“La Hna. Elena fue tomada en visión con manifestaciones extraordinarias, y siguió hablando en visión con una voz clara, que podía ser claramente comprendida por todos los presentes, hasta cerca de la puesta del sol. Sargent, Robbins y French estaban muy exasperados, así como excitados, de escuchar a Elena hablar en la visión, que ellos declaraban que era del diablo; agotaron toda su influencia y fuerza corporal para destruir el efecto de la visión. Se unieron para cantar en voz alta, a fin de que Elena no pudiera ser escuchada, hasta que sus fuerzas se agotaron, y sus manos temblaban de modo que no podían leer sus Biblias, pero en medio de toda esta confusión y ruido, la voz clara y aguda de Elena, mientras hablaba en visión, fue escuchada nítidamente por todos los presentes. La oposición de estos hombres siguió mientras pudieron hablar y cantar, a pesar de que algunos de sus propios amigos los reprendieron, y les pidieron que se detuvieran. Pero Robbins dijo: ‘Ustedes están inclinados ante un ídolo: están adorando un becerro de oro’. GMA 197.3
“El Sr. Thayer, el dueño de la casa, no estaba completamente satisfecho de que la visión fuera del diablo, como declaraba Robbins que era. Él quería probarla de alguna manera. Había oído que las visiones de origen satánico podían detenerse abriendo una Biblia y poniéndola sobre la persona en visión, y le preguntaron a Sargent si podía hacer tal prueba, y él se negó a hacer. Entonces el Sr. Thayer tomó una Biblia de familia, grande y pesada que estaba sobre una mesa, y que rara vez se usaba, la abrió y la puso abierta sobre el pecho de Elena mientras estaba en visión, ya que ella estaba inclinada hacia atrás contra la pared en un rincón de la habitación. Inmediatamente después que le pusieron la Biblia encima, ella se puso de pie y caminó hasta el centro de la habitación, con la Biblia abierta en una mano y la levantó tan alto como pudo alcanzar, y con los ojos firmemente mirando hacia arriba, declaró de manera solemne: ‘El testimonio inspirado de Dios’, o palabras similares. Y entonces, con la Biblia abierta sobre una mano, y sus ojos mirando hacia arriba, y no a la Biblia, continuó por un tiempo largo dando vueltas las hojas con la otra mano, y poniendo su dedo sobre ciertos pasajes, y correctamente declaraba sus palabras con voz solemne. Muchos de los presentes miraron los pasajes que su dedo señalaba, para ver si los decía correctamente, pues sus ojos al mismo tiempo estaban mirando hacia arriba. Algunos de los pasajes referidos eran juicios contra los impíos y blasfemos; y otros eran amonestaciones e instrucciones relacionadas con nuestra condición presente. GMA 198.1