Como obreros de Dios necesitarnos manifestar más de Jesús y menos del yo. Debemos tener preocupación por las almas y orar diariamente a fin de que se nos dé fuerza y sabiduría para el sábado. Maestros, conoced a vuestros alumnos. Orad con ellos, y enseñadles a orar. Sienta ternura el corazón y sean las peticiones cortas y sencillas, pero fervientes. Sean vuestras palabras pocas y bien escogidas; y aprendan vuestros alumnos de vuestros labios y vuestro ejemplo que la verdad de Dios debe arraigarse en su corazón o no podrán ellos resistir la prueba de la tentación. Queremos ver clases enteras de jóvenes convertirse a Dios y crecer como miembros útiles de la iglesia. 2JT 563.1
No permitáis que toda vuestra fuerza y energía se dediquen a cosas mundanales y temporales durante la semana, de manera que no tengáis energía ni fuerza moral que dedicar al servicio de Cristo en sábado. Hay una obra ferviente que hacer ahora mismo. No disponemos de un solo momento para usarlo egoístamente. Que todo lo que hagamos sea hecho con sinceridad para gloria de Dios. No descansemos hasta que todo niño de nuestra clase sea llevado al conocimiento salvador de Cristo. 2JT 563.2
Los maestros de la escuela sabática necesitan andar con cuidado y oración delante de Dios. Deben trabajar como quienes han de dar cuenta. Se les ha dado la oportunidad de ganar almas para Cristo, y cuanto más tiempo permanezcan los jóvenes en la impenitencia, tanto más confirmados se verán en su resistencia al Espíritu de Dios. Con el transcurso de los años es probable que disminuya su sensibilidad a las cosas divinas y se reduzca su susceptibilidad a las influencias de la religión. Cada día Satanás obra para confirmarlos en sus hábitos de desobediencia y en su espíritu de impenitencia, y hay menos probabilidad de que se hagan cristianos. Y ¿cuál será la cuenta que habrán de dar finalmente los maestros indiferentes? ¿Por qué domina la difidencia moral al alma del maestro y le hace poco dispuesto a hacer los debidos esfuerzos para la conversión de las preciosas almas de los jóvenes y niños? ¿Por qué no permitir que el Espíritu Santo cree alrededor del alma una atmósfera que ahuyentará las tinieblas morales y comunicará la luz celestial a otros? 2JT 563.3
Nuestros obreros de la escuela sabática necesitan ser especialmente dotados del Espíritu de Cristo. No pueden ser colaboradores con Cristo, a menos que él more en su corazón por la fe. ... Los niños necesitan que se haga en su favor un esfuerzo más decidido con respecto a la cultura religiosa. Los obreros dirigentes y los maestros deben trabajar por una armonía perfecta. Debe haber cooperación de parte de los padres, niños y maestros. Trabaje cada uno en busca de sabiduría y tacto a fin de que pueda hacer el esfuerzo bien dirigido que Dios requiere. Debemos cultivar el tacto y el discernimiento agudo y ser prestos para ver las oportunidades de hacer bien, y aprovechar estas oportunidades hasta lo sumo.*Ibid. 125, 80, 159, 160. 2JT 564.1
Los dirigentes y maestros de la escuela sabática necesitan la dirección y la instrucción del Espíritu Santo, a fin de ser verdaderos educadores, capaces de inspirar reflexión y de hacer recordar a sus alumnos las cosas que les han enseñado. Es obra del Espíritu Santo recordar en forma clara y distinta las palabras y las obras de Cristo a aquellos que enseñan acerca del Redentor del mundo, a fin de que tengan poder para ensalzar a Cristo ante su clase. En todos los arreglos de la escuela sabática, se necesita la ayuda del Espíritu Santo, a fin de que se puedan elegir a hombres y mujeres de Dios para ocupar los puestos de responsabilidad de dirigentes y maestros. 2JT 564.2
Al elegir oportunamente los dirigentes, cuídese de que no rijan las preferencias personales, sino que se pongan en los puestos de confianza a aquellos acerca de los cuales se tiene la convicción de que aman y temen a Dios, y que harán de Dios su consejero. Sin el amor y el temor de Dios, por brillante que sea el intelecto, se fracasará. Jesús dice: “Sin mí nada podéis hacer.” Juan 15:5. La elección de los oficiales no debe quedar al arbitrio de los alumnos de la escuela sabática. Para la escuela, será ventajoso cambiar frecuentemente a los dirigentes, porque no ha de amoldar una mente a todas las demás. Un hombre puede tener cualidades excelentes, y sin embargo, ser deficiente en algunas cosas, y en éstas otro de los elegidos puede ser eficiente. Las diferentes mentes y cualidades presentarán nuevas ideas, nuevas maneras de pensar; y esto es esencial. Pero, sobre todo lo demás, elegid a aquellos que, en la sencillez de su alma, andan en la verdad, aman y temen a Dios, y aprenden sus lecciones en la escuela de él. Los tales llevarán a los alumnos hacia adelante y hacia arriba. Dirigidos por maestros prudentes, los alumnos adquirirán un interés cada vez mayor por la Palabra de Dios, y tendrán más profunda percepción de las Escrituras.*Ibid. 160, 165. 2JT 565.1
