El Señor ha ordenado que se establezcan sanatorios en muchos lugares a fin de que se alcen como monumentos para él. Esta es una de las formas que ha escogido para proclamar el mensaje del tercer ángel. En esta forma la verdad alcanzará a muchos que de otro modo no hubieran sido iluminados por el esplendor del mensaje evangélico. En la presentación de la verdad algunos serán atraídos por una fase del mensaje evangélico y otros por otra fase. El Señor nos ha instruido a que trabajemos de tal modo que alcancemos a todas las clases sociales. El mensaje debe ir a todo el mundo. La obra de nuestros sanatorios debe contribuir al acrecentamiento del pueblo de Dios. Los incrédulos serán convertidos por medio de esta clase de esfuerzo misionero. Las admirables restauraciones de la salud que ocurren en nuestros sanatorios conducirán a muchos a contemplar a Cristo como el sanador del alma y el cuerpo. CSI 245.1
Obreros abnegados, con una fe absoluta en Dios, debieran elegirse para hacerse cargo de estas instituciones. Hombres y mujeres sabios, que se desempeñan como enfermeros, deben consolar y ayudar a los enfermos y dolientes. Nuestros sanatorios deben ser luces que brillan en lugares oscuros, porque los médicos, los enfermeros y los auxiliares reflejan la luz de la justicia de Cristo... CSI 245.2
Los sanatorios deben establecerse y administrarse de tal manera que sean lugares de carácter educacional. Deben demostrar al mundo la benevolencia del cielo. Aunque la presencia visible de Cristo no se discierna, sin embargo los obreros deben reclamar esta promesa: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20. El ha asegurado a sus seguidores que dará poder para continuar la obra que ha comenzado a los que le aman y temen. El anduvo haciendo el bien, enseñando a los ignorantes y sanando a los enfermos. Su obra no se detuvo con una exhibición de su poder sobre la enfermedad. Convirtió toda obra de sanamiento en una ocasión para implantar en el corazón los principios divinos de su amor y benevolencia. Sus seguidores han de trabajar en la misma forma. Cristo no está personalmente en este mundo, pero nos ha comisionado para que llevemos a cabo la obra misionera médica que él comenzó; y nosotros debemos llevar a cabo esta obra en la mejor forma posible. Hay que establecer instituciones para el cuidado de los enfermos a fin de promover esta obra, donde hombres y mujeres afectados por la enfermedad puedan ser colocados bajo el cuidado de médicos y enfermeros temerosos de Dios.*[The Review and Herald, 2 de mayo de 1912.] CSI 245.3
En nuestros sanatorios se debe apreciar la verdad, y no descartarla; y de su personal, debe brillar la luz de la verdad presente en forma clara y definida. Estas instituciones son las agencias que Dios ha establecido para producir un reavivamiento de la moralidad pura y elevada. No establecemos los sanatorios como negocios especulativos, sino para ayudar a los hombres y a las mujeres a practicar hábitos correctos de vida. Los que ahora son ignorantes deben hacerse sabios. Hay que aliviar el sufrimiento y restaurar la salud. Hay que enseñar a la gente la forma de mantenerse sana por medio de la práctica de hábitos correctos. Cristo murió para salvar de la ruina a los seres humanos. Nuestros sanatorios deben ser su mano ayudadora en la enseñanza de la forma de vivir para honrar y glorificar a Dios. Si no se lleva a cabo esta obra en nuestros sanatorios, los que los administran cometerán un grave error. CSI 246.1