Los que están empleados en nuestras diversas instituciones—casa editoras, escuelas, sanatorios,—deben tener una relación viva con Dios. Es especialmente importante que aquellos que administran estos ramos de la obra sean hombres que den al reino de Dios y su justicia la primera consideración. No son dignos de su posición de confianza, a menos que consulten a Dios y lleven fruto para su gloria. Deben conducirse de tal modo que honren a su Creador, se ennoblezcan ellos mismos y beneficien a sus semejantes. Todos tienen rasgos naturales que deben ser cultivados o reprimidos, puesto que facilitarán o estorbarán el crecimiento en la gracia y la profundidad de la experiencia religiosa. 2JT 132.1
Los que se dedican a la obra de Dios no pueden servir a esta causa aceptablemente, a menos que usen lo mejor que puedan los privilegios religiosos que disfrutan. Son como árboles plantados en el huerto del Señor; y él viene a nosotros buscando el fruto que tiene derecho a esperar. Su ojo ve a cada uno de nosotros; lee nuestro corazón y comprende nuestra vida. Esta es una inspección solemne, porque se refiere al deber y al destino; y con qué interés se cumple. 2JT 132.2
Pregúntese cada uno de aquellos a quienes han sido confiados cometidos sagrados: “¿Qué ve en mí el ojo escrutador de Dios? ¿Está mi corazón limpio de contaminación, o han llegado a estar tan profanados los atrios de su templo, tan ocupados por compradores y vendedores, que Cristo no halla cabida?” El apresuramiento de los negocios, si es continuo, apagará la espiritualidad, y desterrará a Cristo del alma. Aunque profesen la verdad, si los hombres pasan día tras día sin relación viva con Dios, serán inducidos a hacer cosas extrañas; tomarán decisiones que no concordarán con la voluntad de Dios. No hay seguridad para nuestros hermanos dirigentes mientras avancen según sus propios impulsos. No estarán unidos con Cristo, y no obrarán en armonía con él. No podrán ver ni comprender las necesidades de la causa y Satanás los inducirá a asumir actitudes que estorbarán y molestarán. 2JT 132.3
Hermanos míos, ¿estáis cultivando la devoción? ¿Se destaca vuestro amor por las cosas religiosas? ¿Estáis viviendo por la fe y venciendo al mundo? ¿Asistís al culto público de Dios? ¿Se oye vuestra voz en las reuniones de oración y testimonio? ¿Celebráis el culto en vuestra familia? ¿Reunís a vuestros hijos mañana y noche y presentáis sus casos a Dios? ¿Les instruís acerca de cómo seguir al Cordero? Si vuestra familia es irreligiosa, testifica de vuestra negligencia e infidelidad. Si, mientras estáis relacionados con la causa sagrada de Dios, vuestros hijos son negligentes, irreverentes y no tienen amor por las reuniones religiosas ni la verdad sagrada, es algo triste. Una familia tal ejerce influencia contra Cristo y la verdad; pues dice Cristo: “El que no es conmigo, contra mí es.” 2JT 133.1