La obra de Dios debiera ser hecha por hombres que tienen una experiencia diaria y viva en la religión de Cristo. “Sin mí—dice Cristo,—nada podéis hacer.” Juan 15:5. Ninguno de nosotros está libre del poder de la tentación. Todos los que están relacionados con nuestras instituciones, nuestras asociaciones y empresas misioneras, pueden estar siempre seguros de que tienen un poderoso enemigo, cuyo objeto constante consiste en separarlos de Cristo, su fuerza. Cuanto mayor sea la responsabilidad del puesto que ocupan, tanto más feroces serán los ataques de Satanás; porque él sabe que si puede inducirlos a seguir una conducta censurable, otros seguirán su ejemplo. Pero los que están continuamente aprendiendo en la escuela de Cristo, podrán seguir un camino moderado, y los esfuerzos de Satanás para desequilibrarlos serán derrotados. 2JT 135.2
La tentación no es pecado. Jesús era santo y puro; sin embargo fué tentado en todo como nosotros, pero con una fuerza y un poder que nunca el hombre tendrá que soportar. En su resistencia triunfante, nos ha dejado un hermoso ejemplo, a fin de que sigamos sus pisadas. Si tenemos confianza en nosotros mismos y nos consideramos justos, se nos dejará caer bajo el poder de la tentación; pero si miramos a Jesús y confiamos en él, invocaremos en nuestra ayuda un poder que ha vencido al enemigo en el campo de batalla, y con toda tentación nos dará una vía de salida. Cuando Satanás viene como una inundación, debemos arrostrar sus tentaciones con la espada del Espíritu, y Jesús nos ayudará y levantará bandera contra él. El padre de la mentira tiembla cuando la verdad de Dios, con poder ardiente, le es arrojada a la cara. 2JT 135.3
Satanás hace cuanto puede para apartar de Dios a la gente; y tiene éxito cuando la vida religiosa está ahogada en las actividades comerciales, cuando puede absorber de tal manera la mente con los negocios que no se toma tiempo para leer la Biblia, para orar en secreto, para mantener ardiente sobre el altar mañana y noche la ofrenda de alabanza y agradecimiento. ¡Cuán pocos se dan cuenta de las trampas del gran engañador! ¡Cuántos ignoran sus designios! 2JT 136.1
Cuando nuestros hermanos se ausentan voluntariamente de las reuniones religiosas, cuando no piensan en Dios ni le veneran, cuando no le eligen como su consejero y su fuerte torre de defensa, ¡cuán pronto los pensamientos seculares y la perversa incredulidad penetran en su vida y la vana confianza y la filosofía acuden a reemplazar la fe humilde y confiada! Con frecuencia se estiman las tentaciones como la voz del verdadero Pastor, porque los hombres se han separado de Jesús. No pueden estar seguros un momento, a menos que alberguen buenos principios en el corazón, y los apliquen en toda transacción comercial. 2JT 136.2
“Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.” Santiago 1:5. Esta promesa es de más valor que el oro o la plata. Si con corazón humilde buscamos la dirección divina en toda dificultad y perplejidad, tenemos la promesa de su Palabra de que obtendremos misericordiosa respuesta. Y su palabra nunca faltará. El cielo y la tierra pasarán, pero su palabra nunca pasará. Confiemos en el Señor, y nunca seremos confundidos o avergonzados. “Mejor es esperar en Jehová que esperar en hombre. Mejor es esperar en Jehová que esperar en príncipes.” Salmos 118:8, 9. 2JT 136.3