Amada hermana L***: He sabido que Vd. piensa casarse con uno que no está unido con Vd. en la fe religiosa, y temo que Vd. no haya pesado cuidadosamente este asunto importante. Antes de dar un paso que ha de ejercer influencia sobre toda su vida futura, le ruego que estudie el asunto con oración y reflexión. ¿Resultará esta nueva relación en fuente de verdadera felicidad? ¿Le ayudará en la vida cristiana? ¿Agradará a Dios? ¿Será el suyo un ejemplo seguro para otros? 2JT 119.1
Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar si aquel con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo? ¿Tiene los rasgos de carácter que la harán a ella feliz? ¿Puede encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al dominio de su esposo? Como discípula de Cristo, no se pertenece; ha sido comprada con precio. ¿Puede ella honrar los requerimientos del Salvador como supremos? ¿Conservará su alma y su cuerpo, sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae matrimonio. 2JT 119.2
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal. Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces las almas quedarán unidas, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial. Quedará desterrada la degradante sensualidad. Los pensamientos serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción del corazón. 2JT 119.3
El corazón anhela amor humano, pero este amor no es bastante fuerte, ni puro, ni precioso para reemplazar el amor de Jesús. Únicamente en su Salvador puede la esposa hallar sabiduría, fuerza y gracia para hacer frente a los cuidados, responsabilidades y pesares de la vida. Ella debe hacer de él su fuerza y guía. Dése la mujer a Cristo antes que darse a otro amigo terrenal, y no forme ninguna relación que contraríe esto. Los que quieren disfrutar verdadera felicidad, deben tener la bendición del cielo sobre todo lo que poseen, y sobre todo lo que hacen. Es la desobediencia a Dios la que llena tantos corazones y hogares de infortunio. Hermana mía, a menos que quiera tener un hogar del que nunca se levanten las sombras, no se una con un enemigo de Dios. 2JT 120.1
Como quien habrá de encararse con estas palabras en el juicio, le suplico que considere el paso que se propone dar. Pregúntese: “¿Apartará un esposo incrédulo mis pensamientos de Jesús? ¿Ama los placeres más que a Dios? ¿No me inducirá a disfrutar las cosas en que él se goza?” La senda que conduce a la vida eterna, es penosa y escarpada. No tome sobre sí pesos adicionales que retarden su progreso. Vd. no tiene bastante fuerza espiritual y necesita ayuda en vez de impedimentos. 2JT 120.2
El Señor ordenó al antiguo Israel que no se relacionara por casamientos con las naciones idólatras que lo rodeaban: “Y no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.” Se da la razón de ello. La sabiduría infinita, previendo el resultado de tales uniones, declara: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá presto.” “Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra.” “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones; y que da el pago en su cara al que le aborrece, destruyéndolo: ni lo dilatará al que le odia, en su cara le dará el pago.” Deuteronomio 7:3, 4, 6, 9, 10. 2JT 120.3
En el Nuevo Testamento hay prohibiciones similares acerca del casamiento de los cristianos con los impíos. El apóstol Pablo, en su primera carta a los corintios declara: “La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor.” También en su segunda epístola escribe: “No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” 1 Corintios 7:39; 2 Corintios 6:14-18. 2JT 121.1
Hermana mía, ¿osará Vd. despreciar estas indicaciones claras y positivas? Como hija de Dios, súbdita del reino de Cristo, comprada con su sangre, ¿cómo puede Vd. unirse con quien no reconoce sus requerimientos, que no está dominado por su Espíritu? Las órdenes que he citado, no son palabras de hombre, sino de Dios. Aunque el compañero de su elección fuese digno en todos los demás respectos (y me consta que no loes), no ha aceptado la verdad para este tiempo; es incrédulo, y el Cielo le prohibe a Vd. unirse con él. Vd. no puede, sin peligro para su alma, despreciar esta recomendación divina. 2JT 121.2
Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde. Vd. escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran esas hermosas frases. Vd. no puede ver las profundidades de la perversidad oculta en el corazón. Vd. no puede mirar detrás de las escenas, y discernir las trampas que Satanás está tendiendo para su alma. El quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente accesible, para disparar las saetas de la tentación contra Vd. No le conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente de sus siervos, Satanás obra por medio de los hijos de la desobediencia. No hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar. Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Vd. agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección. ¿Puede Vd. incurrir en tales desventajas mientras pelea la batalla por la vida eterna? 2JT 121.3
Tal vez Vd. diga: “Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarla?” Le contesto: Si Vd. ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, por lo que más quiera retráctela sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a su Hacedor. 2JT 122.1
Recuerde Vd. que tiene un cielo que ganar, una senda abierta a la perdición que rehuir. Dios quiere decir lo que dice. Cuando prohibió a nuestros primeros padres que comiesen del fruto del árbol del conocimiento, su desobediencia abrió las compuertas de la desgracia para todo el mundo. Si andamos en forma que contraríe a Dios, él nos contrariará a nosotros. Nuestra única seguridad consiste en rendir obediencia a todos sus requerimientos, cueste lo que costare. Todos están fundados en una sabiduría y un amor infinitos. 2JT 122.2
