Cristo aceptó la humanidad y vivió en esta tierra una vida pura y santificada. Por esta razón ha recibido la designación de Juez. El que ocupa la posición de juez es Dios manifestado en la carne. Qué gozo será reconocer en él a nuestro Maestro y Redentor, llevando aún las marcas de la crucifixión, de las que salen rayos de gloria, lo que dará un valor adicional a las coronas que los redimidos recibirán de sus manos, las mismas manos que se extendieron para bendecir a sus discípulos cuando él ascendió. La misma voz que dijo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), da la bienvenida a los redimidos. CMC 364.1
El mismo que dio su preciosa vida por ellos, quien por su gracia movió sus corazones al arrepentimiento, quien los despertó a su necesidad de arrepentimiento, los recibe ahora en su gozo. ¡Oh, cuánto lo aman! La realización de su esperanza es infinitamente mayor que su expectativa. Su gozo es completo, y ellos toman sus refulgentes coronas y las arrojan a los pies de su Redentor.—The Review and Herald, 18 de junio de 1901. CMC 364.2