“En este estado siguió toda la tarde hasta casi la puesta del sol, cuando salió de la visión. Cuando Elena se levantó sobre sus pies, con la pesada Biblia abierta en su mano, caminó por la habitación, pronunciando el pasaje de las Escrituras, Sargent, Robbins y French fueron silenciados. El resto del tiempo estuvieron afligidos, con muchos otros; pero cerraron sus ojos y lo soportaron sin hacer ningún reconocimiento de sus sentimientos”.3Spiritual Gifts, t. 2, p. 79. GMA 198.2