El Señor invita a hombres y mujeres jóvenes a ceñirse para una labor ferviente de toda la vida en la obra de la escuela sabática. De nada valdrán los esfuerzos espasmódicos para realizar mucho bien, o para darnos éxito en la obra de Dios. Por la perseverancia paciente en el bien hacer, debéis colaborar con Dios. Consideraos siervos y jornaleros de Dios. Sed diligentes en vuestra obra un día tras otro, y cuidad de no hacer sendas torcidas para vuestros pies, no sea que los cojos sean desviados de la senda de rectitud por vuestras equivocaciones.*Ibid. 13. 2JT 565.2
Todo maestro de la escuela sabática debe seguir a Cristo, y los que no se han identificado como discípulos de Cristo ni demuestran por una vida consecuente que son cristianos, no deben ser invitados a ser maestros en la escuela sabática, porque necesitan que primero alguien les enseñe los principios fundamentales del amor y el temor de Dios. “Sin mí—dice Cristo—nada podéis hacer.” Juan 15:5. Qué valor tendría la enseñanza del que no conoce por experiencia personal el poder de Cristo? Sería una gran inconsecuencia instar al tal a encargarse de una clase en la escuela sabática, pero es aun peor permitir que una clase esté bajo la influencia de un maestro cuya indumentaria y conducta niegan al Salvador a quien profesa servir. 2JT 565.3
Los que enseñan en la escuela sabática deben tener un corazón vivificado y vigorizado por la verdad de Dios, no siendo oidores solamente, sino también hacedores de la Palabra. Deben ser alimentados en Cristo, como las ramas se nutren de la vid. Los rocíos de la gracia celestial deben caer sobre ellos, a fin de que sus corazones sean como plantas preciosas, cuyos pimpollos se abren y expanden y despiden agradable fragancia, como flores en el jardín de Dios. Los maestros deben ser estudiantes diligentes de la Palabra de Dios, y deben revelar siempre el hecho de que están aprendiendo lecciones diarias en la escuela de Cristo, y pueden comunicar a otros la luz que recibieron del que es el gran Maestro, la Luz del mundo. 2JT 566.1
Los maestros deben sentir su responsabilidad y hacer uso de toda oportunidad para progresar, a fin de prestar el mejor servicio posible de una manera que resulte en la salvación de las almas.*Ibid. 93, 94. 2JT 566.2
Dios ha dado a un obrero tanto como a otro el don del raciocinio y el intelecto; y según vuestra capacidad debéis entregar vuestros talentos a los banqueros. El Señor no quiere que algún obrero sea la simple sombra de otro a quien admira. El maestro debe crecer a la medida de la estatura de Cristo, no a la medida de algún mortal finito y sujeto a errar. Habéis de crecer “en la gracia” y ¿dónde se halla la gracia? Únicamente en Cristo, el Modelo divino. 2JT 566.3
Mire cada uno a Cristo y copie el Modelo divino. Ejercite cada obrero sus facultades hasta lo sumo para trabajar en armonía con el plan de Dios. Aprenda en la escuela de Cristo, a fin de ser sabio para instruir a otros. Aquellos que han sido confiados al cuidado del maestro de la escuela sabática necesitan la sabiduría y la experiencia que Dios puede dar al que sigue a Cristo. Aprenda el maestro de la mansedumbre y humildad de corazón de Cristo, a fin de ser un verdadero maestro y de ganar a sus alumnos para Cristo de modo que ellos a su vez puedan ser fieles misioneros en el gran campo de la mies.*Ibid. 105, 106. 2JT 566.4
Faltan entre nosotros las personas capaces y educadas, y no tenemos hombres suficientemente preparados para manejar debidamente nuestras escuelas sabáticas e iglesias. Muchos de los que conocen la verdad no la comprenden todavía como para presentarla en forma adecuada. No están preparados para presentarla como para que su carácter sagrado y majestuoso resulte claro para la gente. En vez de menos disciplina, necesitan más adiestramiento cabal. Es imposible para cualquiera prever a qué será llamado. Puede ser puesto en situaciones donde necesitará presto discernimiento y argumentos bien equilibrados, y por lo tanto, Cristo se verá honrado si se multiplican entre nosotros los obreros bien educados; estarán mejor capacitados para comunicar la verdad en forma clara e inteligente, y la verdad debe ser presentada de una manera que la deje tan libre de defectos como sea posible.*Ibid. 156. 2JT 567.1