El trabajo de los que aman a Dios hará manifiesto el carácter de sus motivos; porque la salvación de aquellos por quienes Cristo pagó un precio infinito será el objeto de sus esfuerzos. Toda otra consideración: el hogar, la familia, los goces, serán hechos secundarios a la obra de Dios; ellos seguirán el ejemplo de Aquel que manifestó su amor por el hombre caído al abandonar un cielo de bienaventuranza y el homenaje de los ángeles para venir a este mundo. El Salvador trabajó con esfuerzo incansable para ayudar a los seres humanos. No se detuvo ante ningún sacrificio, no vaciló ante ningún renunciamiento; por amor de nosotros se hizo pobre, para que con su pobreza fuésemos enriquecidos. Su simpatía hacia los perdidos le indujo a buscarlos dondequiera que estuviesen. Y sus colaboradores deben trabajar como él trabajó, sin vacilar en la búsqueda de los caídos, sin considerar esfuerzo alguno como demasiado penoso ni excesivo sacrificio alguno, con tal que puedan ganar almas para Cristo. El que quiere ser obrero eficiente para Dios tiene que estar dispuesto a soportar lo que Cristo soportó, a encontrar a los hombres como él los encontró. CM 481.1
Es verdadera educación únicamente la que pone al alumno en estrecha relación con el gran Maestro. Se ha de enseñar a los jóvenes a mirar a Cristo como su guía. Se les han de impartir lecciones de tolerancia y confianza, de verdadera bondad y amabilidad de corazón, de perseverancia y firmeza. Su carácter ha de responder a las palabras de David: “Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio”. Salmos 144:12. CM 481.2
El estudiante convertido ha roto la cadena que lo ligaba al servicio del pecado, y se ha puesto en la debida relación con Dios. Su nombre está registrado en el libro de la vida del Cordero. Está bajo la solemne obligación de renunciar al mal, y cae bajo la jurisdicción del cielo. Por la oración fervorosa ha de aferrarse a Cristo. Descuidar esta devoción, negar este servicio, es convertirse en juguete indefenso de las trampas de Santanás. CM 482.1
Mientras cultiva su mente, el estudiante debe también cultivar la integridad de corazón y la lealtad a Dios, a fin de desarrollar un carácter como el de José. Entonces despreciará el pensamiento de ceder a la tentación, y temerá mancillar su pureza. Como Daniel, resolverá ser fiel a los principios, y usará de la mejor manera las facultades que Dios le ha dado. CM 482.2