Si el Señor habla a este pueblo por visiones en estos últimos días, ¿no esperaríamos que en la manifestación misma habría señales evidentes de lo divino? Estas señales son aparentes en las visiones de la Sra. E. G. de White. El fenómeno de las visiones mismas, como se mostró en el capítulo 13, es en sí milagroso; pero hay muchos rasgos maravillosos conectados con sus primeras visiones, que el lector notará al avanzar en esta obra; y ¿podríamos esperar que fuera de otra manera en un don de este carácter, designado por Dios para atraer la atención de la gente, y guiarlos a decir, como Moisés, “Iré yo ahora y veré esta grande visión”? La sola declaración de una niña pobre, enfermiza y frágil, aparentemente al borde de la sepultura, de que el Señor le había dado una visión, no habría sido suficiente. Las manifestaciones maravillosas conectadas con las visiones en efecto crearon interés, y se le hizo un llamado a la jovencita para que fuera de lugar en lugar a contar lo que Dios le había pedido que hiciera conocer a otros. GMA 193.1