En la luz que se me dio desde hace mucho tiempo, se me mostró que la intemperancia prevalecería en el mundo en un grado alarmante, y que cada miembro del pueblo de Dios debe adoptar una posición elevada con respecto a la reforma de los hábitos y las prácticas. En ese tiempo yo comía carne dos o tres veces al día, y me desmayaba dos o tres veces por día. El Señor me presentó un plan general. Se me mostró que Dios presentaría a su pueblo que observaba los mandamientos una reforma en el régimen de alimentación, y que a medida que la aceptaran, sus enfermedades y sufrimientos disminuirían notablemente. Se me mostró que esta obra progresaría. CSI 532.1