Mientras la Sra. White daba su testimonio, hubo miradas ansiosas hacia la Sra. Alcott, la mujer reprendida, para ver si recibía lo que se había dicho, y qué iba a hacer y decir. De ser inocente de la acusación hecha contra ella, era de esperarse que se pusiera de pie y negara todo. Si era culpable, y terriblemente corrupta, podía negarlo todo, aunque supiera que era cierto. En lugar de esto, ella hizo justamente lo que el testimonio dijo que haría cuando se la reprendiera. Lentamente se puso de pie, mientras todos los ojos estaban fijos en ella, y fingiendo santidad, lentamente dijo: “El-Señor-conoce-mi-corazón”, y se sentó sin pronunciar alguna otra palabra. Ella había dicho exactamente lo que el testimonio dijo que diría, y lo dijo de la misma manera. GMA 270.1