Familias pobres que han experimentado la influencia santificadora de la verdad y por lo tanto la han apreciado, y sentido gratitud a Dios por ella, han pensado que podrían privarse de las cosas más esenciales de la vida a fin de llevar sus ofrendas a la tesorería del Señor, y así lo hicieron. Algunos se han privado de ropa que necesitaban para su comodidad. Otros han vendido una sola vaca que tenían y han dedicado a Dios el dinero recibido. Con sinceridad de alma y con muchas lágrimas de gratitud por el privilegio de hacer eso por la causa de Dios, se han postrado ante el Señor con su ofrenda, y han invocado su bendición sobre ella al entregarla, orando para que fuese el medio de llevar al conocimiento de la verdad las almas que viven en tinieblas. CMC 185.1
Los recursos así dedicados no siempre han sido empleados en la forma como los abnegados donantes se proponían. Hombres codiciosos y egoístas que no poseían espíritu de abnegación y sacrificio, han manejado con infidelidad los recursos que en esa forma se han llevado a la tesorería; y han robado el tesoro de Dios recibiendo dinero que no habían ganado con justicia. Su manejo impío y descuidado ha desperdiciado y esparcido los recursos que habían sido dedicados a Dios con oraciones y lágrimas... CMC 185.2
Aunque los medios que en esa forma han sido consagrados sean mal empleados, de modo que no cumplan el objetivo que el donante tenía en vista—la gloria de Dios y la salvación de las almas—, los que hicieron el sacrificio con sinceridad de alma, buscando la gloria de Dios, no perderán su recompensa.—Testimonies for the Church 2:518, 519. CMC 185.3