Luego vinieron los sabios del Oriente que habían visto la “estrella” que saldría como lo predijo Balaam. Siguiendo su orientación llegaron a Jerusalén, donde fue necesario preguntar por el recién nacido Rey. Al recibir la instrucción de que Belén había de ser el lugar del nacimiento del Deseado, siguieron su viaje; y guiados allá por la estrella que les apareció de nuevo, fueron conducidos al humilde lugar donde yacía el Salvador. Aquí adoraron al santo Niño, presentándole regalos de oro, incienso y mirra, y luego volvieron a casa por su largo camino. GMA 42.8