Además, en el año 1902, el Rabí Isidore Myer, de una congregación grande de judíos en San Francisco, California, al anunciar el día de la expiación dijo: “Al cruzar el umbral del tiempo de un año al siguiente, al israelita se le recuerda fuertemente la creación y la soberanía universal del Creador, y se lo llama a celebrar, con el toque de trompetas, el aniversario, por así decirlo, del nacimiento del tiempo y la coronación del gran Rey. También se lo llama con la voz de la misma trompeta, o Shofar, a escudriñar retrospectivamente sus acciones del año pasado mientras se encuentra tembloroso ante el ojo que todo lo ve de la Justicia Eterna sentado en el trono del juicio”. GMA 70.1
Como en el servicio del templo judío el santuario se limpiaba una vez cada año, debe haber sido claro para Daniel que esta limpieza del santuario al final de los 2.300 días debía relacionarse con algo más allá del servicio anual típico. El Señor ya había instruido a su pueblo que, cuando usaba símbolos en la profecía, el tiempo dado debía ser contado “día por año”.28Números 14:34; Ezequiel 4:6. Así que este período de 2.300 días, como hemos visto, termina con el fin de la obra de Cristo como sumo sacerdote en el santuario celestial, o sea, el juicio investigador de aquellos casos, que por medio de la confesión, han sido llevados al santuario celestial. GMA 70.2