. Pero si una ciudad está encerrada con un muro, no importa cuán elaborado sea, si tiene una falla, la protección desaparece. El enemigo nunca ataca una ciudad amurallada que tiene una brecha en el muro, en otro lugar que no sea ese espacio abierto. Ustedes encontrarán que esta idea del muro es muy destacada en todas las Escrituras. Lo notaremos en Nehemías. Él estaba triste porque la ciudad de sus padres estaba desolada, y el muro derribado; se propuso ir y reedificar la ciudad y el muro. “Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro”, dice en su informe, “se enojó y enfureció mucho, y burlándose de los judíos, dijo delante de sus hermanos y del ejército de Samaria: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabará en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo de las piedras que fueron quemadas?” (Nehemías 4:1, 2). ¿Qué creen que harán? Las piedras están sepultadas. ¿Creen estos débiles judíos que las recuperarán? “Y estaba junto a él Tobías, el amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si sube una zorra lo derribará. ¡Oye, Dios nuestro, cómo somos objeto de su desprecio! Haz que su ofensa caiga sobre su cabeza y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio. No cubras su iniquidad ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se han airado contra los que edificaban. Edificamos¸ pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar” [vers. 3-6]. EPE 50.1
Leemos en Marcos que cierto hombre plantó una viña y puso un cerco alrededor. ¿Para qué era el cerco? Para protección. El Señor sacó su viña de Egipto, y la estableció de nuevo, y edificó un cerco alrededor de ella. Ese es el propósito de un muro: proteger y mantener fuera al enemigo; pero el muro tiene que estar completo. Dios ha construido un muro para su pueblo. La ley es esa protección, pero para que sea una protección completa, debe ser una muralla completa. Nuestra seguridad está en tener el muro completado; pero ellos, lamentablemente, rompieron el muro. El propósito de Dios es reconstruirlo. “El ayuno que yo escogí”, dice él, “¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu sanidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: ¡Heme aquí! Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador y el hablar vanidad, si das tu pan al hambriento y sacias al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma y dará vigor a tus huesos. Serás como un huerto de riego, como un manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan. Y los tuyos reedificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado ‘reparador de portillos’, ‘restaurador de viviendas en ruinas’. Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas ‘delicia’, ¡santo’, ‘glorioso de Jehová’, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová. Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob. La boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:6-14). EPE 50.2
Se ha producido una brecha en el muro que Dios quiere poner alrededor de su pueblo. Debe ser reparada, y el pueblo de Dios ha de ser protegido por una ley perfecta, cada mandamiento ha de ser restaurado. Y “serás llamado ‘reparador de portillos’”. Cada persona edifica frente a su propia casa. ¿Está edificando usted frente a su casa reparando la brecha? Si es así, el muro será construido de nuevo, aun en tiempos difíciles. EPE 51.1
Esto es meramente un indicio de lo que contienen las Escrituras acerca de las piedras. Dios quiere que recordemos sus palabras, que podamos vivir por ellas, y que sobre todo, y en todo, y por medio de todo, veamos a Jesucristo, la Piedra de Israel, la Roca de la Eternidad. EPE 51.2