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Su propio tutor GMA 133

El primer caso sucedió en el Estado de Nueva York, a menos de 48 kilómetros (treinta millas) de donde yo vivía. Un hombre cuyas propiedades llegaban a los $100.000 dólares aceptó la doctrina del advenimiento. Dio aproximadamente la mitad de esta suma a su esposa e hijos, que no compartían su fe. El consideró que podía usar el resto como quisiera; y como algo de ello fue a la causa del advenimiento, sus hijos plantearon objeciones, y pidieron consejo a un juez, solicitando que se le pusiera un tutor a su padre. Después que el juez les explicó los deberes y poderes de un tutor para manejar la propiedad, él les pidió que sugirieran a quién debía designar. Después de consultarse por unos momentos, decidieron que no conocían a nadie a quien pudieran confiar la propiedad, y le informaron al juez que habían elegido a su padre como su propio tutor. El juez se volvió al hombre y dijo: “Sr. _____, sus hijos han decidido que usted es la persona adecuada para administrar su propiedad. Sus asuntos quedan exactamente como antes de que fuera traído al tribunal”.3Aunque conozco bien a la persona y estos hechos, no me siento libre para dar su nombre. GMA 133.1