El espíritu de mundanalidad intensa que existe ahora, la disposición a no reconocer derechos superiores a los de la complacencia propia, constituyen una de las señales de los postreros días. “Como fué en los días de Noé—dijo Cristo,—así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos.” Lucas 17:26, 27. Los miembros de esta generación se están casando y dando en casamiento con el mismo desprecio temerario de los requerimientos de Dios que se manifestaba en los días de Noé. 2JT 122.3
Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alarmante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos de los que profesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto que afecta vitalmente la felicidad y el bienestar de ambas partes, para este mundo y el venidero, la razón, el juicio y el temor de Dios son puestos a un lado, y se deja que predominen el impulso ciego y la determinación obstinada. Hombres y mujeres que en otras cosas son sensatos y concienzudos cierran sus oídos a los consejos; son ciegos a las súplicas y ruegos de amigos y parientes, y de los siervos de Dios. La expresión de cautela o amonestación es considerada como entrometimiento impertinente, y el amigo que es bastante fiel para hacer una reprensión, es tratado como enemigo. 2JT 123.1
Todo esto está de acuerdo con el deseo de Satanás. El teje su ensalmo en derredor del alma, y ésta queda hechizada, infatuada. La razón deja caer las riendas del dominio propio sobre el cuello de la concupiscencia, la pasión no santificada predomina, hasta que, demasiado tarde, la víctima se despierta para vivir una vida de desdicha y servidumbre. Este no es un cuadro imaginario, sino un relato de hechos ocurridos. Dios no sanciona las uniones que ha prohibido expresamente. Durante años, he venido recibiendo cartas de diferentes personas que habían contraído matrimonios infortunados, y las historias repugnantes que me fueron presentadas bastan para hacer doler el corazón. No es ciertamente cosa fácil decidir qué clase de consejos se puede dar a estas personas desdichadas, ni cómo se podría aliviar su condición, pero por lo menos su triste suerte debe servir de advertencia para otros. 2JT 123.2
En esta época del mundo, cuando las escenas de la historia terrenal están por clausurarse pronto, y estamos por entrar en el tiempo de angustia como nunca lo hubo, cuantos menos sean los casamientos contraídos, mejor para todos, tanto hombres como mujeres. Sobre todo, cuando Satanás está trabajando con todo engaño de iniquidad en aquellos que perecen, eviten los creyentes unirse con los incrédulos. Dios ha hablado. Todos los que le temen se someterán a sus sabias recomendaciones. Nuestros sentimientos, impulsos y afectos deben fluir hacia el cielo, no hacia la tierra, en el vil y bajo cauce de los pensamientos y las complacencias sensuales. Ahora es tiempo de que cada alma esté como a la vista del Dios-que escudriña los corazones. 2JT 124.1
Amada hermana mía, como discípula de Jesús, Vd. debe indagar cuál será la influencia del paso que está por dar, no sólo sobre sí misma, sino sobre otros. Los que siguen a Cristo han de colaborar con su Maestro; deben ser “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa—dice Pablo,—entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo.” Filipenses 2:15. Hemos de recibir los brillantes rayos del Sol de Justicia, y por nuestras buenas obras debemos dejarlos resplandecer sobre otros, como claros y constantes reflejos, que nunca vacilan ni se empañan. No podemos estar seguros de que no estamos perjudicando a quienes nos rodean, a menos que estemos ejerciendo una influencia positiva que los conduzca hacia el cielo. 2JT 124.2
“Sois mis testigos” dijo Jesús, y en cada acto de nuestra vida debemos preguntar: ¿Cómo afectará nuestra conducta los intereses del reino del Redentor? Si Vd. es verdadera discípula de Cristo, elegirá andar en sus pisadas, por doloroso que sea para sus sentimientos naturales. Dice Pablo: “Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Gálatas 6:14. 2JT 124.3
Vd., Hna. L***, necesita sentarse a los pies de Jesús, y aprender de él, como María antiguamente. Dios requiere de Vd. una completa entrega de su voluntad, sus planes y propósitos. Jesús es su conductor; Vd. debe mirar a él; en él debe confiar, sin permitir que cosa alguna la desvíe de la vida de consagración que Vd. debe a Dios. Su conversación debe concernir al cielo, del cual Vd. espera al Salvador. Su piedad debe ser de tal carácter que se haga sentir entre todos los que entren en su esfera de influencia. Dios requiere de Vd. que en cada acto de la vida rehuya la misma aparencia del mal. ¿Está Vd. haciéndolo? Vd. está bajo la más sagrada obligación de no empequeñecer ni comprometer su santa fe vinculándose con los enemigos del Señor. Si Vd. está tentada a despreciar las recomendaciones de su Palabra porque otros lo hayan hecho, recuerde que también su ejemplo ejercerá influencia. Otros harán como Vd., y así el mal se extenderá. Si mientras Vd. profesa ser hija de Dios no cumple sus requerimientos, causará un daño infinito a quienes la miran en busca de dirección. 2JT 125.1
La salvación de las almas debe ser el blanco constante de los que moran en Cristo. Pero ¿qué ha hecho Vd. para alabar a Aquel que la sacó de las tinieblas? “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” Efesios 5:14. Sacuda Vd. esta infatuación fatal que entorpece sus sentidos y paraliza las energías de su alma. 2JT 125.2
Se nos ofrecen los mayores incentivos a ser fieles, los más altos motivos, las más gloriosas recompensas. Los cristianos han de ser representantes de Cristo, hijos e hijas de Dios. Son sus joyas, sus tesoros peculiares. Acerca de todos los que se mantengan firmes, declara: “Andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos.” Apocalipsis 3:4. Los que lleguen a los portales de la bienaventuranza eterna no considerarán demasiado grande ningún sacrificio que hayan hecho. 2JT 125.3
Dios le ayude a soportar la prueba, y a conservar su integridad. Aférrese por la fe a Jesús. No falte a su Redentor. 2JT 125.4