La experiencia muestra que un espíritu de liberalidad se encuentra con más frecuencia entre los que poseen recursos limitados que entre los acaudalados. Muchos que desean ardientemente tener riquezas serán arruinados por su posesión. Cuando tales personas reciben talentos en términos de recursos económicos, con mucha frecuencia amontonan o desperdician el dinero del Señor, hasta que el Maestro dice a cada uno de ellos: “Ya no podrás más ser mayordomo”. Lucas 16:2. Utilizan sin honradez lo que pertenece a otros como si fuera lo suyo propio. Dios no les confiará las riquezas eternas... CMC 184.1
El donativo de los pobres, el fruto de la abnegación, hecho para propagar la preciosa luz de la verdad, es como un incienso fragante delante de Dios. Cada acto de sacrificio hecho por el bien de los demás fortalecerá el espíritu de beneficencia en el corazón del donante, y lo unirá más estrechamente con el Redentor del mundo, quien fue rico, y sin embargo por amor a nosotros se empobreció, para que mediante su pobreza fuésemos ricos. CMC 184.2
La suma más pequeña dada gozosamente como resultado de la abnegación es de más valor ante la vista de Dios que las ofrendas de los que podrían dar miles de pesos sin sentir necesidad. La pobre viuda que depositó dos blancas en la tesorería del Señor, mostró amor, fe y benevolencia... La bendición de Dios sobre esa ofrenda sincera la ha convertido en una fuente de grandes resultados. CMC 184.3
Las blancas de la viuda han sido como una pequeña corriente que ha fluido a través de los siglos ampliándose y profundizándose en su curso y contribuyendo en mil direcciones a la extensión de la verdad y al alivio de los necesitados. La influencia de ese pequeño don ha obrado y vuelto a obrar sobre miles de corazones en todas las épocas y en todos los países. Como resultado de esto, incontables donativos han fluido hacia la tesorería del Señor de parte de los pobres liberales y abnegados. Por otra parte, su ejemplo ha estimulado para que hagan buenas obras a miles de personas amantes del ocio, egoístas y vacilantes, y sus dones también han ido a acrecentar el valor de la ofrenda de la viuda.—The Signs of the Times, 15 de noviembre de 1910. CMC 184.4