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Designación de tutores GMA 132

El carácter y los principios de quienes dejaron sin recoger sus cosechas y abandonaron sus galpones, para esparcir las páginas impresas o para hablar y orar con la gente, hacía indudable que tales hombres y mujeres creían cada palabra que decían, y por lo tanto, un gran poder los acompañaba, de modo que los de corazón sincero no podían negar ni resistir sus palabras. Miles de personas por este medio fueron llevadas a la verdad, y buscaron y hallaron la misericordia de Dios. GMA 132.2

El pecador que se burlaba y el mundano que profesaba creer, sin embargo, decidieron que esta obra de esparcir las publicaciones del advenimiento debía detenerse. Estos hombres que llegaban a una población o a un condado e iban de casa en casa con esta doctrina del advenimiento, descuidando sus negocios y familias, debían estar fuera de sí, decían, y por lo tanto necesitaban que se les asignara tutores que los vigilaran. Las evidencias alegadas de una mente enferma de parte de los creyentes (que se limitaban simplemente a su trabajo por la salvación de sus conciudadanos, sin pruebas de que las familias estuvieran sufriendo porque abandonaran sus trabajos), eran demostraciones insuficientes de enfermedad mental; en consecuencia, solo pocas personas fueron puestas bajo tutores. Juzgando por la soltura con que los adversarios actuales hablan del hecho, uno pensaría que hubo muchos casos; no obstante, en todas mis labores como ministro adventista, que cubren más de cincuenta y seis años, encontré solo dos casos de “milleritas” que fueron puestos bajo tutores. Una nota breve de estos puede no estar fuera de lugar. GMA 132.3