En muchos casos los recursos que deberían dedicarse a la obra misionera se desvían hacia otros canales a causa de ideas erradas acerca de la generosidad. Podemos equivocarnos al ofrecer a los pobres donativos que no constituyen una bendición para ellos y que en cambio los induzcan a pensar que no necesitan realizar un esfuerzo y practicar la economía, porque habrá quienes no permitirán que ellos padezcan necesidad. No debemos aprobar la indolencia ni estimular los hábitos de complacencia propia proporcionando los medios que satisfarán los deseos de gratificación. Si bien es cierto que no hay que descuidar a los pobres que son dignos, a todos hay que enseñar, hasta donde sea posible, a ayudarse a sí mismos. CMC 172.1
La salvación de las almas constituye la carga de nuestra obra. Con este fin Cristo realizó el gran sacrificio y es esto lo que exige especialmente nuestra liberalidad.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 293. CMC 172.2