A medida que aumente la presión del exterior, Dios quiere que su iglesia sea vivificada por las verdades sagradas y solemnes que cree. El Santo Espíritu del cielo, obrando con los hijos y las hijas de Dios, superará obstáculos y retendrá el terreno ventajoso contra el enemigo. Dios tiene grandes victorias en reserva para sus hijos que amen la verdad y guarden sus mandamientos. Los campos están ya blanqueando para la siega. Tenemos luz y ricos y gloriosos dones del cielo en la verdad preparada para nuestras manos; pero no se han educado y disciplinado hombres y mujeres para trabajar en los campos que están madurando rápidamente. 2JT 227.2
Dios sabe con qué fidelidad y espíritu de consagración cumple cada uno su misión. No hay lugar para los perezosos en esta gran obra—no hay lugar para los que traten de complacerse a sí mismos, o que sean incapaces de tener éxito en ninguna vocación de la vida,—ningún lugar para hombres tibios, que no sean fervientes de espíritu, dispuestos a soportar penurias, oposición, oprobio o aun la muerte por amor de Cristo. El ministerio cristiano no es lugar para los zánganos. Hay una clase de hombres que intentan predicar, que son negligentes, descuidados e irreverentes. Sería mejor que cultivasen el suelo en vez de enseñar la sagrada verdad de Dios. 2JT 227.3
Pronto los jóvenes deberán llevar las cargas que han soportado los ancianos. Hemos perdido el tiempo al descuidar de traer a hombres jóvenes al frente, y darles una educación más elevada y sólida. La obra está progresando constantemente y debemos obedecer la orden: “¡Id adelante!” Mucho bien podría hacer la juventud que está afirmada en la verdad, que no se deja influir fácilmente ni apartar de lo recto por cuanto la rodea, sino que anda con Dios, ora mucho y hace los más fervientes esfuerzos para recibir toda la luz que puede. 2JT 228.1