Los hijos de Dios acuden a él cuando están en necesidad y aflicción. Muchos mueren por falta de las cosas necesarias para sustentar la vida. Sus ruegos han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos, y él pedirá estricta cuenta a los que han descuidado a los necesitados. ¿Qué harán esos ricos egoístas cuando el Señor les pregunte: “¿Qué hicisteis con el dinero que os di para que lo empleaseis para mí?” “E irán éstos al castigo eterno”. Mateo 25:46. El Señor les dirá: “Apartaos de mí, malditos... Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis”. Mateo 25:41-43. CMC 172.3
Los lamentos de un mundo afligido se oyen en todas partes a nuestro alrededor. El pecado está arrojando sus sombras sobre nosotros. Dispongámonos a colaborar con el Señor. El placer y el poder de este mundo desaparecerán. Nadie podrá llevar sus riquezas terrenales al mundo eterno. Pero la vida pasada haciendo la voluntad de Dios permanecerá para siempre. El resultado de lo que ha sido dado para promover la obra de Dios se verá en el reino de Dios.—The Review and Herald, 31 de enero de 1907. CMC 173.1