Me dijo que mientras oraba ante Dios, decidió escribir un libro, y se sintió seguro de que se abriría el camino para publicarlo. Por lo tanto, se sentó a su mesa, con la Biblia y una concordancia, para comenzar su trabajo. Una hora después, la Sra. Bates vino a la habitación y dijo: “Joseph, no tengo harina suficiente para hacer la horneada”, y al mismo tiempo mencionó algunos otros artículos pequeños que necesitaba. “¿Cuánta harina te falta?”, preguntó el Capitán Bates. “Unas cuatro libras”, fue su respuesta. “Muy bien”, contestó él. Después que ella se fuera, él se dirigió a un comercio cercano, compró las cuatro libras de harina y los otros artículos, los trajo a casa, y se sentó otra vez ante su escritorio. Poco después entró la Sra. Bates y vio los artículos sobre la mesa, y exclamó: “¿De dónde vino esta harina?” “¿Por qué, no es suficiente? Tú dijiste que querías unas cuatro libras”. “Sí”, dijo ella, “pero, ¿de dónde las sacaste?” “Las compré” dijo él; “¿no es la cantidad que querías para completar la horneada?” “Sí”, continuó la Sra. Bates, “pero tú, el Capitán Bates, un hombre que ha navegado desde Nueva Bedford a todas partes del mundo, saliste y compraste cuatro libras de harina?” “Sí, ¿no era esa la cantidad que necesitabas para completar la horneada?” “Sí”, dijo la Sra. Bates, “pero has comprado [solo] cuatro libras de harina?” GMA 205.3