La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Isaías 11:9. EJ 113.1
El no estudiar ni obedecer la Palabra de Dios ha traído confusión al mundo. Los hombres han abandonado la custodia de Cristo por la custodia del gran rebelde, el príncipe de las tinieblas. El fuego extraño se ha mezclado con el sagrado. La acumulación de cosas que favorecen la concupiscencia y la ambición ha traído el juicio sobre el mundo. EJ 113.2
Cuando están en dificultad, los filósofos y los hombres de ciencia procuran satisfacer su mente sin apelar a Dios. Ventilan su filosofía acerca de los cielos y de la tierra, explicando plagas, pestilencias, epidemias, terremotos y hambres, por sus supuestas ciencias. Las cuestiones relativas a la creación y la providencia procuran resolverlas diciendo: Es la ley de la naturaleza. EJ 113.3
La desobediencia ha cerrado la puerta que lleva a un vasto conocimiento que podría haberse adquirido de la Palabra de Dios. Si los hombres hubieran sido obedientes, habrían comprendido el plan de gobierno de Dios. El mundo celestial habría abierto sus cámaras de gracia y gloria a su exploración. En forma, en palabra, en canto, los seres humanos habrían sido muy superiores a lo que son ahora. El misterio de la redención, la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio, no serían cosas vagas para nuestra mente. No sólo se comprenderían mejor, sino que se apreciarían mucho más altamente. EJ 113.4
El no haber estudiado la Palabra de Dios es la gran causa de la debilidad e ineficiencia mentales. Al apartarse de ella para alimentarse en los escritos de hombres no inspirados, la mente se empequeñece y degenera. No se pone en contacto con los principios profundos y amplios de la verdad eterna. El entendimiento se adapta a la comprensión de las cosas con las cuales está familiarizado, y en esta devoción a lo finito se debilita, su poder se contrae, y después de un tiempo se vuelve incapaz de expandirse. EJ 113.5
Todo esto es falsa educación. La obra de cada maestro debe ser aferrar la mente de los jóvenes a las grandes verdades de la Palabra inspirada. Esta es la educación esencial para esta vida y para la venidera. EJ 113.6
Y no se crea que ello impedirá el estudio de las ciencias o hará bajar las normas en la educación. El conocimiento de Dios es tan elevado como el cielo y tan amplio como el universo. No hay nada tan ennoblecedor y vigorizador como un estudio de los grandes temas que conciernen a nuestra vida eterna. Procuren los jóvenes comprender estas verdades dadas por Dios, y su mente se expandirá y se fortalecerá con el esfuerzo. Pondrá a todo alumno que sea hacedor de la Palabra en un campo más amplio de pensamiento, y le asegurará una riqueza imperecedera de conocimiento.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 426-427. EJ 113.7