Expondré aquí algunos hechos con respecto a su tercera visión, que fue dada en la casa de su padre, mencionada en el capítulo 13, pág. 172, como me fue relatada por el padre y la madre de la Sra. White, y por su hermana, la Sra. Sarah Belden, y otros. GMA 193.2
En la habitación donde se dio la visión, había sobre un escritorio una Biblia de familia muy grande. Era un ejemplar de la edición impresa en Boston por Joseph Teale, en el año 1822. El libro tiene 45 cm por 27,5 cm (18” x 11”), por diez cm (4”) de espesor, y pesa un poco más de 8 kilogramos (18 libras). Mientras estaba en visión, ella se puso de pie, y tomó esa pesada Biblia con su brazo izquierdo, estando el libro abierto, y lo sostuvo en ángulo recto con su cuerpo; y por más de media hora, con su mano derecha volteaba las páginas de lugar en lugar, y señalaba diferentes textos de las Escrituras, que repetía mientras sus ojos miraban hacia arriba, y en dirección opuesta a donde estaba el libro. Su hermana Sarah (más tarde esposa de Stephen Belden), o a veces alguna otra persona presente, miraba el texto que su dedo señalaba, y veía claramente que en cada caso ella estaba repitiendo el versículo donde su dedo descansaba. La madre Harmon dijo que su hija Elena, en su condición normal “era incapaz, por falta de fuerzas, levantar de esa pesada Biblia del escritorio; pero en la visión la sostenía, aparentemente con tal facilidad como si hubiera sido un Nuevo Testamento de bolsillo”. GMA 193.3
Aquí, en efecto, había una maravilla: una niña delicada, que pesaba solo unos 32 kilos (70 libras), sosteniendo una Biblia por más de media hora en una posición en la que un hombre fuerte no podía sostenerla por más de dos minutos; también, buscando los textos de lugar en lugar de las Escrituras, demostrándose en cada caso que señalaba el texto que repetía, mientras sus ojos se dirigían hacia arriba en dirección opuesta al libro; y finalmente, una voz que surgía de una persona que no parecía respirar y repetía correctamente los textos indicados: esto seguramente supera la acusación de ser producido por alguna agencia humana, o como efecto de alguna enfermedad. Los que lo vieron lo consideraron como la manifestación más clara del Espíritu de aquel que habló desde la zarza ardiente. Manifestaciones como éstas en la tercera visión de la Srta. Harmon, donde se las conoció, llevaban una prueba convincente de que un poder más que finito estaba en la visión. GMA 194.1